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Zapata

viernes, 20 de diciembre de 2019

BLOQUES DE PODER Y LUCHA POR LA HEGEMONÍA (V)


INDIA
La India está entre Occidente y el eje Beijing-Moscú, ya que desde el derrumbe de la Unión Soviética, con la que tenía una relación estrecha, se debilitaron esos lazos con los rusos, y Estados Unidos ocupó el lugar de Moscú.
Así también, Nueva Delhi ha mantenido una estrecha relación con Israel en temas de seguridad, dada su enemistad con Pakistán, que a últimas fechas se ha profundizado por la disputa por la región del Kashmir, y también por la creciente islamofobia de la élite dirigente hindú (Ley sobre Nacionalización, que excluye a los musulmanes), con el liderazgo crecientemente etno-nacionalista de Narendra Modi.
La India es vista por Washington como uno de los principales diques de contención de la hegemonía china en Asia, por lo que ha impulsado el proyecto de unión estratégico-económica “Indo-Pacífico”, tratando de crear una alianza con India, Japón y Australia que sirva como barrera y contrapeso a la influencia económica china (Belt and Road Inititative), y como competidor estratégico de los chinos en el Centro-Sur de Asia.
India ha estado más que dispuesta a jugar ese rol, lo que la ha alejado del grupo BRICS, en donde jugó un papel inicial muy importante, y que dio a pensar que se podría conformar un bloque de poder transcontinental que pusiera un freno a la dictatorial hegemonía occidental.
Sin embargo, el gobierno de Modi se ha ido alejando del eje Beijing-Moscú (negativa a integrar la Asociación Económica Regional Integral, RCEP, por sus siglas en inglés, impulsada por China); y su creciente animadversión y enfrentamientos con Pakistán, que forma parte de la Nueva Ruta de la Seda promovida por Beijing, la han ido apartando cada vez más de chinos y rusos (aunque Moscú ha podido seguir vendiendo armamento a la India, aún con la oposición estadounidense).
Así que, en la lucha por la hegemonía mundial, todo parece indicar que en los próximos años, India jugará un papel cada vez menos imparcial, y cada vez más inclinado hacia Occidente.
JAPÓN
Sin lugar a duda, Japón sigue firmemente en el campo de Estados Unidos y a pesar de su creciente relación económica con China, desde el punto de vista estratégico y político, es un país subordinado a Washington.
Así lo indica su alineamiento con el proyecto Indo-Pacífico que promueve Estados Unidos para detener la influencia china en Asia; y a pesar de las disputas que tiene con Washington por las demandas del gobierno de Trump para que aumente el financiamiento para el sostenimiento de las miles de tropas estadounidenses que siguen en su territorio (aún con la creciente oposición de la población japonesa, especialmente en Okinawa), el gobierno de Tokio no parece tener la menor intención de alejarse de la hegemonía estadounidense.
Lo que ha dificultado su función como contrapeso a China ha sido la reticencia en aumentar su gasto militar y las disputas políticas y comerciales con Corea del Sur, otro aliado estadounidense fundamental en la región Asia-Pacífico, que el gobierno de Washington se ha visto impotente para resolver.
TURQUÍA
Las ambiciones hegemónicas en el Cercano Oriente del gobierno de Recep Tayyip Erdogan, así como la brecha que se abrió con Washington debido al no tan disimulado apoyo que el gobierno de Estados Unidos dio a un intento de golpe de Estado contra el presidente turco (2016), han llevado a este país a irse alejando de la subordinación hacia Estados Unidos, y acercándose a Rusia, vistos los intereses de ambos países en la región del Levante.
A pesar de que Turquía es miembro de la OTAN, la creciente desconfianza hacia Estados Unidos por el asunto del golpe de Estado y por el apoyo norteamericano a los kurdos, en principio para combatir al Estado Islámico, pero que se amplió después para crear una zona autónoma kurda en el Noreste sirio, colindante con Turquía, han llevado a Erdogan a confrontar las políticas estadounidenses en la región y acercarse a Moscú, para delimitar sus respectivas zonas de influencia en el teatro de operaciones sirio.
Así, Erdogan convenció a Trump de no interferir en la invasión turca al norte sirio, para empujar a los kurdos hacia el sur y crear un “colchón” entre Turquía y sus enemigos kurdos, en donde pretende reubicar hasta un millón de refugiados sirios, en su mayoría sunnitas, que servirán de muro de contención a las posibles incursiones kurdas en territorio turco.
De la misma forma, la compra del sistema antimisiles ruso S-400, a pesar de las reiteradas amenazas de sanciones por parte de Washington, confirma que Turquía se aleja del bloque occidental y prefiere, por ahora, mantener abiertas sus opciones de alianzas tácticas con el bloque contrario, en este caso representado por Moscú, lo que sin duda abre un boquete importante en el sistema hegemónico occidental.
Sin olvidar que Ankara se ha convertido en un soporte muy relevante de los palestinos ante el acoso israelí, ahora que Arabia Saudita y Egipto han quedado subordinados a la estrategia sionista de expansión a costa de los territorios palestinos, e incluso de partes de Siria y Jordania.
IRÁN
La guerra híbrida lanzada por Washington y Tel Aviv contra la teocracia iraní ha rendido buenos frutos a estos países, pues ha ocasionado una severa crisis económica en Irán y el inicio de protestas contra el régimen, así como también manifestaciones violentas contra los gobiernos aliados de Teherán en Irak y Líbano.
Aún así, Irán se mantiene como un actor de primer orden en Medio Oriente, cada vez más cercano a Moscú, pues juntos han logrado apoyar al régimen sirio y evitar su destrucción por parte de Occidente y los israelíes.
Sin embargo, las crecientes sanciones económicas, los sabotajes y los amagos de guerra en su contra, han venido limitando su capacidad de maniobra en la región, por lo que aún no está claro si en los próximos meses se podría presentar una crisis mayor al interior de Irán o si Israel y Occidente finalmente deciden iniciar una guerra abierta contra los iraníes.
Por lo pronto Irán es un activo de la resistencia mundial contra la hegemonía occidental y durante 40 años ha demostrado una  gran capacidad de resistencia y adaptación a circunstancias cada vez más hostiles, por lo que es posible que una vez más sobreviva al ataque concertado de sus poderosos enemigos.

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