Lo que se
esperaba. Ayer Donald Trump confirmó que designará como “organizaciones
terroristas” a los cárteles mexicanos del narcotráfico, sin entrar en detalles
sobre el tipo de medidas que implementará contra ellos.
Quedan
muchas preguntas en el aire. Primero, si esa designación incluirá a todos los
cárteles, o sólo algunos.
Segundo, si
las medidas contra los cárteles, ya sean las consabidas sanciones financieras y
económicas, o incluso la eliminación física de los dirigentes y miembros en lo
individual de los cárteles, se enfocará sólo en México, o abarcará la extensa
red de socios y cómplices que estás organizaciones tienen en todo el mundo.
Si fuera una
decisión para perseguirlos en todo el planeta, entonces habrá que ver qué hace
el gobierno de Estados Unidos cuando se verifique que miles de armas de los
cárteles son compradas en las armerías norteamericanas, muchas de las cuáles
(si no es que todas), forman parte de la National Rifle Association, aliada
política de Trump. ¿El gobierno estadounidense castigará económicamente o
encarcelará a los dueños de esas armerías? ¿Los atacará con drones?
De la misma
forma, los miles de cómplices que los cárteles tienen dentro de Estados Unidos,
para pasar la droga, distribuirla y venderla; así como autoridades de diferente
nivel que cubren y protegen este comercio, serían en teoría, blancos de las
sanciones e incluso de la posible eliminación física por parte de las
autoridades del gobierno federal.
Los bancos y
casas de bolsa estadounidenses, que lavan miles de millones de dólares de
actividades ilícitas, entre ellas de los cárteles, serían blanco también de las
sanciones del gobierno estadounidense.
Por supuesto
que los hipócritas gobernantes de Estados Unidos no van a actuar contra sus
ciudadanos, por más que sean cómplices, en distintas formas y niveles, de los
cárteles.
La
designación de los mismos como organizaciones terroristas, lleva la intención
de acorralar (todavía más) al débil gobierno de López Obrador (AMLO), al que ya
se le obligó a construir un “muro humano” para detener la migración
indocumentada con destino a Estados Unidos, y a aceptar en territorio mexicano
a miles de solicitantes de asilo que esperan su resolución en nuestro país.
Ahora
quieren obligarlo a aceptar la entrada de miles de tropas y agentes estadounidenses
en territorio nacional, para así garantizar la sumisión mexicana a la hegemonía
estadounidense en materia político-diplomática, militar-de seguridad, económica
y financiera, dado que las veleidades “izquierdistas” de López Obrador en
materia de política exterior (casos Venezuela y Bolivia), no han gustado nada
en Washington; y la competencia mundial con China, está llevando a los
tomadores de decisiones en Washington a asegurar su zona natural de influencia
(como consideran a América Latina), para evitar que la expansión económica china
siga minando el dominio estadounidense en diferentes regiones del planeta. No
quieren ninguna veleidad mexicana en ese sentido.
Y para
rematar, ahora que Estados Unidos enfrenta serios problemas (todavía más) en
Medio Oriente con su ineficaz intervencionismo, México sirve para demostrar la
fuerza y decisión del decadente imperio, y así mantener otra área más del mundo
como zona de actuación del complejo militar-industrial que requiere conflictos para
seguir ganando miles y miles de millones de dólares.
Y a Trump,
le cae de perlas el aumento de la violencia de los cárteles del narcotráfico en
México, para una vez más desviar la atención de la muy manipulable y
desinformada opinión pública de su país, hacia el tema del narcotráfico, en
momentos en que el impeachment toma vuelo en la Cámara de Representantes;
y también como forma de quitar responsabilidad de la crisis de drogadicción y
muerte por sobredosis en ese país., ocasionada principalmente por las grandes
empresas farmacéuticas y por la inagotable ansia de consumo de drogas de una
sociedad acostumbrada a ello por décadas; y de igual forma, tratar de cubrir
los beneficios que se derivan para el sistema financiero estadounidense, el que
se laven miles de millones de dólares de las actividades criminales en sus
bancos, casas de cambio y casas de bolsa.
Por
supuesto, todo esto juega en favor de Trump cuando está por iniciar la elección
presidencial del 2020, para culpar de todos los males habidos y por haber a su
vecino del sur, y así incitar más a su base xenófoba y racista para que lo
apoye en las elecciones.
Dentro de esta
estrategia, los aliados de Estados Unidos en México (Televisa, El Financiero,
diversos comentócratas de radio y televisión, oligarcas, etc.) están
alimentando la complacencia y hasta la aceptación de la atribulada clase media
mexicana al intervencionismo estadounidense, justificándola en la inexistente
estrategia del gobierno para combatir la criminalidad en el país.
Simplemente
hay que evaluar lo que ha sucedido por décadas con el Plan Colombia, mediante
el cual tropas y agentes estadounidenses han actuado en territorio colombiano,
supuestamente para erradicar a las organizaciones de narcotraficantes del país;
no sólo no lo han logrado, sino que ahora el negocio está más diversificado y
es más lucrativo que antes.[1]
¿No será que
en realidad las agencias y los militares estadounidenses no llegan a combatir
el narcotráfico, sino a manejarlo en su beneficio? ¿Y no será que eso es
justamente lo que quieren hacer ahora en México, además de los otros “beneficios”
que obtendrían (ya mencionados) con la presencia militar, de inteligencia y
policial de Estados Unidos en nuestro país?
Lo peor de
todo es que el débil y asustadizo gobierno mexicano va a tratar de “convencer”
a Trump de no designar a los cárteles como organizaciones terroristas, para lo
cual el gobierno estadounidense lo va a obligar a dar todavía más concesiones
en materia política, de seguridad y económica, sin que ello garantice que la
tal designación no se vaya a realizar de todas formas.
El no haber
establecido una estrategia de contención y de resistencia a las presiones
estadounidenses desde el principio de la actual administración (lo cual se
detalló en este blog en varias ocasiones), ha llevado a este punto de
vulnerabilidad al gobierno mexicano, que fuera de unas cuantas declaraciones
grandilocuentes, no se ve cómo pueda detener las medidas que Washington esté
dispuesto a aplicar contra nuestro país, más que contra los cárteles del
narcotráfico, a los que podría perseguir y sancionar con las leyes relativas a
la delincuencia organizada, sin necesidad de designarlos como “organizaciones
terroristas”.
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