Elecciones latinoamericanas: Brasil desempata
Emir Sader
El calendario electoral latinoamericano de 2018 incluía disputas
importantes que podrían cambiar la fisonomía política del continente. El año
empezó en el contexto de la contraofensiva conservadora, con esa tendencia
siendo confirmada o cuestionada según los resultados electorales, por lo que
representaría continuidad o cambio de gobiernos en países muy importantes del
continente.
Estaban previstas elecciones en algunos de los países más importantes de
la región, como México, Brasil, Colombia, Venezuela, Costa Rica y Paraguay. A mitad
del año casi todas los comicios ya se realizaron, siendo posible analizar las
tendencias predominantes.
En las elecciones en los países de más peso ha triunfado, en México y
Venezuela, la izquierda, mientras la derecha ganó en Colombia. En las otras dos
naciones, Paraguay y Costa Rica, ha vencido la derecha.
Analizando más en detalle, la victoria de López Obrador es la más
significativa en el continente, por lo que representa como llegada, por primera
vez, de la izquierda al gobierno, a la par que produce una profunda crisis en
los dos partidos de la derecha y por la dimensión de la victoria de Morena en
todo México. Se cierra un largo periodo en la historia del país y se abre otro
en el que las fuerzas progresistas tienen condiciones de promover cambios
estructurales en México. Sus proyecciones para el conjunto de América Latina
dependen de otros factores, entre ellos el resultado de las eleciones en
Brasil, como mencionaremos más adelante.
En Colombia el uribismo volvió al gobierno, pero tiene frente a sí, por
primera vez, un liderazgo de izquierda con Gustavo Petro, quien llegó a la
segunda vuelta con 40 por ciento de votos, ubicándose como el principal líder
de la oposición al gobierno desde el Senado. Si la extrema derecha ha
triunfado, lo hizo en un escenario político bastante menos favorable que en
gobiernos anteriores, con una proyección de futuro favorable a la izquierda.
En Venezuela la relección de Nicolás Maduro se hizo en un marco muy
difícil para el mismo gobierno, sea por el alto nivel de abstención o por la
continuidad de la profunda crisis económica y social en que se encuentra el
país, además del cerco internacional.
En Paraguay el Partido Colorado dio continuidad a su gobierno de
derecha, triunfando sobre la oposición, la alianza entre el Partido Liberal y
la izquierda. En Costa Rica fue derrotado el candidato evangélico, victorioso
en la primera vuelta, pero quien lo ha vencido es un político tradicional con
un programa neoliberal.
El balance general, por el momento, está equilibrado entre la derecha y
la izquierda, aunque el transcurso del año no confirma todavía la continuidad
del viraje hacia la derecha, empezado hace algunos años, aún con los triunfos
en Colombia, Costa Rica y Paraguay.
Particularmente la victoria en México, pero también en Venezuela,
equilibran relativamente la situación.
Los ojos se vuelven ahora hacia las eleciones brasileñas, cuyos
resultados van a desequilibrar las transformaciones de este año para el
continente. Si la derecha brasileña, mediante algun nuevo ardid, logra
mantenerse en el gobierno, con un representante directo o con algún otra
versión que indirectamente dé continuidad al modelo neoliberal, las
transformaciones electorales de este año tendrían un carácter de continuidad de
viraje a la derecha en el continente.
Si, al contrario, por medio de la elección de Luiz Inacio Lula da Silva
o de alguien del PT que él indique, si es impedido de presentarse a las
elecciones, la izquierda vuelve a triunfar, el desempate se hará en favor de la
izquierda este año. Con las victorias en México y Brasil se habrá impuesto un
fuerte freno a la contraofensiva de la derecha como mediante la alianza entre
esos gobiernos, se dará un nuevo impuso al proceso de integración
latinoamericana, además de reafirmar políticas antineoliberales –de forma más
moderada en México, más acentuada en Brasil.
El desempate se dará entonces de aquí a menos de tres meses, si hay un
resultado en primera vuelta, el 7 de octubre, o en tres semanas a partir de esa
fecha, si se produce en segunda vuelta. América Latina saldrá con una nueva
fisonomía, con un nuevo ciclo antineoliberal y de integración regional.
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