El próximo 13 de Julio llegará al país el secretario de
Estado, Mike Pompeo (3 días antes de la reunión Trump-Putin en Helsinki), para
reunirse con Peña y Videgaray, pero especialmente para reunirse con López
Obrador (AMLO) y su nuevo designado canciller Marcelo Ebrard.[1]
Pompeo llega primero a medir el nivel de desastre en el que
queda el gobierno de Peña y a calibrar cuánto de lo que han obtenido del débil
gobierno peñista, se mantendrá con la nueva administración de AMLO.
El interés principal de Pompeo está dirigido a tres puntos:
migración, seguridad y política exterior.
En materia de migración, el obsecuente gobierno peñista ha
estado haciendo el trabajo “sucio” de detener a la mayor parte de los
indocumentados centroamericanos que pasan por el país, ponerlos a disposición
de funcionarios estadounidenses en las estaciones migratorias mexicanas, para
que los fichen; y después regresarlos a sus países de origen.
Así que todas las balandronadas de Trump en el sentido de que
México no ayuda en nada en este tema; son sólo presiones para que nuestros
lacayos gobernantes asuman todavía más costos en este tema.
En materia de seguridad, como se sabe, los funcionarios de
las agencias estadounidenses pueden estar armados en todo el territorio
nacional; cuentan además con dos centros de “fusión de información” (uno en
Paseo de la Reforma en la ciudad de México; y otro en Tapachula, Chiapas, al
menos de los que se tiene conocimiento) que están totalmente manejados por
estadounidenses; los cuales se encargan de monitorear las comunicaciones de
todos los organismos, instituciones, empresas o individuos que sean de interés
para ellos.
En materia de combate al narcotráfico, para el gobierno
estadounidense es crucial que se mantenga la “guerra contra las drogas” en el
país, y la intervención de las fuerzas armadas en la misma; así como la total
subordinación de la Secretaría de Hacienda al Departamento del Tesoro, cuando
éste define que se tienen que congelar cuentas y activos bancarios de
individuos, empresas y organizaciones que ellos consideran sospechosos o
probadamente vinculados con el lavado de dinero.
Así también, demandan por parte del Departamento de Justicia
la extradición de capos del
narcotráfico para ser juzgados en cortes estadounidenses, como el reciente caso
de Dámaso López del Cártel de Sinaloa.
Por lo que respecta a la Iniciativa Mérida, Trump no se ha
mostrado muy partidario de la misma, pues implica dar recursos a México para
compra de equipo de seguridad, refacciones, capacitación, etc. Y ya sabemos que
el presidente estadounidense quiere recortar ese tipo de “ayudas”, para que sus
aliados se comprometan a gastar más, ya sea en su defensa o en el combate al
narcotráfico.
Y en materia de política exterior, el gobierno de Peña se ha
convertido en punta de lanza de la estrategia intervencionista estadounidense
en Venezuela, que busca un cambio de régimen en ese país, a través del llamado
Grupo de Lima.
Así también, Pompeo llegará a presionar para que México se
mantenga alejado de las potencias que disputan a Estados Unidos su hegemonía,
tales como China y Rusia.
Es posible que también se toque el tema de la renegociación
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, aunque ese es un tópico que
lo tienen acaparado los negociadores encabezados por Lighthizer y el secretario
de Comercio, Wilbur Ross.
Pompeo primero evaluará con Peña y Videgaray en dónde quedan
todos estos compromisos (o rendiciones de México) con Estados Unidos, para
después llegar con AMLO y Ebrard para ver la disposición de estos en
mantenerlos o si esperan cambiarlos.
Como ya ha manifestado en diversas ocasiones y se lo planteó
por teléfono a Trump, AMLO le presentará a Pompeo un esbozo de plan de
cooperación económica entre Estados Unidos, México y Centroamérica, que pueda
generar empleos, políticas sociales integradoras y una paulatina pacificación
de las comunidades expulsoras de migrantes en nuestro país y en los vecinos del
Sur, con objeto de ir resolviendo las causas que originan la migración y al
mismo tiempo, mejorar el nivel de vida y de seguridad de nuestros países.
Suena lógico y factible, siempre y cuando sea un esfuerzo
planeado, sostenido y financiado, principalmente por Estados Unidos y México. Y
precisamente eso es lo que parece casi imposible, dado que Trump lo último que
quiere es seguir comprometiendo recursos en programas de ayuda fuera de Estados
Unidos. Además, ese plan comenzaría a dar frutos en el largo plazo, y está
visto que el presidente de Estados Unidos busca resultados inmediatos, por lo
que si bien en principio, Pompeo puede recibir con agrado la propuesta de AMLO,
se ve muy complicado que pueda aterrizar en la emproblemada arena
presupuestaria de Washington.
Así también, López Obrador ha manifestado que México
regresará a la aplicación estricta de sus principios de política exterior, como
la no intervención, la solución pacífica de las controversias y el respeto a la
soberanía de los Estados. En este tenor, ya señaló que intenta llevarse bien
con todos los países del mundo y que invitará al presidente Maduro de Venezuela
a su toma de posesión.
El tema de Venezuela se va a convertir en un contencioso con
Pompeo, pues éste y el gobierno de Trump no van a quitar el dedo del renglón en
relación a lograr el derrocamiento de Maduro, y seguro que por ahí no va a
querer transitar AMLO. Qué si bien no se va a arriesgar a convertirse en aliado
de Maduro, tampoco va a querer ser un lacayo más que pida su cabeza. Habrá que
ver si México se mantiene en el Grupo de Lima, o por fin se zafa de ese dogal
con el que Washington tiene amarrados a sus lacayos subordinados latinoamericanos.
Seguro que en materia de migración se reiterará que México no
quiere, ni pagará el muro; y que seguirá defendiendo a sus migrantes, con todos
los medios legales y políticos a su alcance. Lo que no se sabe qué hará AMLO es
respecto a la política de detención, fichaje y deportación de indocumentados
centroamericanos que ha aplicado el gobierno de Peña.
Habrá que ver también hasta dónde mantiene la “guerra contra
las drogas”, que tanto interesa a Washington, y los compromisos asumidos en la
Iniciativa Mérida.
Más preguntas que respuestas para este primer encuentro entre
AMLO y el representante del gobierno de Trump, Mike Pompeo.
Pero será de gran utilidad para que AMLO mida el tipo de
enormes presiones que va a estar recibiendo de Washington 24/7, con objeto de
que nuestro país siga siendo un subordinado más de la potencia hegemónica
actual.
[1]
El embajador Héctor Vasconcelos quedó fuera de Relaciones Exteriores, no porque
quiera ir al Senado, en donde ganó una curul, sino porque en el juego interno
del lopezobradorismo el peso, las mañas y el retorcido colmillo de Ebrard, cuentan
mucho más que las del respetado diplomático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario