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Zapata

miércoles, 11 de abril de 2018

¿QUÉ ATACARÁ ESTADOS UNIDOS EN SIRIA? ¿RESPONDERÁ RUSIA?

En las próximas horas Donald Trump deberá decidir entre las opciones que el Departamento de Defensa le haya presentado para lanzar misiles a instalaciones militares sirias y/o incluso, a edificios gubernamentales en la capital Damasco.
Trump no puede echarse para atrás, pues el establecimiento político-militar de Washington, dominado por los neoconservadores, el lobby pro Israel y el complejo militar-industrial-de seguridad, logró que el propio presidente se auto acorralara con sus promesas de castigo al régimen de Assad, por el fabricado ataque químico en Douma; por lo que ahora el manipulado Trump sólo tiene la opción de “decidir” entre un ataque limitado o uno que amplíe el involucramiento de Estados Unidos en Siria. Pero ya no puede decidir no hacer el ataque.
Así, lo neoconservadores en voz de algunos de sus integrantes, como el senador republicano Lindsey Graham o el ex senador demócrata, Joseph Liberman, ya han propuesto que el ataque tendría que “destruir” todas la infraestructura de la fuerza aérea siria, incluidos sus aviones de combate; lo que en los hechos implicaría una lluvia de misiles sobre prácticamente todo el territorio sirio, lo que muy probablemente implicaría bajas entre el personal militar ruso, y con ello la posibilidad del inicio de una guerra entre las dos superpotencias nucleares.
También se ha mencionado la posibilidad de que los misiles se dirijan contra la infraestructura gubernamental siria en la capital Damasco, lo que implicaría cientos o miles de muertos civiles, y con ello el escalamiento de las hostilidades entre las fuerzas armadas de Siria, sus aliados rusos e iraníes, y las potencias occidentales e Israel, nuevamente poniendo a la región al borde de una guerra generalizada.
Otra propuesta ha sido “descabezar” al gobierno sirio; o sea, tratar de matar a Assad y a sus principales colaboradores, lo que parece improbable, pues ello implicaría un conocimiento preciso del lugar en donde está el presidente sirio, y por lo tanto un “golpe quirúrgico” que no parece factible en la situación actual que se vive en ese país, dado que Assad ha recuperado buena parte del control del mismo; y, por lo tanto, es más difícil ubicarlo.
En todo caso, lo más probable es que se lancen más misiles que el año pasado (59 misiles Tomahwak), cuando Trump ordenó un ataque contra la base de Al-Shayrat (7 de abril del 2017), por el anterior ataque químico de “falsa bandera”, realizado por los mercenarios y terroristas pagados por Occidente e Israel; y, además que los misiles se dirijan a varias bases militares (aéreas y centros de comunicación y control).
Ya Israel realizó un ataque el 9 de abril pasado, a la base aérea T-4 de la fuerza aérea Siria en Homs (por parte de dos aviones F-15), matando a diez soldados sirios y a 4 asesores iraníes. Esto lo realizó Netanyahu con el objetivo de “darle el ejemplo” a Trump de lo que debe hacer; y enviando el mensaje a Moscú de que seguirá bombardeando a placer a los sirios, mientras sigan presentes milicias y asesores iraníes en ese país. De hecho, Putin y Netanyahu ya hablaron por teléfono sobre este hecho, y el presidente ruso le advirtió al primer ministro israelí de los riesgos que corre si sigue realizando este tipo de acciones (de los 8 misiles lanzados por los aviones israelíes, los rusos dicen que con las defensas antiaéreas que tienen los sirios, se pudieron derribar 5 de los mismos). Y por su parte, Netanyahu insistió en que Israel seguirá atacando blancos en Siria, si en ellos se encuentran iraníes o armas destinadas a Hezbollah.
Así que Trump muy bien puede meterse en un agujero del cual ya no pueda salir, pues si las bases a las que va a dirigir los misiles tienen las defensas antiaéreas que ha proveído Rusia (S-300 y S-400), es posible que no todos los misiles lleguen a su destino, y ello puede ser una gran propaganda para Moscú y Damasco.
En cambio, si las defensas antiaéreas no pueden detener la mayoría de esos misiles, sería un golpe a la credibilidad de Moscú, por lo que la posibilidad de que intente “cobrarse” la afrenta con un ataque a las posiciones de lo que queda de los grupos de mercenarios y terroristas proccidentales y/o incluso el lanzamiento de misiles que caigan cerca de las bases estadounidenses en el Este de Siria, de igual forma puede llevar a un escalamiento de la respuesta estadounidense, y al borde de la guerra entre ambas super potencias.
Moscú responderá proporcionalmente al alcance del ataque estadounidense -y al parecer también francés, pues el lacayo Macron ya se unió a esta insensatez. Primero, verá si las defensas antiaéreas rusas pueden detener la mayor parte de los misiles que se lancen; y después evaluará si el daño hecho no es de gran magnitud. Si es así, Moscú ya no escalará el conflicto, a menos que lo sigan haciendo Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña e Israel.
En cambio, si los ataques van contra el gobierno en Damasco, además de contra bases militares sirias, es posible que Moscú lance ataques contra las bases estadounidenses en el Este de Siria, quizás sólo de advertencia; esto es, el lanzamiento de misiles que caigan cerca de las mismas (o de los buques de guerra estadounidenses en el Mediterráneo). Pero si el ataque estadounidense implica bajas rusas y una destrucción considerable de infraestructura militar siria y rusa; con lo que los mercenarios y terroristas pro occidentales podrían reiniciar sus hostilidades contra el gobierno sirio, entonces es factible que Moscú ponga en juego todo su arsenal en Siria y lance misiles (los crucero tipo Kalibr) a posiciones estadounidenses o incluso israelíes (en los Altos del Golán por ejemplo), desde sus submarinos nucleares y buques de guerra que están en el Mediterráneo. Y ello por supuesto llevaría a la guerra entre las superpotencias.
Putin trata de mantener dentro de la racionalidad este enfrentamiento (ya a estas alturas es muy difícil, con el establecimiento político militar de Washington, Londres, Paris y Tel Aviv en modo de guerra) que él pensaba, junto con Siria e Irán, que ya habían ganado, al derrotar a los mercenarios y terroristas prooccidentales y proisraelíes. Pero resulta que Occidente e Israel decidieron poner en juego sus propias fuerzas armadas para revertir la derrota, esperando qué con ello, tanto Putin, como la teocracia iraní y Assad en Siria, preferirían perder lo ganado y negociar desde una posición de debilidad.
Habrá que ver si Putin, Rohani y Khamenei en Irán y Assad están dispuestos a renunciar a su victoria, ante la amenaza de guerra con Occidente e Israel. O, deciden enfrentarlos, esperando que sean ellos los que en el último momento desistan. Un juego tan peligroso como éste, podría desatar la Tercera Guerra Mundial. Recordemos que en la crisis de octubre de 1962, los buques rusos que se dirigían a Cuba con misiles, fueron enfrentados por los buques de guerra estadounidenses, y sólo en el último momento vino la orden de Moscú de que dieran la vuelta, con lo que en ese entonces Kennedy, ganó ese “round” de la Guerra Fría.

La diferencia ahora es que no está Kennedy como presidente de Estados Unidos, y los “halcones” de Washington dominan el escenario, a diferencia de 1962, cuando al menos estaban en igualdad de condiciones las “palomas” y los “halcones”. Hoy todo puede ser muy distinto.

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