Por un lado,
Peña logró concitar el apoyo de los candidatos presidenciales a su respuesta a
las medidas anunciadas por Trump, aunque su mensaje[1] de 5 minutos iba dirigido
primordialmente para consumo interno, ya que en Estados Unidos no hubo mayor
reacción a las palabras del presidente mexicano.
Así también,
el rechazo del Senado mexicano a las medidas anunciadas por el presidente de
Estados Unidos, y especialmente el exhorto para que México suspenda la
colaboración con Washington en materia migratoria y de seguridad, le da un “colchón”
a Peña para negociar con las instancias inferiores del gobierno de Estados
Unidos en esas materias, ya que en algún momento puede esgrimir que una
posición todavía más agresiva de parte de los estadounidenses, lo puede llevar
a acatar la recomendación del Senado.
Sin embargo,
por otro lado, el canciller Videgaray le hizo el juego al gobierno estadounidense
al convertirse en su vocero, ya que Relaciones Exteriores se encargó de
clarificar que la Guardia Nacional que se desplegará en la frontera, no irá “armada”
y no realizará acciones de control migratorio o aduanal.
Pero da la
casualidad qué la secretaria de Homeland Security, Kirjsten Nielsen, en una
entrevista “banquetera” en Washington, dijo que sí irán armados los miembros de
la Guardia Nacional, pero que no estarán “cargadas” dichas armas, lo que
relativiza bastante el anuncio hecho por Videgaray. Y es que la derecha estadounidense
iba a comenzar a criticar el envío, ahora se sabe, de 4000 miembros de la Guardia
Nacional, si no iban a estar armados y tampoco van a ayudar a detener a los
migrantes indocumentados.
Así también,
Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, estuvieron en
Washington reuniéndose con Jared Kushner, el yerno de Trump; y el representante
comercial Robert Lighthizer, para asegurarse de que la última ronda de la renegociación
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), no se descarrile
por este último desencuentro en materia migratoria.
Y es que
para Peña y Videgaray, es fundamental que el TLCAN se firme lo antes posible,
para tenerlo como reaseguro y como bandera electoral en los comicios
presidenciales mexicanos, por lo que es posible que se haya convenido con las
autoridades estadounidenses, que por un lado Peña “salvara cara” enviando el mensaje
a Trump en el que supuestamente le recomienda dirigir sus frustraciones en
materia de política doméstica en esa dirección y no a los mexicanos; y por el
otro lado, en lo “oscurito”, nuestro país acepta las decisiones estadounidenses y se compromete a redoblar sus esfuerzos para detener la migración
centroamericana (aunque la famosa “caravana” aún no se ha detenido y algunos de
sus líderes insisten en que llegarán a Estados Unidos; ya están arribando a la
CDMX); a cambio de que el TLCAN se firme lo antes posible (posiblemente en la
Cumbre de las Américas en Perú), aún a costa de dar numerosas concesiones a los
estadounidenses en la renegociación.
Hasta ahora
ya tres gobernadores fronterizos han manifestado su apoyo a la medida de Trump,
los de Arizona, Nuevo México y Texas. Aún falta el de California, Jerry Brown,
quien mantiene un contencioso legal con el gobierno federal, por las llamadas “ciudades
santuario” y la determinación del gobierno estatal de no ayudar a las
autoridades federales en su “cruzada” antiinmigrante.
Así que Peña
sigue con su doble juego, intentando demostrarle a México que sí defiende la
dignidad nacional y se planta ante el presidente de Estados Unidos; pero al
mismo tiempo, le asegura a éste que sí atiende sus preocupaciones e
indicaciones, a cambio de que la tan anhelada firma del TLCAN no se ponga en
riesgo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario