Las vías de la restauración conservadora
Emir Sader
La Jornada 17 de Diciembre de 2017
Los procesos de restauración conservadora en América Latina han
empezado con el golpe en Honduras en 2009, que destituyó al mandatario electo,
Manuel Zelaya, porque se aprestaba a proponer una reforma constitucional que le
permitiera candidatearse de nuevo a la presidencia del país. El presidente
actual, Juan Orlando Hernández, se ha candidateado a la relección sin cambiar
la Constitución, la cual le impide hacerlo. Se va a relegir, aún con graves
acusaciones de fraude, porque lo que interesa a las oligarquías dominantes es
la continuidad del proyecto neoliberal, que vende parte importante del
territorio hondureño como zonas de desarrollo económico para grandes
corporaciones internacionales.
Ese fue el primer modelo de restauración
conservadora. El segundo se dio en Paraguay en 2012, con el golpe en contra de
Fernando Lugo, presidente electo, bajo la acusación de culpabilidad en una
masacre campesina, cuya investigación posterior reveló que el gobierno no tenía
ninguna responsabilidad. El proyecto neoliberal pudo retomar su curso en
Paraguay. Fue un segundo caso de golpe con barniz institucional, pero no menos
golpe, sin cumplir con los trámites constitucionales para destituir a un
mandatario.
El tercer caso se dio por la vía de la victoria
electoral en Argentina. Aunque negando en el único debate televisivo que haría
un duro ajuste fiscal, Mauricio Macri integró un gobierno de ejecutivos de
empresas privadas y de economistas vinculados con ellas para poner en práctica
el ajuste fiscal que había negado que realizaría. Se constituye, hasta ahora,
en el más exitoso proceso de recomposición neoliberal, por lo menos hasta que
las crueles consecuencias de su política de ajuste ocupen el centro del escenario
político, desplazando las acusaciones en contra del kirchnerismo de que se vale
todavía Macri para mantener niveles de apoyo y volverse la nueva cara de la
derecha argentina.
El cuarto caso fue el del golpe en Brasil, que pone
en práctica el programa, derrotado cuatro veces sucesivas en las urnas. Un
proyecto que avanza de forma avasalladora en el desmonte de todos los avances
logrados en los gobiernos del PT, corriendo en contra del tiempo. Se enfrenta
con un apoyo de solamente 3 por ciento de la población, mientras el respaldo a
Lula ya supera 40 por ciento. Por ello buscan desplazar los enfrentamientos
para el plano jurídico, donde podrían inabilitar a Lula para ser candidato. El
24 de enero tratarán de confirmar la primera condena a Lula, frente a una
manifestación multitudinaria que hará en Porto Alegre, ciudad sede del tribunal
de segunda instancia, en la capital de la resistencia democrática. Es un
proceso abierto, de disputa, que desemobocará en octubre –primera vuelta– y
noviembre – en caso de segunda– de 2018 y definirá el futuro de Brasil por
mucho tiempo, con consecuencias directas en todo el continente.
El nuevo caso de restauración conservadora surgió
de forma inesperada en Ecuador, donde la victoria, aunque apretada, del
candidato de Alianza País, previa continuidad y no ruptura del proyecto de la
Revolucion Ciudadana, conducido por Rafael Correa. Pero sorpresivamente Lenín
Moreno ha zanjado un camino distinto, de desarticulación del frente social y
político que había implementado las más extraordinarias transformaciones que
Ecuador había vivido. Se han introducido divisiones profundas en Alianza País,
al tiempo que el nuevo gobierno se ha reacercado no solamente de movimentos
populares que tenían divergencias con el gobierno de Rafael Correa pero con
sectores de la derecha tradicional en Ecuador, derrotados sucesivamente por
Alianza País. A la vez, Moreno pasó a desarrollar un diagnóstico similar al de
la derecha sobre la situación económica heredada, que justificaría la puesta en
práctica de un ajuste fiscal, tirando sobre el gobierno de Rafael Correa las
responsabilidades sobre la situación que vive el país. Al igual que el gobierno
incorporó otro elemento de la restauración conservadora en otros países,
asumiendo las acusaciones de corrupción sobre el vicepresidente Jorge Glass y
haciendo recaer sobre todo el gobierno anterior sospechas vinculadas con esas
acusaciones. Es un proceso nuevo, una restauración conservadora que nace desde
adentro de un gobierno electo para dar continuidad a la construcción de la
superación del neoliberalismo pero que ha escogido trillar otro camino.
Es un nuevo desafío para la izquierda
latinoamericana, especialmente en países donde la restauración conservadora se
muestra fuerte, donde hay que recomponer las fuerzas populares y democráticas
para frenar esa contraofensiva y retomar el camino del desarrollo económico con
inclusión social. En cada país los pasos pueder ser distintos, pero lo primero
es reagrupar las fuerzas de la izquierda, golpeadas política y moralmente por
el revés sufrido. Lo segundo es levantar un programa alternativo al de los
gobiernos de restauración neoliberal, retomando los vínculos con amplios
sectores de masa. Lo tercero es recomponer un frente político unificado de la
oposición. Son pasos complejos y desafiadores, pero los únicos que permiten
frenar la ofensiva conservadora y recuperar la iniciativa política de la
izquierda.
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