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Zapata

lunes, 26 de octubre de 2015

VIRAJE A LA DERECHA: ARGENTINA Y GUATEMALA

Ayer se realizaron elecciones presidenciales en Argentina (primera vuelta) y Guatemala (segunda vuelta).
En Argentina la ventaja es del candidato pro kirchnerista del Frente para la Victoria, Daniel Scioli con el 36.86% de los votos, sobre Mauricio Macri del partido Cambiemos, quien obtuvo 34.33%; mientras que el ex kirchnerista Sergio Massa, obtuvo 21.34%.
En vista de que ninguno alcanza 45 puntos porcentuales para conseguir la victoria, o 40 puntos con una ventaja de 10 sobre el segundo lugar, se tendrá que realizar una segunda vuelta el próximo 22 de noviembre entre Scioli y Macri; hecho inédito en Argentina desde que regresó a la democracia en 1983.
Se esperaba que Scioli  hubiera logrado una ventaja mayor, e incluso el 45% necesario para lograr la victoria, pero ello dependía de que el electorado de Massa, no saliera a votar en gran número o decidiera dar un "voto útil" en favor de Scioli; ninguna de ambas ocurrió.
La participación en esta primera vuelta ha sido la segunda más alta desde 1983 (86%), pues fueron a las urnas el 80% de los electores, lo que señala un interés pronunciado de los argentinos por definir el rumbo de su país en los próximos años.
Y es que la alternativa es clara, el kirchnerismo ha apostado desde 2003 (Néstor de 2003 a 2007 y Cristina Fernández del 2007 a la actualidad), por alejarse de las recetas de austeridad, contracción económica y pago a rajatabla de la deuda externa impuestas por el FMI. En cambio, se decidió acotar el poder de los grandes grupos empresariales argentinos (agropecuarios, de medios de comunicación y algunos industriales), pagar anticipadamente su deuda externa (lo que ha generado el conflicto con los "fondos buitre" que exigen el pago del 100% de sus bonos, cuando los obtuvieron a precios de remate); aprovechar el alza en los precios internacionales de las materias primas para canalizar recursos al desarrollo social; promover la integración económica sudamericana (en vez de unirse a los esquema promovidos por Estados Unidos) y alejarse de las directrices estadounidenses en materia de política exterior, para buscar una línea más independiente y soberanista.
Obviamente ese proyecto ha generado la ira y el rechazo de las clases alta y media alta de Argentina, así como de las trasnacionales estadounidenses y de los especuladores financieros de Nueva York, todos los cuales han mantenido una campaña de desestabilización y hostigamiento contra el gobierno de Cristina Fernández, a pesar de lo cual logró reelegirse en el 2011, pero ante la imposibilidad constitucional para volverse a presentar en estas elecciones, optó por apoyar a un "moderado" dentro de su partido, el ex empresario Daniel Scioli, quizás con el objetivo de ganarse a una parte del electorado que se mantiene en el centro de la disputa.
Está claro que hay varias razones que explican el porqué Scioli no pudo convencer a los suficientes electores para ganar en la primera vuelta, y ahora enfrenta a una derecha envalentonada y crecida (la candidata de Macri para la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, derrotó a uno de los principales representantes del kirchnerismo, el ex jefe de gabinete, Aníbal Fernández):
- Como todo gobierno que se prolonga por varios años en el poder, siempre se presentan desgaste, errores y especialmente divisiones internas, en vista de las ambiciones de los diferentes políticos que integran la coalición o grupo gobernante, y esto también le sucedió al grupo kirchnerista, sobre todo con la salida de Sergio Massa hace dos años, quien formó su propio partido (el Frente Renovador), que sin duda le ha quitado el caudal de votos suficientes al Frente para la Victoria, como para evitar su triunfo en la primera vuelta, Ahora Scioli tendrá que acercarse a Massa y ver si puede lograr algún tipo de alianza, para asegurar una parte de los votos de este último en su favor.
- El kirchnerismo, siendo una variante del justicialismo (esto es del peronismo), llevaba en sus entrañas la posibilidad de la división y los enfrentamientos, pues el peronismo es un frente que lleva 7 décadas y media en el espectro político argentino, primero bajo la sombra del populismo y nacionalismo del general Juan Domingo Perón (dos veces derrocado por el Ejército), apoyado por los sindicatos y por grupos heterogéneos de empresarios que buscaban el proteccionismo y el favor estatal y de clases medias bajas que dependían del gasto gubernamental para subsistir; y después reconvertido en promotor del neoliberalismo, por la presidencia de Carlos Saúl Menem, que permitió el crecimiento de una burocracia y un empresariado más ligados a las condiciones y políticas impulsadas por Estados Unidos y Europa Occidental. Así, el kirchnerismo flotaba entre corrientes encontradas y al mismo tiempo era y es criticado por la izquierda más radical, que lo ve sólo como una variante más del capitalismo, para mantener subordinados y explotados a los trabajadores.
- A lo anterior hay que sumarle la estrategia permanente de los sectores más derechistas y conservadores (liderados por el grupo Clarín), para oponerse al kirchnerismo y en la medida de sus posibilidades, sabotear sus políticas. En este sentido, el gobierno de Estados Unidos (junto con otros gobiernos de derecha, como el de Mariano Rajoy en España), y las empresas trasnacionales, así como los fondos especulativos de Wall Street, se vieron afectados por las políticas de los Kirchner, y ello los llevó a presionar a Argentina, política y económicamente desde el exterior, y a aliarse en la estrategia desestabilizadora, con los empresarios y los sectores conservadores locales.
- Por último, y no menos importante, después de más de una década de duración de precios altos de materias primas, gran parte de las cuales iban dirigidas al mercado chino (ha disminuido su crecimiento), estos se vinieron abajo, afectando los ingresos de economías emergentes como la argentina, y golpeando con ello las finanzas públicas del gobierno de Cristina Fernández (ya presionado por los "fondos" buitre" con sus demandas en las cortes de Nueva York), lo que aunado a una grave desaceleración de la economía brasileña (el principal socio comercial argentino), ha golpeado seriamente a la economía y ha generado descontento en la población.
Aún así, parece que existe el suficiente potencial dentro del kirchnerismo como para dar una última batalla que le permita derrotar a la derecha en la segunda vuelta, pero ello dependerá en buena medida de lo que decida hacer Sergio Massa, pues si siente que quedará como subordinado o peor aún, olvidado en un gobierno de Scioli, es más factible que llame a sus electores a abstenerse de votar, lo que bien podría darle la victoria a Macri.
El peligro de una victoria muy cerrada de Scioli es que le suceda lo que le ha pasado a Dilma Rouseff en Brasil en su segundo período presidencial, que los escándalos de corrupción, la caída del precio de las materias primas, la desaceleración de la economía brasileña y las disputas internas en la coalición gubernamental, le han permitido a la derecha, entrar por la puerta de atrás y condicionar y mantener como rehén al gobierno de Rousseff, que ahora depende de estas alianzas que la están haciendo derivar hacia políticas neoliberales, desnaturalizando por completo su vocación favorable a la población más necesitada de Brasil.
Por lo que respecta a Guatemala, el triunfo del ex comediante Jimmy Morales del Frente de Convergencia Nacional con el 68.52% de los votos, en la segunda vuelta; sobre la ex primera dama (estuvo casada con el presidente Alvaro Colom) de la Unidad Nacional de la Esperanza, Sandra Torres, con 31.48% de los votos, sólo confirma que Guatemala se mantendrá en la derecha política durante 4 años más.
Y es que en Guatemala no existe un partido o coalición de sectores que realmente represente a la izquierda. En este país, después de que se firmaron los Acuerdos de Paz, los partidos derechistas han gobernado el país, principalmente favoreciendo los intereses de la pequeña oligarquía y de los grupos políticos y el Ejército, que mantienen el control del país, con el visto bueno de los sucesivos gobiernos estadounidenses.
El encarcelamiento del general Otto Pérez Molina, quien ya no terminó su periodo presidencial (2012-2016), por el escándalo de corrupción en las aduanas, si bien refleja que las instancias de procuración de justicia, guiadas por la Comisión Internacional Contra la Impunidad de Guatemala (CICIG), pudieron descubrir una red de corrupción dirigida desde la presidencia de la República, y lograr encender la indignación popular para obligar a la renuncia y encarcelamiento del presidente y la vicepresidenta Roxana Baldetti, también es cierto que Pérez Molina y Baldetti habían perdido el favor del gobierno de Estados Unidos y de las clases empresariales guatemaltecas, porque no habían seguido las directrices establecidas en materia de política de seguridad y económica convenientes a estos poderes fácticos y decidieron retirarles su apoyo, con lo que la movilización popular y las investigaciones judiciales se convirtieron en los detonadores para su renuncia.
Jimmy Morales está rodeado de ex políticos y ex funcionarios de los gobiernos de Colom, Arzú y del de Pérez Molina mismo, así como de militares retirados, por lo que su gobierno se mantendrá dentro de la ortodoxia derechista que caracteriza a los gobiernos guatemaltecos, y seguramente buscará no enemistarse con los verdaderos poderes del país, esto es el gobierno de Estados Unidos y la oligarquía guatemalteca.

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