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Zapata

lunes, 18 de noviembre de 2013

JFK (Primera Parte 18 de Noviembre de 2013)

El próximo 22 de noviembre se cumplen 50 años del asesinato del presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy (JFK).

Hablar de Kennedy, de su carrera política, de su vida privada, de su asesinato, de las consecuencias que este tuvo en la política exterior y en la de defensa de los Estados Unidos y de su impronta en la historia del Siglo XX, nos llevaría años y miles de páginas para analizar ese universo de información. Se han escrito libros, artículos, se han hecho películas, programas de televisión y sólo en Google hay 42,900,000 resultados al poner las letras JFK.

Por eso, si bien hoy este primer artículo es en conmemoración de uno de los presidentes más recordados en Estados Unidos, y quizás en todo el mundo, también tiene el objetivo de explorar algunas posibles causas que se combinaron para que el presidente número 35 de los Estados Unidos fuera asesinado.

Primero, habría que mencionar que Kennedy fue hijo de Joseph Patrick "Joe" Kennedy, empresario e inversionista de origen irlandés, que también incursionó en el gobierno y en la industria del cine. Si bien es cierto que el patriarca de la familia Kennedy amasó una enorme fortuna a través de su ingenio, rudeza en los negocios y una amplia red de relaciones políticas y familiares, también es cierto que en el camino fue acumulando odios y enemigos de muy diversa naturaleza.

Cuando Joe Kennedy fue nombrado por su amigo Franklin Delano Roosevelt embajador ante la Gran Bretaña en 1938, Kennedy se opuso a que Estados Unidos entrara en la guerra en favor de los ingleses, y fue de las pocas voces dentro del gobierno que sugirió algún tipo de entendimiento con el régimen de Adolfo Hitler, lo que le valió la oposición y las acusaciones de anti-semita por parte de la poderosa e influyente comunidad judía de los Estados Unidos.

Esa oposición de Kennedy a que Estados Unidos se involucrara nuevamente en una guerra en Europa (lo mismo que el famoso aviador Charles Lindbergh), le generó tales antipatías en el gobierno y en el numeroso grupo de empresarios estadounidenses que deseaban que su país entrara en la guerra, que lo llevó a renunciar a la embajada en 1940.

En la novela de la autora inglesa Janet Miriam Holand Taylor Caldwell, Capitanes y los Reyes de 1972, se narra la historia de un multimillonario de origen irlandés, que alcanza un enorme poder e influencia en los Estados Unidos, y que en un momento dado enfrenta la oposición de los otros magnates cuando su hijo, en su camino a la presidencia, desea cambiar las prácticas del capitalismo salvaje y trata de controlar los abusos de los poderosos, lo que a la postre le cuesta la vida, siendo asesinado.

El paralelismo con la vida de Kennedy y con las disputas que tuvo su padre con otros grupos de poder dentro de los Estados Unidos, resulta evidente.

Si bien es cierto que JFK llegó a la presidencia en buena medida ayudado por las relaciones que el viejo Joe tenía con numerosos "bosses" de la política estadounidense (significativamente Richard Daley en Chicago y la familia de su esposa, los Fizgerald en Boston), también es cierto que una parte relevante del establishment político y empresarial del país no quería su llegada a la presidencia, incluidos importantes miembros del partido demócrata, como el influyente líder del Senado de origen tejano, Lyndon B. Johnson, quien tuvo que ser "convencido" de apoyar a Kennedy, con la candidatura a la vicepresidencia.

El 8 de noviembre de 1960, JFK derrotó al candidato del Partido Republicano, Richard Nixon, por una ventaja insignificante de 49.71% contra el 49.55%, una diferencia de apenas 113,000 votos. En Illinois, por ejemplo, Kennedy (a pesar de Richard Daley y su maquinaria electoral), sólo ganó por 8,858 votos, y en Texas, el terruño de Lyndon B. Johnson, el triunfo fue apenas por 23,500 votos (Kaspi, André; John F. Kennedy; Biblioteca ABC; 1993)Aún así, los demócratas conservaron la mayoría en ambas cámaras, lo que en teoría le permitiría a Kennedy llevar adelante sus políticas, sin que el Poder Legislativo las pudiera obstaculizar.

Si pudiéramos identificar las políticas que le generaron a Kennedy más animadversión de diferentes grupos de poder dentro de los Estados Unidos, podríamos mencionar, en orden de importancia, las siguientes:
  1.  Política exterior y de defensa hacia la URSS, especialmente en los casos de Cuba y de Vietnam.
  2.  Diferencias con los directores de las principales agencias de seguridad del gobierno (CIA y FBI)  para enfrentar al "comunismo", así como a grupos disidentes dentro de Estados Unidos.
  3.  Decisiones en materia de política económica hacia sectores específicos, especialmente producción de  acero y de armamento sofisticado para las fuerzas armadas.
  4. Oposición a que Israel adquiriera la capacidad de construir armas nucleares.
  5. Combate a organizaciones criminales y a sus vínculos con sindicatos como los "teamsters".
  6. Política en favor de los derechos civiles de la población negra, y oposición del establishment blanco del Sur, del Partido Republicano y del ala más conservadora del Partido Demócrata.

Política exterior y de defensa hacia la URSS

A Kennedy el complejo militar-industrial -del que el anterior presidente Dwight. D. Eisenhower había señalado como un riesgo que debía ser controlado- lo vio desde un inicio como un presidente inexperto (tenía 43 años), débil y "blando" en materia de defensa y política exterior.

El primer choque de Kennedy con los "señores de la guerra" del Pentágono y de la CIA (Allen Dulles ) y el FBI (J. Edgar Hoover), tiene que ver con una invasión a Cuba, que había venido preparándose desde meses atrás y que se le presenta a Kennedy como un "hecho consumado" al llegar a la presidencia, por lo que el novel presidente la aprueba.

La invasión de Bahía de Cochinos (Abril de 1961), realizada por exiliados cubanos, requería el apoyo aéreo de Estados Unidos, una vez iniciada. Pero es tan mal ejecutada y en un lugar tan inapropiado, además de que la falta absoluta de discreción entre los cubanos había alertado a Castro con mucha anticipación, que el primer asalto resulta en un fracaso absoluto; esto implicaba un apoyo directo de aviones y buques estadounidenses para salvar la situación, lo que Kennedy se negó a aprobar, y ello selló la suerte de los exiliados, que cayeron muertos o fueron aprehendidos fácilmente por los castristas.

Ese fiasco provocó una enorme molestia en los círculos pro-guerreristas y anticomunistas de las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia de Estados Unidos, pues consideraron que aunque la invasión estuvo mal planeada y ejecutada (lo que obviamente comprometía a los jefes de las fuerzas armadas y de la CIA), eso sólo era un pretexto para iniciar una intervención estadounidense, derrocar a Castro y recuperar a Cuba para el bando capitalista.

A partir de entonces el propio Kennedy comenzó a tener serias reservas sobre las propuestas de los generales y jefes de la inteligencia (lo que llevó al cambio del director de la CIA, por ejemplo), y se centró en su círculo íntimo de asesores y allegados con los que tenía más confianza, para tomar las decisiones en materia de política exterior y de defensa.

Un nuevo desafío se presentó ese mismo año de 1961 (Agosto), cuando los soviéticos y los alemanes orientales levantaron un muro (primero de alambre con púas y después de concreto) entre Berlín Oriental (comunista) y Berlín Occidental (capitalista), con objeto de evitar la fuga de miles de alemanes que no querían vivir bajo el yugo soviético.

Nuevamente los "halcones" del Pentágono y de los sectores duros del Partido Republicano, presionaron por una respuesta contundente, que sin duda hubiera provocado una guerra en Europa. Kennedy se negó a iniciar acciones bélicas contra los soviéticos, y a lo único que se comprometió fue a defender y apoyar a Berlín Occidental, lo que nuevamente dejó un muy mal sabor de boca a los cada vez más inconformes promotores del enfrentamiento con los soviéticos. Veían a  Kennedy débil y cediendo en cada confrontación con el Kremlin.

El tema Vietnam estuvo permanentemente en la mesa de Kennedy. Eisenhower había enviado "asesores" desde mediados de los años cincuenta para ayudar a Vietnam del Sur en su lucha contra los comunistas de Vietnam del Norte y contra la guerrilla comunista que operaba en el sur. 

Kennedy estaba convencido de que la ayuda a Vietnam del Sur debía continuar, por lo que siguió enviando "asesores", pero no estaba seguro de que Estados Unidos debía involucrarse en gran escala en el conflicto, sino ayudar al gobierno sudvietnamita a contener al régimen comunista del Norte y derrotar a la guerrilla en el sur.

Esta estrategia era vista como "perdedora" por el Pentágono y los "halcones" de la política norteamericana, que presionaban por una intervención mayor de Estados Unidos (calculaban inicialmente una fuerza expedicionaria de hasta 200,000 hombres), no sólo para salvar a Vietnam del Sur, sino para recuperar Vietnam del Norte y así enviar el mensaje a la URSS y en especial a la China de Mao (que apoyaba a los comunistas en el Este de Asia), que Estados Unidos ya no permitiría más avances de los "rojos" en ninguna región del mundo.

La crisis de los misiles en Cuba, en Octubre de 1962, con todo su dramatismo, le dio a Kennedy un sonoro triunfo diplomático, en especial sobre los "halcones" en el establishment estadounidense, pues demostró que una combinación de diplomacia (las negociaciones secretas que se realizaron con Kruschev durante toda la crisis) y de fortaleza (el bloqueo naval a Cuba), hicieron retroceder a los soviéticos, con lo que se recuperó la credibilidad de Estados Unidos, a pesar de que los "guerreristas" proponían nuevamente la invasión a Cuba cuando se descubrieron los misiles soviéticos en la isla (en la película Thirteen days del año 2000, se aprecia cómo los generales presionaron constantemente por una intervención armada en la isla, a lo que Kennedy se negó).



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