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Zapata

martes, 29 de octubre de 2013

Izquierda balcanizada (29 de Octubre 2013)

El último desencuentro en la izquierda mexicana entre el presidente del CEN del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano, y el líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, muestra una vez más la incapacidad de la izquierda mexicana para unirse en temas fundamentales y así enfrentar a sus adversarios políticos, que aprovechan estas divisiones para mantener balcanizada a la diversa gama de partidos y grupos que se identifican con esta orientación ideológica (si es que así se le puede denominar al espeso e inarticulado conjunto de ideas y políticas que esgrime cada uno de ellos). 
López Obrador acusó a la dirigencia del PRD (en manos del grupo denominado coloquialmente "Los Chuchos", por el liderazgo que ejercen Jesús Zambrano y Jesús Ortega), de haber pactado con el gobierno y el PRI la aprobación de la mal llamada reforma hacendaria, a cambio de que se aprobara el denominado Fondo de Capitalidad para el D.F., y de esa manera poder oponerse a la reforma energética, la cual sería apoyada por el PAN, con lo que el gobierno y el PRI aprobarían ambas reformas, con el apoyo diferenciado de los dos principales partidos de oposición.
De ahí el llamado de López Obrador a los senadores de ambos partidos para oponerse de manera conjunta a ambas reformas, y así derrotar al gobierno y al PRI en las dos iniciativas. Sin embargo, con el rechazo del coordinador del PAN en el Senado, Jorge Luis Preciado, a dicha posibilidad, y la dura contestación de Zambrano a López Obrador por sus acusaciones, la alianza propuesta por López Obrador quedó muerta, aún antes de nacer.
¿Qué nos dice ésta nueva refriega entre PRD y Morena sobre la izquierda mexicana, en este momento tan relevante del acontecer político nacional?
Primero: La dirigencia del PRD y el gobierno del D.F., encabezado por Miguel Ángel Mancera, han coincidido en su necesidad de pactar con el gobierno federal para hacer avanzar sus respectivas agendas. En el caso de "Los Chuchos", el que se le provean recursos adicionales al gobierno de Mancera, además del apoyo político que éste recibe, tanto de la dirigencia perredista como del propio gobierno federal, les permite a los actuales dirigentes del PRD reposicionarse como actores principales en el D.F., debilitando al grupo de Dolores Padierna y René Bejarano, que tendrán que remar contra la corriente, pues en las próximas elecciones, con más recursos y las alianzas descritas, "Los Chuchos" pretenderán convertirse en el factor determinante para las candidaturas a diputados federales, asambleístas y jefes delegacionales en las elecciones del 2015.
Segundo: El jefe de gobierno del D.F. intentó en un principio situarse por encima de las rivalidades de la izquierda, coqueteando en ocasiones con López Obrador, en otras con "Los Chuchos"; acercándose también al alicaído cardenismo (Cárdenas fue nombrado Coordinador de Asuntos Internacionales de su gobierno), y evitando confrontarse con los grupos más beligerantes de los movimientos sociales (la CNTE). Esta estrategia probó su ineficacia, con los retos que le ha planteado a su gobierno la movilización permanente de la CNTE, con todos los costos políticos y económicos que ello ha acarreado a su gobierno y a la capital; con las provocaciones de los llamados anarquistas, que lo han llevado a endurecer su posición, con lo que se han cometido algunos excesos en la represión de dichos grupos; y con las presiones de todos las vertientes de la izquierda, incluidas las de su ex jefe y padrino político, Marcelo Ebrard, que intentó "guiarlo" en sus decisiones, pero que rápidamente fue hecho a un lado por Mancera, lo que ha generado una posición más crítica del ex jefe de Gobierno del D.F.
Por todo ello, Mancera ha terminado por refugiarse en el apoyo de la dirigencia del PRD y del gobierno federal, pues no podía seguir tratando de quedar bien con todos, aplicando políticas públicas contradictorias o de plano no aplicando ninguna; por lo que ha optado por cobijarse en el respaldo del grupo que por ahora maneja los destinos del partido que lo llevó a la jefatura de gobierno, y del gobierno federal, que a cambio del necesario apoyo del PRD para la reforma hacendaria, estuvo más que dispuesto a entregar recursos adicionales al D.F., sabiendo que con ello se puede iniciar una progresiva dependencia del gobierno capitalino respecto del erario federal.
Tercero: López Obrador está inmerso en una estrategia de consolidación en lo interno, para conformar su partido político, esperando también defecciones de sus aliados dentro del PRD, especialmente si después de la elección del presidente de dicho partido, hay inconformidades graves; y en lo externo, desea romper la alianza Gobierno-PRI-PAN-PRD que se estableció en el Pacto por México, aprovechando que ahora se están discutiendo reformas que provocan divisiones entre los firmantes de dicho pacto.
Por desgracia para López Obrador, más de 8 años de satanización a su persona, a través de los principales medios de comunicación del país; una falta de unidad programática clara en la izquierda mexicana, para enfrentar a un sistema económico manejado por las élites empresariales y la tecnocracia del Banco de México y la SHCP; egos y ambiciones personales en la izquierda, que la han fracturado una y otra vez (Cárdenas, Muñoz Ledo, López Obrador, Ebrard, Camacho, Dante Delgado, etc.); y, errores puntuales del propio López Obrador y de su equipo al intentar posicionarse como el líder indiscutido de esta parte del espectro político mexicano (plantón en Reforma, "república amorosa"), han ido minando las posibilidades de este líder popular (y para las derechas, "populista"), lo que ha disminuido el caudal de apoyo que logró acumular, y por supuesto su presencia ante la población como un agente de cambio para el país.
Cuarto: Marcelo Ebrard ha intentado posicionarse como el representante de la "izquierda moderna y responsable" que está dispuesto a aceptar ciertas realidades ineludibles del capitalismo dependiente y subordinado mexicano (disciplina fiscal, colaboración respetuosa con Estados Unidos, aliento a la iniciativa privada, pero con responsabilidad social), a cambio de que las élites empresariales, el aparato político y el gobierno de los Estados Unidos no obstaculicen la llegada de esta vertiente de la izquierda al poder político en México.
Sin embargo, al ya no contar con la plataforma que da el gobierno del D.F., Ebrard ha perdido presencia y fuerza, y se ha quedado relegado en la lucha de los grupos y vertientes de la izquierda ("Chuchos", reciclamiento de Cárdenas, Morena, movilizaciones de la CNTE, anarquistas), que intentan posicionarse, unos como los líderes, ya sea para rechazar las reformas, y otros para mostrarse como los socios confiables que pueden defender el interés de la población, al mismo tiempo que se avanza en las reformas propuestas desde el gobierno.
Ante ello, Ebrard optó por sumarse al rechazo a la reforma energética, en donde ha sido opacado por el protagonismo de Cárdenas y López Obrador, por lo que ha perdido terreno en su lucha por la presidencia del PRD, en donde enfrentará al candidato de "Los Chuchos", Carlos Navarrete, quien llegará con el apoyo de esa corriente (y la ventaja que da tener la presidencia del partido), más los recursos del gobierno del D.F., en donde se advierte que Mancera no desea tener a Ebrard como mentor nuevamente, esta vez desde la presidencia del CEN del PRD.
La izquierda mexicana se debate así entre un colaboracionismo subordinado con el gobierno federal y las élites empresariales (vertiente de "Los Chuchos", y en una versión más independiente, Ebrard), a cambio de que se le reconozca su presencia y fuerza en el sistema político mexicano (reforma política nacional y en el D.F.); el rechazo a dicho colaboracionismo (Morena, PT, Movimiento Ciudadano), planteando un cambio pacífico, mediante un reformismo en el cual las élites y los adversarios políticos (PRI y PAN) reduzcan su preponderancia, asegurando un entorno social y económico menos desigual, y con ello una paz pública más sólida; y un rechazo de plano a todo tipo de acomodo con las élites y el aparato político actual, a no ser que se reconozcan espacios en los que no se apliquen las reformas neoliberales de segunda generación, tal es el caso de la CNTE, el SME, los sindicatos universitarios, que pretenden quedar como islas, fuera del ciclón neoliberal (lo que evidentemente resulta casi imposible); y, finalmente los grupos armados que intentan minar al sistema (con acciones armadas o una resistencia prolongada), hasta provocar su colapso (EPR, ERPI, EZLN, etc.).
Tal diversidad de estrategias, objetivos, personalidades, grupos, debilitan a la izquierda ante adversarios que en lo general, tienen una visión y estrategias más unificadas, así como gran cantidad de recursos económicos y el aparato represivo y de espionaje del Estado; por lo que el futuro de esta parte del espectro político mexicano no parece muy prometedora en los próximos años, en especial si no encuentran un espacio común que les permita transitar hacia una oposición unificada, con vistas a transformar este sistema económico y social injusto, y cada vez más excluyente.

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