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Zapata

martes, 22 de octubre de 2013

Espionaje de Estados Unidos (22 de Octubre 2013)

Nuevas revelaciones sobre el espionaje de las agencias de inteligencia de Estados Unidos, que se refieren a Francia y México, merecen una consideración sobre estos hechos.
 
Como era de esperarse, ya hubo respuestas diplomáticas de ambos países rechazando dichas prácticas y exigiendo explicaciones.
 
Con cinismo, el Departamento de Estado ha contestado que ya ha señalado que realiza labores de inteligencia en todo el mundo, "como lo hacen todos los países", por lo que no comentará más sobre el asunto; y en todo caso, está "revisando" sus políticas y procedimientos en materia de recolección de información.
 
En resumidas cuentas, lo que dice el gobierno de Estados Unidos es "voy a seguir haciéndolo, porque puedo; y sólo voy a revisar mis procedimientos para que no me descubran".
 
Que el espionaje sea una práctica común en las relaciones internacionales, no la hace legal desde el punto de vista del Derecho Internacional Público, ni para ningún sistema jurídico nacional.
 
¿O qué por que hay trata de personas en todo el mundo, o contrabando o venta de órganos, eso minimiza o elimina su ilegalidad y por lo tanto hay que aceptarlo?
 
La respuesta del gobierno de Estados Unidos es la de la superpotencia hegemónica que sabe que prácticamente ningún país tiene los medios tecnológicos y financieros con los que cuentan ellos, para realizar ese espionaje; y ningún país puede castigarlos de algún modo por esas prácticas.
 
Cuando se dieron a conocer los primeros datos filtrados por Edward Snowden, la reacción de Estados Unidos fue que hacía el espionaje como parte de su "guerra contra el terrorismo". Las filtraciones posteriores han dado cuenta que el espionaje no tiene casi nada que ver con eso, sino con información relativa a decisiones políticas y económicas de países considerados "amigos" o "aliados" de Estados Unidos.
 
Es el caso de México, que en el gobierno de Felipe Calderón le abrió las puertas de par en par a las agencias de seguridad e inteligencia de Estados Unidos, a través de la Iniciativa Mérida, para que conocieran toda la inteligencia que se recaba en el país en materia de crimen organizado y terrorismo.
 
Es decir, oficialmente se le permitió a Estados Unidos, durante 6 años, el acceso irrestricto a la inteligencia recabada por el gobierno mexicano.
 
Pues ni eso les fue suficiente, ya que usaron esa plataforma (la base son las oficinas que están a dos cuadras de la embajada de Estados Unidos, en Paseo de la Reforma en la Ciudad de México), para enterarse de todo tipo de información relativa al gobierno mexicano, a empresas paraestatales y privadas del país, ONG's, partidos políticos, etc.
 
De ahí que resulta ridícula la supuesta "indignación" de Felipe Calderón por el espionaje del que fue objeto cuando fue Presidente, sobre todo si se toma en cuenta que de acuerdo a las filtraciones de Wikileaks, el gobierno de Estados Unidos se constituyó en uno de los principales apoyos en lo económico y lo político, del débil gobierno calderonista, después de las cuestionadas elecciones presidenciales del 2006.
 
Pero no sólo Calderón es un hipócrita, al "indignarse" por el espionaje de Estados Unidos. También Peña Nieto demostró ya su debilidad ante el poderoso vecino del Norte, cuando se supo sobre el espionaje durante su campaña a la presidencia y cuando ya era Presidente electo. ¿Qué hizo? Como ahora, envió una nota diplomática, a través de Relaciones Exteriores (que seguramente archivaran en el Departamento de Estado), demandando explicaciones y una "investigación" (eso sí es de risa loca), a lo que supuestamente se comprometió el presidente Obama. Investigación que por supuesto no resultará en otra cosa que en una discreta y privada disculpa, en el mejor de los casos, pero sin comprometerse a que no lo seguirán haciendo (de hecho lo siguen haciendo día a día).
 
Brasil demostró que sí ejerce su soberanía, no sólo cancelando la visita de la presidenta Rouseff a Estados Unidos, y denunciando en las Naciones Unidas el espionaje; sino iniciando una operación de protección del flujo de información dentro del gobierno y de empresas estratégicas como Petrobras; y junto con el resto de los llamados BRICS (China, Rusia, India y Sudáfrica), iniciando una plataforma propia de distribución de información, que no dependa de las empresas estadounidenses (como Google, Yahoo, Microsoft, etc.), que ya se ha demostrado están subordinadas a los intereses de seguridad de Washington, y no son confiables en el manejo y en la confidencialidad de los datos.
 
¿Cuál sería una respuesta apropiada, de un país soberano?
 
1. Cancelar la Iniciativa Mérida, en tanto el gobierno mexicano no haya desarrollado una plataforma propia de distribución de información entre las áreas estratégicas gubernamentales.
 
2.  Iniciar, junto con los otros muchos países afectados por estas prácticas del gobierno de Estados Unidos, una ofensiva diplomática en los organismos multilaterales, para regular la presencia y actuación de agencias de inteligencia y de seguridad, mediante una convención internacional. Si bien ello por si solo no detendrá esas prácticas, el punto es ejercer presión política para revisar y vigilar más de cerca lo que hacen las agencias de potencias como Estados Unidos.
 
3. Revisar a nivel nacional y promover a nivel internacional, la regulación de las empresas de internet y telefonía que han sido utilizadas por el gobierno de Estados Unidos, para ampliar sus capacidades en materia de inteligencia.
 
4. Establecer las mismas prácticas que Estados Unidos exige a los miembros de las agencias de seguridad e inteligencia de México, para compartir información; es decir, que se apliquen todos los controles de confianza de manera binacional, y no sólo sean los mexicanos los que tengan que pasar por ellos, dando por descontado que sus contrapartes de Estados Unidos ya los aprobaron en su país. 
 
Es claro que todo esto es mucho pedir para un gobierno subordinado (como lo han sido los gobiernos mexicanos ante Estados Unidos casi siempre) y débil como el de Peña Nieto; pero al menos hay que señalar las posibilidades, que las hay, para minimizar los daños que el espionaje de la superpotencia le ocasiona a nuestro país.
 
 

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