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Zapata

sábado, 19 de octubre de 2013

Deuda de Estados Unidos (19 de Octubre 2013)

Después de que el Congreso de los Estados Unidos finalmente llegó a un acuerdo para fondear de nuevo al gobierno y elevar el techo de la deuda, el mismo día (17 de octubre) que estaba determinado como el límite para que el Departamento del Tesoro comenzara a quedarse sin fondos, vale la pena hacer algunas consideraciones sobre esta crisis que se generó en el país más poderoso del mundo.

Prácticamente todas las grandes cadenas de televisión, los periódicos, analistas y demás comentaristas de Estados Unidos y de buena parte del mundo, condenaron duramente la actitud tomada por una minoría de diputados (y algunos senadores) del Partido Republicano, que también forman parte del llamado Tea Party, por haber obstaculizado la aprobación del presupuesto y la elevación del techo de la deuda del gobierno, con el argumento de que debía posponerse la implementación de la reforma de salud (llamada "Obamacare") por doce meses, pues su aplicación aumentará la deuda del gobierno de Estados Unidos hasta en un billón de dólares más (un trillón, en inglés) en los próximos años.

Es cierto que ese partido dentro del partido, que es el Tea Party, ha asumido posiciones radicales de derecha en varios temas (política social, migración, deuda), dificultando con ello la capacidad del liderazgo republicano para llegar a acuerdos con los demócratas y con el gobierno de Barack Obama. Sin embargo, también es cierto que dicho partido representa el sentir de una parte del electorado de Estados Unidos, que está alejado de las grandes decisiones de Washington y Wall Street (provienen principalmente del Medio Oeste, Suroeste y Sur del país), viven en pequeños pueblos y ciudades, y normalmente sufren las consecuencias de políticas decididas muy lejos de sus entornos cotidianos, sin que se les tome en cuenta su parecer.

Se les critica su provincianismo, su excesivo apego a la religión (especialmente en sectas protestantes), su falta de información y de conocimiento acerca del mundo; su educación limitada, su racismo y poca visión sobre los grandes temas que afectan a los Estados Unidos; todo lo cual los hace presa fácil de líderes populistas de derecha (como el senador por Texas, Ted Cruz); de grandes empresarios que los manipulan para defender sus intereses (Ruppert Murdoch y su cadena Fox) o de predicadores de pueblo que los obnubilan con su palabrería hueca. Todo ello es cierto, y podríamos decir mucho más sobre esta parte de la población de Estados Unidos, a la que normalmente en las grandes ciudades denominan como "hicks" (rústicos, palurdos).

Tomemos en cuenta que esos millones de blancos de clase media o pobres (como los de las montañas Appalaches), han sido tradicionalmente la "carne de cañón" en las numerosas guerras de Estados Unidos (junto con los negros e "hispanos"); son los que sufrieron la pérdida de sus granjas y pequeños negocios en la Depresión de 1929; son los que volvieron a perder sus pequeñas tiendas, trabajos y casas con el mega fraude urdido en Wall Street y avalado por Washington en el 2008; y son los que reciben el continuo desprecio y "ninguneo" de los grandes centros de decisión del país.

La deuda que se ha venido acumulando en Estados Unidos recae en las espaldas de los trabajadores, agricultores, pequeños comerciantes, etc. del país. De ningún modo esa deuda es pagada por las grandes corporaciones, ni mucho menos por los bancos y grupos financieros, que por el contrario, se benefician con el endeudamiento de gobierno y ciudadanos que son los que finalmente acaban asumiendo el peso de esas obligaciones, por décadas y décadas.

La deuda del gobierno de Estados Unidos, de acuerdo a la propia página web del Departamento del Tesoro de ese país, al 30 de septiembre del 2013, suma $16,738,184,000,000 (dieciséis billones, setecientos treinta y ocho mil, ciento ochenta cuatro millones de dólares).

Al asumir la presidencia Barack Obama en enero del 2009 la deuda ascendía a $10,632,080,000,000 (diez billones, seiscientos treinta dos mil, ochenta millones de dólares).  Es decir, en cuatro años ocho meses, la deuda ha aumentado en 57.4%.

¿Por qué aumentó en esa proporción la deuda? El rescate de los bancos (2008-2009), los programas de estímulo a la economía, impulsados por la Reserva Federal (mediante masivas compras de "activos tóxicos" de los bancos y de bonos del gobierno), con lo que expandió enormemente la emisión de dólares; los altos costos para la atención de la salud y los de defensa (guerras en Irak y Afganistán), dispararon la deuda.

Esta deuda ya había crecido enormemente en el gobierno de George W. Bush (2001-2008), al pasar de $5,716,071,000,000 a ¡$10,632,080,000,000!, es decir un ¡86% MÄS!

Clinton le había dejado a Bush una deuda manejable, pues en los ocho años en que el demócrata estuvo en la Casa Blanca la deuda sólo creció en un 37.5%.

Pero Bush, manipulado por los neoconservadores (Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Pearl, Feith, etc.), se embarcó en una frenética "guerra contra el terrorismo", que le llevó a expandir enormemente el complejo militar y de seguridad de los Estados Unidos y a intervenir militarmente en Afganistán e Irak, disparando a la estratosfera los gastos gubernamentales en materia de defensa, lo que abultó la deuda. Eso, más el rescate de los fraudulentos bancos y casas de bolsa al final de su administración, llevaron al cielo el endeudamiento gubernamental.

Así que, las políticas irresponsables en materia financiera, de defensa y de política exterior, han sido en buena medida, las que han contribuido a una deuda que ya corresponde a más del 100% del PIB (Producto Interno Bruto) de los Estados Unidos (16 billones de dólares) en 2013.

Son las élites financiera y política de ese país las que han puesto el peso de una deuda brutal, sobre las espaldas de la población.

De ahí que sí, se puede criticar duramente a estos provincianos que no saben nada del mundo y que no comprenden las complejidades de las altas finanzas, ni de las grandes decisiones. Pero lo que si comprenden es que los que deben seguir pagando los "platos rotos" de las políticas irresponsables y hasta criminales de los "señorones" de Washington y de Wall Street, son ellos. Que estos dirigentes, cuando se inventan guerras e intervenciones en medio mundo, esgrimen el patrioterismo más ramplón, para que esos "hicks" a los que desprecian, junto con negros e "hispanos", vayan a dejar su sangre y sus vidas por intereses mezquinos.

Son esos provincianos los que tienen que perder sus casas, negocios y trabajos, por aventuras y experimentos financieros en los que no tienen nada que ver, ni comprenden, para después ver cómo los que son "salvados", son los mismos que los hundieron a ellos, es decir, los defraudadores de Wall Street. Y serán ellos los que tengan que pagar con su trabajo y sus impuestos, la deuda que tan generosamente asumen en su nombre los políticos y financieros que manejan a su antojo a los Estados Unidos.

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