El Presidente está fuera de la ley
Un presidente que se proclama
por encima de la ley es un presidente fuera de la ley. No hay que darle
vueltas, es así de claro
Pablo Hiriart
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/2024/02/26/el-presidente-esta-fuera-de-la-ley/
febrero
26, 2024
El 1 de diciembre de 2018
Andrés Manuel López Obrador juró ante el Congreso cumplir y hacer cumplir la
Constitución y las leyes que de ella emanan.
Fue un juramento en sesión
solemne y el viernes se volteó contra él.
Se tendría que ir.
Aunque para una sociedad cuyas
élites y sectores informados perdieron su capacidad de asombro, tal vez lo
ocurrido sea sólo una anécdota.
Dijo en su discurso de toma de
posesión: “Habrá un auténtico Estado de derecho, tal como lo resume la frase de
nuestros liberales del siglo XIX, al margen de la ley nada y por encima de la
ley nadie”.
Le faltó agregar: ‘por encima
de la ley nadie, salvo yo’.
A unos meses de terminar su
periodo constitucional, el viernes reciente, lo expresó con todas sus letras:
“Por encima de esa ley está la autoridad política, la autoridad moral”.
El Presidente nos informó que
‘la autoridad política’”, es decir él, está por encima de la ley.
Y ‘la autoridad moral’, es
decir la suya, también está por encima de la ley.
¿No que nadie por encima de la
ley?
Fue una mentira más, podría
alegarse con excesiva indulgencia. No es así. Ésta tiene un peso y significado
diferentes.
Un presidente que se proclama
‘por encima de la ley’ es un presidente fuera de la ley. No hay mucho que darle
vueltas.
El Congreso tendría que pedir
la dimisión de Andrés Manuel López Obrador, con base en su autoproclamado poder
supralegal, y porque actúa en consecuencia.
No lo va a hacer porque hay
mayoría de legisladores morenistas en ambas cámaras. No son demócratas.
Aunque si hubiera sentido de
responsabilidad en sus diputados y senadores, obedecerían a la obligación
política de exhortar al Presidente a que se vaya, luego de romper expresamente
con el régimen constitucional.
La oposición tampoco insistirá
en la renuncia del mandatario que se proclamó fuera de la ley. Por encima de
ella.
Vienen las elecciones y ya se
va, dirán algunos.
¿Ya se va? ¿De veras?
¿López Obrador se va a ir el 1
de octubre?
En realidad, sucederá lo que
diga su dedito.
No lo sabemos. Depende de
quien gane.
Si triunfa la oposición, ni
soñar con que va a dejar el poder.
Él está por encima de las
leyes y no va a reconocer una derrota. Nunca lo ha hecho. Menos ahora que está
en el poder y nos anunció a los ciudadanos que más allá de lo que obliguen las
leyes está lo que dicte él.
Si pierde su candidata en
junio, AMLO se quedará hasta repetir las elecciones tantas veces sea necesario,
para que se haga su voluntad.
Es posible que, a pesar de
oírlo de sus labios y constatarlo con sus acciones, no se haya calibrado lo que
significa que un Presidente se haya proclamado la “autoridad moral” que está
por encima de las leyes.
Se trata del anuncio del fin
de la legalidad. Del Estado de derecho. De las garantías individuales. De la
democracia.
En caso de que gane su
candidata a la Presidencia en junio, él seguirá siendo la “autoridad moral”
que, como lo dijo, estará por encima de las leyes.
No tenemos esa figura en
nuestro orden legal.
La hay en algunos países
islámicos, y se llama ayatola.
En los regímenes
fundamentalistas, como Irán, el presidente y el Congreso están sujetos a la
autoridad moral del ayatola.
Esa es la decisión que
tomaremos en las urnas el próximo 2 de junio: queremos un país de libertades o
no.
Igualdad ante la ley o no.
Una autoridad política por
encima de las leyes, o no.
Consagraremos una ‘autoridad
moral’, un ayatola, o preferimos Estado de derecho.
Los que dicen que se
equivocaron hace seis años tienen ahora la oportunidad de corregir.
Será, tal vez, la última
oportunidad.
Es una tarea titánica, porque
vencer al régimen presidido por un hombre que se piensa, se proclama y actúa
por encima de la ley, es más difícil que quitarse de encima a un autócrata.
No va a soltar el poder.
Para confirmarlo, ahí está la
autoproclamación de ser la autoridad moral por encima de lo que mandan las
leyes.
Esa ‘autoridad moral’ no le va
a entregar el poder a sus enemigos. O al Adversario, para usar el término
bíblico que se emplea para referirse al demonio.
Porque de eso va, más o menos,
lo que nos está diciendo.
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