LAS ÉLITES DE OCCIDENTE DISPUESTAS A UNA GUERRA PARA EVITAR UN CODOMINIO MUNDIAL CON CHINA Y RUSIA
Las élites política, económica
y militar de la “anglósfera” (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y
Nueva Zelanda), Israel y sus vasallos de Europa, Asia-Pacífico y América Latina
han tomado la decisión de que el reto a su hegemonía que desde hace 20 años les
han planteado las dirigencias políticas de China y Rusia, ya no puede
arreglarse mediante amenazas o sanciones económicas, sino mediante la guerra.
En Washington los
neoconservadores que manejan la política militar, exterior y económica del
país, se encuentran en una encrucijada estratégica, ya que después de haber
logrado mediante continuas provocaciones que Rusia[1] iniciara una guerra contra
Ucrania, para así poder aislarla internacionalmente; desgastarla económica y
militarmente; y, finalmente desestabilizarla políticamente, con objeto de
lograr una nueva partición (como la que se hizo de la antigua URSS en 1991),
para dejar 4 o 5 países vasallos de Occidente enfrentados entre sí, a los que
se pueda dominar y explotar sin dificultad; ahora tiene detenido su plan debido
a las disputas internas dentro de la política estadounidense, que han evitado
la aprobación de la ayuda militar a Ucrania por 61 mil millones de dólares, lo
cual está dando una ventaja a las tropas rusas que han podido detener la
contraofensiva ucraniana y con ello comenzar a recuperar poblaciones que habían
perdido en los últimos meses.
Para Washington y sus aliados
y vasallos, el plan era armar continuamente a Ucrania, apoyarla logística y
económicamente con objeto de desgastar a Rusia y eventualmente lograr que se
retirara de la mayoría de los territorios de Nova Rossiya que ha conquistado desde
2014; y posteriormente con el inicio de la “Operación Militar Especial” en
2022.
Pero para ello se requería un
financiamiento masivo y continuo, con objeto de seguir alimentando a las
maquinarias bélicas de Occidente (con todo y el gran negocio que esto ha
significado para las empresas armamentistas), para que de esa forma el ejército
ucraniano pudiera mermar las capacidades del ejército ruso. Al tiempo que
Occidente y sus vasallos le cerraban los mercados financieros y de mercancías y
servicios a Rusia, para asfixiarla económicamente.
Los estrategas de Washington
pensaron que Rusia no soportaría tal presión y cedería a las demandas de
Occidente: Retiro total de los territorios ucranianos, incluida la península de
Crimea; pago de reparaciones a Ucrania; entrada de Ucrania a la OTAN y a la
Unión Europea sin reparos por parte de Moscú; instalación de bases militares en
todos los países de la OTAN fronterizos con Rusia, sin oposición de Moscú; y
cambio de régimen en Rusia, para tratar con una dirigencia política vasalla a
Occidente.
Pero Putin y la dirigencia
política y militar rusa, han logrado sostener a la economía rusa a pesar del
bloqueo y las sanciones aplicadas en su contra[2]; han mantenido la
ocupación de los territorios ucranianos, que tienen mayoría de población ruso
parlante; y Rusia no ha quedado completamente aislada en el plano
internacional, gracias a su pertenencia al grupo de los BRICS; al apoyo de
China y a la negativa de muchos países del Sur Global a seguir las directivas y
exigencias de Occidente.
Ante ello, las élites
occidentales comienzan a ver que las poblaciones de muchos de sus países no
están ya tan dispuestas a seguir financiando una guerra que parece no tener fin,
cuando en dichos países se acumulan las demandas de mejores servicios, empleo,
vivienda, etc.
Asimismo, los países del Sur
Global no están dispuestos a entrar en una confrontación mundial (otra vez)
sólo porque así conviene a Washington y a las capitales europeas; prefieren
además que existan equilibrios entre las grandes potencias, que eviten que una
de ellas o un pequeño grupo, defina los destinos del mundo, por lo que tampoco
están apoyando al cien por ciento las medidas anti rusas y anti chinas de
Occidente.
De ahí que, para las élites
occidentales su grandioso plan para aplastar a Rusia, y una vez logrado esto,
ir sobre China, comienza a encontrar sus límites; por lo que la desesperación
los está llevando a iniciar medidas que muy pronto pueden llevar a una guerra
directa entre Occidente y las potencias que consideran que retan su hegemonía.
Por ejemplo, en la reciente
reunión de los líderes de la OTAN[3], Francia señaló la
posibilidad de que tropas de la OTAN ya participen abierta y directamente en
favor de Ucrania, lo que evidentemente implicaría una guerra entre la alianza
atlántica y Rusia[4].
Si esto llegara a suceder, la
dirigencia política rusa ya ha dicho que si sus fuerzas convencionales son
derrotadas y la integridad territorial rusa se encuentra en peligro, no tendrán
ningún reparo en utilizar su arsenal nuclear, el mayor del mundo (además ahora
con misiles hipersónicos de última generación) contra sus enemigos.
No parece importarle a
Occidente, pues Reino Unido, Polonia y otros países de la alianza atlántica
están a favor de que Ucrania cuente con armas (drones, aviones, misiles, etc.)
que puedan usarse contra Rusia dentro de su propio territorio (lo que por lo
demás ya han estado haciendo los ucranianos), lo que evidentemente obligará a
Rusia a extender sus ataques a todo el territorio ucraniano y no sólo a la zona
Este como lo ha hecho de manera primordial.
Las expresiones del presidente
de Estados Unidos, llamando “hijo de perra” a Putin, además de demostrar sus
problemas de disminución en su capacidad mental, también expresan la
frustración dentro de Washington al no haber podido lograr sus objetivos de
sumisión de Rusia, lo que implica que están cada vez más convencidos de
intervenir directamente en la confrontación, lo que provocaría una guerra
nuclear con Rusia.
En el frente asiático las
cosas no van mejor, pues Washington sigue buscando armar todavía más a Taiwán
(se ha detenido este apoyo en vista de las disputas en el Congreso de Estados
Unidos); así como apoyar a Filipinas, Vietnam, etc. en sus disputas marítimas
con Pekín, lo que cada vez acerca más la posibilidad de una confrontación entre
ambas superpotencias, debido a un mal cálculo o decisiones incompetentes de los
comandantes en los buques de guerra.
El genocidio israelí a los
palestinos en Gaza, sumado a su nada secreto plan de limpieza étnica en
Cisjordania y la propia Franja de Gaza; más el intento de la ultraderechista
dirigencia política israelí, para comprometer a Washington y Occidente en una
guerra regional que implique la destrucción de Irán, Siria, Hezbollah, la
Autoridad Palestina, lo que quede de Hamas, la Jihad Islámica y los Houthis en
Yemen, están generando una presión enorme en Estados Unidos y Europa, pues
adicional a su lucha estratégica contra Rusia y China, se ven obligados a cumplir en la medida de sus
posibilidades, con las exigencias israelíes, dado el vasallaje de las clases
políticas occidentales ante los lobbies pro Israel que tienen una influencia
decisiva en las políticas económica, exterior y militar de dichos países.
Por más que Washington y los
europeos tratan de hacer comprender a los gobernantes israelíes que una guerra
como la que ellos quieren solo jugaría en favor de los intereses de Moscú y
Pekín, y lo único que lograrían es que el “eje de la resistencia” chií fuera
visto con mayor simpatía entre la mayoría de las poblaciones de los países de
Medio Oriente, Norte de Africa, e incluso en el Sur Global; los sionistas tanto
de Tel Aviv y Jerusalén, como los más radicales de Washington y Nueva York
(nucleados sobre todo en AIPAC, ADL y el Congreso Judío Mundial) consideran que
esta oportunidad para lograr la “solución final” del “problema palestino” no se
les presentará en mucho tiempo, por lo que siguen presionando a Washington y a
los europeos para que se logre la expulsión de los palestinos de Gaza y
Cisjordania, hacia Egipto y Jordania, para lo cual se están ejerciendo enormes
presiones políticas y económicas sobre las dirigencias egipcia y jordana (al
parecer Egipto comienza a ceder)[5].
De lograrse los planes de los
neoconservadores en Washington, es decir una guerra abierta entre la OTAN y
Rusia; y de los sionistas de Israel, es decir una guerra regional entre
Occidente y el “eje de la resistencia” chií, el mundo entrara a la Tercera Guerra
Mundial, que bien puede terminar con la vida en el planeta.
[3] https://elpais.com/internacional/2024-02-26/emmanuel-macron-reune-en-paris-a-los-lideres-europeos-para-dejar-claro-a-putin-que-no-ganara.html
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