La política exterior de Macuspana
El presidente López Obrador hizo público su rechazo a la
invitación al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico con el pretexto de
que “no tenemos relaciones con Perú”.
Raymundo Riva Palacio
septiembre 22, 2023
El Foro de Cooperación
Económica Asia-Pacífico, que se fundó en 1989, tiene 21 países miembros, entre
los cuales figuran tres de las siete principales potencias industriales de
Occidente, China y Rusia. Su fuerza económica es enorme, al sumar 56 por ciento
del producto interno bruto del mundo, y su intercambio comercial es la mitad de
lo que generan el resto de los 174 países del planeta. Dentro de tres semanas
tiene su reunión anual en San Francisco, y es difícil que el presidente ruso
Vladímir Putin sea invitado –por la invasión a Ucrania–, o viaje en caso de que
lo fuera –porque podría enfrentar acusaciones criminales en Estados Unidos–.
Pero entre quienes sí han sido invitados hay una declinación vergonzosa, la del
presidente Andrés Manuel López Obrador.
El Presidente mexicano hizo
público su rechazo a la invitación con el pretexto de que “no tenemos
relaciones con Perú y es para ver lo de Asia Pacífico”. La declaración es para
poner los pelos de punta. México sí tiene relaciones con Perú, y quien decidió
unilateralmente no tener relaciones con la presidenta Dina Boluarte, es él.
López Obrador, que no digiere la destitución de quien consideraba su protegido,
Pedro Castillo, tomó una decisión por motivos personales sin evaluar los
intereses nacionales. Más aún, el desdén para con esa cumbre refleja su
incomprensión sobre para qué sirven las relaciones exteriores que le generan
oportunidades perdidas. No debería sorprendernos, pero la película en cámara
lenta de tantos desatinos no deja de asombrar.
Apenas hace dos semanas se
ausentó de la cumbre del G-20, que reúne a las potencias económicas del mundo,
celebrada en Nueva Delhi, para estar en Colombia en una reunión regional sin
beneficio alguno sobre narcotráfico, y llegar a tiempo a Chile, para la
conmemoración del aniversario 50 del golpe de Estado a Salvador Allende. Esta
semana fue el único presidente latinoamericano con gravitas política y
económica que no participó en la sesión plenaria de la Asamblea General de las
Naciones Unidas.
López Obrador se quedó en
México jugando a la soberanía, después de ceder ante el gobierno de Estados
Unidos y extraditar a Ovidio Guzmán López, el hijo de Joaquín El
Chapo Guzmán. No fue al G-20, pero en La Habana, México fue recibido
nuevamente el sábado, por aclamación, en el Grupo de los 77, que reúne a 134
países en desarrollo, emergentes y a China, que quiere volver a ser contrapeso
a Estados Unidos. El domingo participó en el desfile del 16 de septiembre el
Regimiento Preobrazhenski, que ha contribuido con batallones al frente ruso a
la invasión a Ucrania.
El espejo para ver la política
exterior de López Obrador es Luis Inácio Lula da Silva, el
presidente de Brasil, que tan pronto regresó al poder empezó a desplegar de
manera agresiva la diplomacia de Itamarati, que históricamente rivalizó con la
Cancillería mexicana, y que hoy esa competencia por prestigio e influencia en
el mundo ya no existe al haber abandonado la plaza el oriundo de Macuspana.
Tan pronto asumió la
Presidencia, Lula preparó un viaje a China a donde lo
acompañaron más de 200 empresarios, para relanzar las relaciones bilaterales y
ganar apoyos para una iniciativa de mediación en Ucrania. A diferencia de López
Obrador, que tuvo como ocurrencia proponer un alto al fuego entre Ucrania y
Rusia, con lo que avalaba la ocupación de casi la mitad de territorio
ucraniano, Lula ha ido tejiendo directamente con los líderes,
en lugar de utilizar un atril en el Palacio de Planalto, la sede del gobierno
brasileño. Lula fue a la sesión plenaria en las Naciones
Unidas, donde, como es tradición, fue el primer líder en pronunciar su
discurso, y se reunió con el presidente Volodímir Zelenski.
En las Naciones Unidas también
sostuvo un encuentro con el presidente Biden, que desde hace meses se buscó sin
éxito que tuviera López Obrador, y ambos lanzaron una iniciativa para promover
el trabajo digno en todo el mundo, que los capacite ante las innovaciones
tecnológicas y enfrente la desigualdad, que esperan presentar en la próxima
reunión del G-20 el próximo 1 de enero, que será en Brasil. Lula no
ha soslayado al G-20, y fue a Nueva Delhi sacrificando su asistencia a la
conmemoración del golpe de Estado en Chile. Tampoco ha ignorado a la presidenta
Boluarte, y aunque ideológicamente es cercano al depuesto Castillo, mantiene
una relación fluida con Perú.
El discurso de Lula en
las Naciones Unidas incluyó una crítica al diseño institucional del Consejo de
Seguridad, el órgano político de la ONU, con el trasfondo de la lucha de años
de Brasil por que se amplíe el número de miembros permanentes, y que sea esa
nación la que ocupe el asiento latinoamericano. México siempre estuvo en contra
de la ampliación, pero el trabajo diplomático para impedirlo es inexistente hoy
en día. Biden recordó en su discurso que está a favor de ampliar la membresía
permanente del Consejo de Seguridad, y que estaba hablando con los interesados.
La reunión con Lula vino después. Dos más dos son cuatro.
López Obrador ha profundizado
su aislamiento y ha reducido el perfil de México en el exterior. El Presidente
ha ido achicando todo y cada vez es tomado menos en cuenta. Quería armar un
bloque latinoamericano encabezado por él, en la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribeños, pero Brasil le hizo el vacío. Lula está en otras
cosas. No grita como López Obrador contra Estados Unidos, haciendo todo lo que
le piden, y sin onomatopeyas reforzó su relación con Biden, sin menoscabo de
sus lazos con China y participar en el proyecto de romper la hegemonía de
Estados Unidos en lo económico y político.
López Obrador piensa chiquito.
Ayer, cuando anunció que no iría a San Francisco, dijo que, como compensación,
espera que Biden le acepte la invitación para que vea el Tren Maya o el
Transístmico, que le formuló desde hace tiempo. Que espere sentado. Quiere que
Biden lo invite a Washington en noviembre o enero. A ver qué le responde.
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