Morena y el narco
El país que
se incendia tiene sin cuidado a López Obrador. Lo suyo es el insulto a quienes
considera adversarios políticos.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/2023/07/10/morena-y-el-narco/
julio 10,
2023
La relación
de Morena con grupos criminales del país nos adentra en un proceso electoral
enmarcado por la violencia y el desgobierno.
El
Presidente tiene el poder, pero perdió el control.
Tiene el
poder y eso le basta para meter a la cárcel a quien diga su dedito, menos a los
grupos armados.
Jugó con
fuego e incendió al país.
El ejemplo
de abrazos con los cárteles se replicó en su partido, que cruzó la línea roja:
estableció la relación de servicios mutuos con los más siniestros grupos
criminales.
A López
Obrador le tiene sin cuidado el charco de sangre y fuego que se expande en el
país que gobierna.
Cientos de
candidatos, precandidatos y autoridades de oposición fueron asesinados o secuestrados
por las agrupaciones criminales en las elecciones intermedias. Otros optaron
por bajarse la elección.
¿Dónde están
las investigaciones?
¿Dónde están
los expedientes de cada caso?
¿Qué pasó
con el secuestro de opositores previo a la elección de gobernador en Sinaloa?
Su
preocupación es Xóchitl. Y le angustia que se le acaba el tiempo sin haber
consumado la destrucción de sus enemigos que, con nombres y apellidos, menciona
casi a diario.
Las
conferencias matutinas las dedica a los chismes. A la denigración de
periodistas. A sembrar calumnias y a mentir.
Qué pena de
Presidente.
Trae en la
mira a Xóchitl Gálvez, precandidata de oposición: la caricaturizó como
vendedora de tamales y se puso a remedar sus gritos: “Tamaleeees, a los
riiiicos tamaaaales”.
No sólo
ofende a la senadora hidalguense, sino a millones de mujeres que venden o han
vendido tamales y gelatinas para vivir.
Está
obsesionado con Xóchitl porque no ha podido con ella. A cada ofensa
presidencial responde sin odio, con dignidad, y lo pone en la lona.
Al
Presidente descontrolado, Xóchitl Gálvez le contesta sin enojo y lo baña en
sopa de su propio chocolate:
Vender
tamales “es una forma honesta de ganarse la vida y mucho mejor que dar atole
con el dedo todas las mañanas”, le respondió. Al suelo López Obrador.
El país que
se incendia tiene sin cuidado al Presidente. Lo suyo es el insulto a quienes
considera adversarios políticos.
¡Ah!, pero
al Chapo Guzmán le habla de usted.
Al ejido de
la familia del capo del Cártel de Sinaloa fue un par de veces
–y sin prensa– a comer tacos con los cercanos “del señor Guzmán”.
No es de
extrañar que veamos las imágenes de la alcaldesa de Chilpancingo, capital de
Guerrero, en un restaurante con líderes de un grupo criminal.
Se ve a los
capos con pistolas llegar a la reunión en el restaurante La Cabañita y sentarse
con la alcaldesa y su marido a conversar.
Luego de
negarlo, ella admitió la reunión y dijo que no fue para pactar nada. (Los
Ardillos le disputan el control de Chilpancingo al cártel de Los
Tlacos).
Si no era
para acordar nada, ¿entonces fue para socializar?
La respuesta
a esa convivencia llegó la semana pasada.
Los Ardillos dejaron en Chilpancingo siete cuerpos
humanos desmembrados con un mensaje para la alcaldesa: “Saludos Presidenta
Norma Otilia, sigo esperando el segundo desayuno que me prometiste después de
venirme a buscar”.
El fin de
semana, más incendios, balazos y asesinatos en Chilpancingo y Acapulco. ¿Y la
alcaldesa? De fiesta en el puerto.
Guerrero
está en esas manos, que se han fortalecido con la llegada al gobierno de la
hija de Félix Salgado Macedonio.
Lo mismo en
Chiapas. Ahí el Cártel Jalisco Nueva Generación secuestró,
humilló y videograbó a una decena de empleados públicos para exigir que el
gobierno aplique mano dura a funcionarios que trabajan para su rival, el Cártel
de Sinaloa.
¿Algún
detenido? Nada. Nadie.
Los hechos
dan la razón a quienes sostienen que cárteles de narcos y otras agrupaciones
criminales son el brazo armado de Morena.
El
Presidente anda en la grilla de las precampañas y en las intrigas contra medios
de comunicación y periodistas que le resultan desagradables.
¿Cuántos
grupos criminales hay en Michoacán? Proliferan y matan sin que el gobierno
federal tome el control, porque está rebasado.
El asesinato
de Hipólito Mora fue con mil balazos. Todos sabían que lo iban a matar. ¿Qué
hizo el Presidente? Una fiesta para celebrar cinco años de su triunfo electoral
de 2018.
“Tendría que
ser un día de luto y no de fiesta”, le dijo el obispo de Apatzingán, Ascencio
García.
López
Obrador le contestó con una de sus calumnias favoritas, que está al servicio de
los poderosos, la oligarquía, etcétera.
Oí la
entrevista que Joaquín López-Dóriga le hizo al obispo y su humildad, decencia y
entereza fueron conmovedoras:
“Invito a mi
Presidente que nos guste acompañar un tiempo… un mes con un servidor, que me
acompañe, visible o invisiblemente, para que vea con quiénes convivo, a quiénes
dedico mi tiempo”.
La manga
ancha a las organizaciones criminales las empoderó. Si el gobierno quiere
reaccionar no puede: su partido, Morena, está comprometido con ellas en amplias
regiones del país.
En el
noroeste del país hubo operación del narco en las elecciones intermedias. En
Tamaulipas secuestraron y liberaron al secretario de Gobierno.
Coches bomba
en Guanajuato y en Jalisco, como en Colombia de los años 80 y 90.
¿Qué podemos
esperar, entonces, para los siguientes meses en la nación?
Más
descontrol, más violencia. El Presidente está obsesionado con frenar a Xóchitl
y destruir adversarios políticos antes de que termine su periodo y deba irse a
la finca de Palenque.
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