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Zapata

domingo, 2 de julio de 2023

 MÉXICO ES CASI EL PARAÍSO, SEGÚN LÓPEZ OBRADOR

Ayer el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) festejó ante 250 mil personas en el Zócalo de la Ciudad de México, su triunfo hace 5 años, en las elecciones presidenciales del 2018.

Como es su costumbre, convocó a todos sus subordinados en el gobierno federal y a los 23 gobernadores (de un total de 32), que forman parte de su coalición gobernante; así como a los aspirantes a la candidatura presidencial de su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Dio un largo discurso en el que se auto elogió hasta el paroxismo, presentando cifras en todos los rubros del quehacer nacional, para afirmar que su denominada Cuarta Transformación ya cambió al país de fondo, y para atacar con todo a sus opositores, a los que él califica de conservadores, defensores de regímenes oligárquicos y corruptos.

La base de todo su discurso[1] fue que su compromiso con el pueblo y el apoyo del pueblo hacia él y su gobierno es lo que ha logrado la transformación. Su principal critica a los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN de los últimos 36 años (1982-2018), es que nunca tomaron en cuenta al pueblo en sus políticas públicas.

En vista de que desde 2021 el propio presidente abrió la competencia por la sucesión presidencial en su coalición gobernante, y una vez que él mismo definió las reglas para conseguir esa candidatura (el pasado 5 de junio), se ha entrado en una fase de abierta competencia electoral, por lo que es lógico que el presidente quiera presentar a su gobierno como exitoso, y como un punto de inflexión en la historia de México, con objeto de que sus bases de apoyo se mantengan fieles a su proyecto y eventualmente a la candidata presidencial de su coalición (que todo indica será la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum); y mantener acorralada y descalificada a la coalición opositora que está por iniciar su proceso de selección de su candidato o candidata presidencial (PAN-PRI-PRD).

Por ello no hubo auto critica, ni aceptación alguna de que existan pendientes, errores, omisiones o incluso retrocesos durante su administración.

La economía, la política, la seguridad, la sociedad, todo va viento en popa; México, dados los datos, cifras y aseveraciones del presidente ayer 1º de julio del 2023, es por lo menos tan desarrollado (y AMLO diría que más), que Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Europa Occidental, Japón, Corea del Sur y Singapur, juntos.

Decir que México es casi el paraíso[2], es quedarse corto ante el “maná” de beneficios que este país ha recibido gracias a la llegada de AMLO al poder.

Cero equilibrio en su discurso, cero auto critica, cero contención; sin López Obrador seguiríamos en la oscuridad de los gobiernos oligárquicos, de la corrupción, del dominio del crimen organizado, de la pobreza, de la desigualdad, de la violencia, etc.

Pero da la casualidad de que muchas cifras y hechos desmienten esa visión idílica de AMLO sobre el país y sobre lo realizado por su gobierno.

En el tema de la corrupción, principal rubro en el cual AMLO basó su campaña para llegar a la presidencia de la República, un índice aceptado internacionalmente para medir ese fenómeno es el que año tras año realiza Transparencia Internacional.[3]

En el índice de 2022, México aparece en el lugar 126 de 180 países con sólo 31 puntos de 100 posibles; en el mismo nivel de Bolivia, Laos y Uzbekistán. Por tercer año consecutivo (2020, 2021 y 2022), México obtuvo esos magros 31 puntos.

Dentro de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupó el último lugar en materia de corrupción de los 36 países que la integran; y del llamado G20, ocupa el último lugar junto con Rusia.

Es decir, para la comunidad internacional, México no ha avanzado nada en materia de combate o erradicación de la corrupción durante el gobierno de AMLO.

Pero para AMLO esos indicadores no cuentan, pues los realizan gobiernos “contrarios” a su administración, que además favorecen a los oligarcas y a los gobiernos neoliberales del pasado.

Sin embargo, internamente ya hay numerosas pruebas de que su administración ha sido un cochinero de corrupción, tal como la anterior de Peña Nieto (2012-2018).

Un panegirista del gobierno de AMLO, Hernán Gómez Bruera, de quien no se puede decir que haya sido crítico del actual gobierno, acaba de publicar un libro llamado Traición en Palacio. El negocio de la justicia en la 4t.[4] en el que detalla la serie de negocios y abusos que desde la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República llevó a cabo durante 3 años Julio Scherer Ibarra, quien ha sido colaborador de AMLO por más de 20 años.

Parece increíble como Gómez Bruera intenta hacernos creer, que durante 3 años López Obrador no se enteró de tal cantidad de actos de corrupción y abusos de poder de su subordinado, quien tiene su oficina a un lado de la del presidente en Palacio Nacional. Simplemente no es creíble.

Así, igual que los miembros del partido del presidente repiten una y otra vez que no es creíble que el ex presidente Felipe Calderón (2006-2012), no se enterara de que su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna estuviera coludido con cárteles del narcotráfico; igual se puede decir que no es creíble que AMLO no tuviera ningún conocimiento de la corrupción descarada de su consejero jurídico, al cual finalmente despidió después de su tercer informe de gobierno, porque las evidencias de su actuar ilegal eran ya demasiadas, y AMLO no tuvo más remedio que despedirlo.

Pero AMLO suele ser muy “leal”, para aquellos que le son leales a él o que le han proporcionado recursos económicos y protección política durante su larga carrera.

Scherer fue uno de los principales cabilderos para él, que conseguían dinero en efectivo de empresarios para las campañas electorales de AMLO (págs. 65-72 de Traición en Palacio), como lo atestiguó por años la que fuera esposa de uno de los principales colaboradores de AMLO, César Yáñez (hoy subsecretario de Gobernación), la periodista Elena Chávez, quien en su libro El Rey del Cash[5] detalla como políticos y empresarios diversos entregaban sumas en efectivo a López Obrador para que este pudiera continuar con su “lucha a favor del pueblo”, primero en el Partido de la Revolución Democrática y después en el Movimiento de Regeneración Nacional.

El escándalo de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), en donde la Auditoría Superior de la Federación identificó desvíos por casi 18 mil millones de pesos, pero ahora según el gobierno de AMLO no son más de 4500 millones de pesos, pinta de cuerpo entero a AMLO.

Primero, porque por casi dos años se negó a aceptar que había un pozo de corrupción en esa entidad, encargada de asegurar el apoyo a campesinos y el abasto de alimentos a precios de descuento para la población más necesitada.

Cuando AMLO ya no pudo ocultar lo obvio, él mismo salió a defender y a cubrir los latrocinios del director de esa empresa, Ignacio Ovalle Fernández, quien en los inicios de la carrera de AMLO le dio empleo y lo protegió políticamente.

Ahora AMLO ha devuelto el favor, pero con una de las explicaciones más estúpidas que se hayan escuchado en la historia de la corrupción en México.

Según AMLO los subordinados de Ovalle “lo engañaron” y el viejito no se dio cuenta de que estuvieron saqueando por tres años la empresa paraestatal que supuestamente él dirigía.

Por lo tanto AMLO ha “exonerado” a Ovalle, y lo ha colocado en un puesto menor en la Secretaría de Gobernación. En vez de que la Fiscalía General de la República lo investigue y abra una carpeta para judicializar el caso en contra de Ovalle, diligentemente no ha hecho nada contra el funcionario, porque así lo quiere el presidente. Así se demuestra que no hay justicia en México; que los poderosos, en este caso AMLO, pueden evitar que investiguen y juzguen a corruptos como Ovalle, porque según AMLO “es buena persona”; y así se demuestra que la Fiscalía General de la República de autónoma no tiene nada, es una oficialía de partes de la Presidencia.

Si vamos a que los “pobres son primero”, es otra falacia, pues como lo acaba de documentar el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria[6] la población sin seguridad social en México casi se duplicó entre 2020 y 2023 al pasar de 15 al 28%; mientras que el presupuesto para atender a la población en ese rubro bajó 7% en el mismo lapso.

Y entre 2020 y 2023 el dinero que las familias tuvieron que gastar en médicos particulares y medicinas subió 40%.

Mucho por la atención a los pobres en materia de salud y seguridad social.

El supuesto cambio en materia de pobreza y desigualdad es otra falacia, pues según la CEPAL y el INEGI[7] de 2019 a 2022 la desigualdad se ha mantenido sin cambios en el país, pues las remuneraciones de los asalariados solo representan el 28.7% del PIB, lo que representa un avance de sólo 0.2% entre 2020 y 2021.

Pero los que sí han logrado un éxito rotundo en este gobierno son los banqueros, quienes el año pasado consiguieron sus utilidades más altas en la historia con 250 mil millones de pesos; y este año prevén que las superarán por mucho.

Otra falacia ha sido la supuesta separación del poder político y el económico, cuando el presidente ha establecido un “capitalismo de cuates”, como el que existió en los gobiernos del llamado “nacionalismo revolucionario”, en donde aquellos empresarios que se inclinan ante el presidente obtienen concesiones y contratos, como ha sido el caso con los empresarios amigos de los hijos de AMLO; o aquellos empresarios amigos y/o compadres del presidente (Carlos Slim, Jesús Chávez Morán del Grupo Vidanta, José María Riobóo, Miguel Rincón Arredondo de Bio Pappel, entre otros). Vaya con la separación del poder político y el económico.

Y que decir de la inseguridad, cuando este año ya se llegó a 156 mil muertes, más que en todo el anterior sexenio de Peña Nieto, y las ejecuciones, enfrentamientos entre grupos del crimen organizado, extorsiones, asaltos a transporte público y de carga siguen al alza en todo el país.

Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, y AMLO sólo se ve a sí mismo como un personaje histórico del tamaño de Benito Juárez y Lázaro Cárdenas, y los fanáticos de su movimiento no están dispuestos tampoco a que esa visión se “empañe” con cifras, datos y realidades que contradigan la narrativa exitosa y victoriosa de su gran líder.

Malas noticias para México, pues en la medida en que el presidente, su gobierno y su movimiento sólo quieran ver “lo bueno” de su gestión y no estén dispuestos a corregir lo malo (que es muchísimo), el país seguirá hundido en la mediocridad, la corrupción, la violencia, la inseguridad, la pobreza, la desigualdad, la demagogia y la realidad alternativa que llevará al país al borde del precipicio.



[2] Como el nombre de la famosa novela de Luis Spota.

[4] De Penguin Random House Grupo Editorial, publicado en la Ciudad de México en junio del 2023.

[5] Penguin Random House Grupo Editorial, publicado en octubre de 2022 en la Ciudad de México.

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