Celac: la integración en disputa
Carlos
Fazio
https://www.jornada.com.mx/2023/01/23/opinion/015a1pol
En medio de
una fractura geopolítica y geoeconómica epocal, signada por la transición
del modelo unipolar globalista/atlantista hegemonizado por Estados Unidos (el
llamado Occidente colectivo que tiene de brazo armado al Pentágono y la OTAN y
su buró político/financiero corporativo privado en Davos, Suiza, con sus perros
guardianes, el Banco Mundial y el FMI), a otro multipolar, cuyos principales
centros de poder emergentes son las naciones del BRICS (Brasil, Rusia, India,
China y Sudáfrica), la séptima Cumbre de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en Buenos Aires, será escenario de una
discusión estratégica sobre modelos de integración regional.
La cumbre de
la Celac, mecanismo intergubernamental que agrupa a 33 países con independencia
de sus sistemas políticos y económicos (unidad en la diversidad), se da en el
contexto de la guerra comercial-financiera-tecnológica de las administraciones
Trump/Biden contra China, nación definida como principal amenaza a la
hegemonía imperial en la Estrategia de Seguridad Nacional que orienta el
accionar del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Sin ambages,
en diciembre último el secretario de Defensa, general Lloyd Austin, dijo que
EU debe usar su poder militar para frenar la influencia de China en el orbe,
y mientras arma a Taiwán, ha buscado incluir al gigante asiático como objetivo
de la OTAN en la región Indo-Pacífico.
A su vez, la
guerra híbrida por delegación de EU contra Rusia en Ucrania, que China no
quería, está dirigida a impedir militarmente la integración euroasiática, eje
fundamental de la estrategia de la Nueva Ruta de la Seda del presidente chino,
Xi Jinping. El sabotaje anglosajón contra los gasoductos rusos Nord Stream en
el Báltico, buscó romper nexos vitales de Europa comunitaria (Alemania, en
particular) con Rusia y China. Ucrania forma parte y es prolegómeno de la guerra
fría de Joe Biden contra China en Asia Oriental.
La Ruta de
la Seda, red de infraestructura multimodal (carreteras, ferrocarriles, puertos,
aeropuertos, parques agroindustriales) que abarca los cinco continentes,
permitió que en la última década la inversión extranjera directa (IED) de China
en América Latina creciera casi siete veces, situándose en 171 mil millones de
dólares, desplazando a EU como principal inversor regional.
En ese marco
de relaciones geopolíticas y geoeconómicas complejas se inscriben sendas
guerras de la administración Biden contra China: la de los chips y la del
litio. Los chips informáticos avanzados son la columna vertebral de las
capacidades económicas y militares de la era digital. La tecnología es la base
del poder militar y también de la productividad económica y la posición
competitiva en el mercado mundial. Y Biden, como antes Trump, intenta por todos
los medios bloquear el desarrollo tecnológico chino, aislándolo de las cadenas
mundiales de suministro de chips de última generación; lo que forma parte de la
estrategia provocadora de EU contra China en Taiwán.
Paralelamente,
con el telón de fondo del asimétrico y neomercantilista T-MEC (Tratado México,
EU, Canadá), durante la décima Cumbre de Líderes de América del Norte a
principios de enero, Biden, Justin Trudeau y Andrés Manuel López Obrador
acordaron impulsar una industria de chips subregional para frenar la
dependencia de semiconductores de Asia. Asimismo, como parte de la
repotenciación de México como país maquilador −dada las ventajas para la
relocalización de empresas asiáticas en su territorio ( nearshoring)−,
Biden y Trudeau consiguieron que las corporaciones privadas de EU y Canadá tengan preferencia en
la explotación del litio mexicano (declarado con un tono épico similar al de la
expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas, de utilidad
pública y reservado en exclusiva para México y los
mexicanos según la reforma a la Ley Minera del 20 de abril de 2022).
Es decir, en
la disputa por el liderazgo de la transición energética que está en el centro
de la actual confrontación geopolítica −donde los países de América Latina
constituyen un importante reservorio de recursos naturales críticos como las
tierras raras y el litio, que junto con el níquel, el cobalto y el manganeso es
un componente crítico de las baterías−, la flamante Asociación de Seguridad de
Minerales, creada por EU con Canadá, Reino Unido, la Unión Europea, Australia,
Japón y Corea del Sur (la OTAN metálica la bautizó Reuters), no
tendrá que usar contra México el sambenito que el Comando Sur del Pentágono
esgrime en el Triángulo del Litio (Chile, Argentina y Bolivia): que China y
Rusia están allí para socavar a EU y la democracia. Además de que la
cooperación táctica y estratégica de las fuerzas armadas de México y EU busca
alcanzar hacia 2030 una gran compatibilidad
operativa como socios en defensa para la protección de
Norteamérica y la promoción de la seguridad y el liderazgo regional.
Ante la
rebelión directa de Rusia y China contra la unipolaridad globalista de EU,
Davos y sus vasallos europeos –dirigida a imponer un gobierno mundial al
margen de la ONU con los valores y las reglas extraterritoriales de
Washington−, y de cara a los procesos golpistas impulsados por el complejo
militar industrial y los poderes fácticos en Perú, Brasil y Bolivia en la
coyuntura, la reunión de la Celac tiene la alternativa de profundizar los
intentos de una integración regional consensuada, como herramienta estratégica
basada en la autodeterminación, la soberanía, la cooperación, la
complementariedad económica y la solidaridad; sin el neomonroísmo de la Alianza
para el Progreso, la OEA y el ALCA.
Una
integración regional con enfoque de multipolaridad y multilateralismo; sin
medidas coercitivas unilaterales y sanciones ilegales desestabilizadoras,
exenta de militarización, bases castrenses y paramilitarismo. Libre de
colonialismo interno y externo y que valorice el legado multicultural y la
memoria histórica de los pueblos originarios. Que coloque al hombre y la mujer
de a pie como centro de sus políticas económicas y no al Dios mercado, eje de
la corrupción, que significa acumulación de dinero y poder por medio del
soborno, la extorsión y el asesinato. Una integración con horizontes del buen
vivir/vivir bien, y por qué no, socialista.
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