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Zapata

viernes, 27 de enero de 2023

 ¿CÓMO SALVAR LA CANDIDATURA DE SHEINBAUM?

Esa es la pregunta diaria que se hace el presidente López Obrador, ante un nuevo estancamiento en las preferencias ciudadanas por su precandidata favorita (la jefa de gobierno de la Ciudad de México), a raíz de los “incidentes atípicos” que han estado sucediendo en el Sistema de Transporte Colectivo Metro (incluido un nuevo accidente con una víctima mortal y varios heridos), que los propagandistas gubernamentales[1] quieren adjudicar a un “complot” de los conservadores y la derecha para descarrilar las aspiraciones presidenciales de la favorita de López Obrador.

Por su parte la oposición (PAN, PRI y PRD), tratan de explotar la ineficiencia del mencionado sistema de transporte y las justificaciones gubernamentales, para debilitar la precandidatura de Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno capitalina.

En este contexto, López Obrador está impulsando una serie de reformas legislativas a las instituciones encargadas de organizar las elecciones en el país, con las que dejará literalmente ”en los huesos” a las mismas, Instituto Nacional Electoral (INE) y Tribunal Electoral (TEPJF)[2], devastando hasta el 85% de la estructura de dichos organismos, con el objetivo de que el partido político que concentra la mayoría de gubernaturas y presidencias municipales, el oficialista Morena, cuente con predominio en el terreno sobre sus competidores, puesto que ante la ausencia de autoridades electorales para planear, capacitar personal y organizar las elecciones, serán los gobiernos quienes de facto asuman dicha función, dándole así una clara ventaja al partido en el gobierno.

Para López Obrador y su coalición gobernante, no importa en lo absoluto violar la legislación aún vigente que prohíbe las precampañas presidenciales, pues saben que el que tendría que aplicar las sanciones que impongan el INE y el Tribunal Electoral, es el mismo gobierno federal, y por lo tanto eso no va a suceder.

Hay así una violación cínica y flagrante de la normatividad electoral aún vigente, con claro uso de recursos públicos para favorecer la precandidatura de la favorita presidencial, en espera de que la mayoría oficialista en el Congreso apruebe normas que “legalicen” esas violaciones a la actual legislación; y que esa misma mayoría nombre próximamente a 4 nuevos consejeros electorales que cambien la correlación de fuerzas en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral, para desde ahí avalar el uso de recursos públicos para apoyar a la precandidata oficial y para bloquear cualquier intento de sanción contra nuevas posibles violaciones a la legislación electoral.

Con todo ello, la “democracia mexicana” se ha convertido en una farsa, pues todo el poder del Estado está siendo utilizado para que el partido en el poder logre el triunfo en las elecciones federales del 2024, tanto a la presidencia de la República como en la renovación del Congreso de la Unión, sin que la sociedad mexicana pueda detener tan grosera imposición.

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