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Zapata

martes, 10 de enero de 2023

 MÉXICO: ENTRE EL VASALLAJE Y LA “INTEGRACIÓN”

Después de finalizada la 10ª Cumbre de los mandatarios de América del Norte, quedan más dudas que respuestas.

No quedó aclarado el tema de la política energética mexicana, pues no hubo referencias explícitas sobre el tema por parte de los “tres amigos” (López Obrador, Biden y Trudeau); ni sobre las importaciones de maíz transgénico; por lo que la posibilidad del establecimiento de paneles de controversias para la solución de estos temas sigue en la mesa.

López Obrador aceptó que nuestro gobierno recibirá hasta 30 mil deportados al mes desde Estados Unidos (de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití), en caso de que no opten por el nuevo sistema por medios electrónicos que ha establecido el gobierno estadounidense para que apliquen por una visa; siempre y cuando cuenten con un aval en Estados Unidos, pasen el proceso de autorización y lleguen por vía aérea.

Da la “casualidad” que los migrantes de tres de los 4 países considerados en esta medida, Venezuela, Cuba y Nicaragua, fueron los no invitados a la Cumbre de las Américas en Los Angeles, el año pasado, razón por la cual López Obrador se negó a asistir.

Ahora Biden obliga a AMLO a aceptar a los deportados de esos países, como parte del costo que nuestro país tiene que pagar para que Washington no active inmediatamente los paneles de controversia en materia energética y, más adelante, en lo relativo al maíz transgénico.

¿Qué ganó López Obrador con la Cumbre? Además de las fotos, los saludos y los abrazos, más promesas de que Estados Unidos y Canadá tomarán en cuenta a México para el famoso “nearshoring” (regreso de inversiones que están en China al continente americano), para lo cual se crea una comisión de 4 miembros de cada gobierno, supuestamente para acelerar “la integración” de las tres economías, y para considerar ampliar este proceso a toda América.

Resulta que ese era el plan de Clinton y de Bush, que fue terminantemente rechazado por Venezuela, Brasil, Argentina, etc. en la primera etapa de los llamados gobiernos “rosas”.

Ahora el defensor de esos gobiernos (en su segunda etapa), es decir AMLO, es el principal impulsor para que los países sudamericanos se suban al tren de Estados Unidos, y se alejen de China,

Pues da la casualidad de que los “amigos” de AMLO, los presidentes Fernández de Argentina y Lula de Brasil, están más dispuestos que nunca a acercarse a China. Los argentinos están por sumarse a los BRICS y con el regreso de Lula a la presidencia brasileña, el alejamiento que había tenido el gigante sudamericano de ese mecanismo de cooperación durante el periodo de Bolsonaro, está por terminar.

Así, el que se ha manifestado como el líder y defensor de América Latina, el presidente mexicano López Obrador, es el principal animador de la idea de que América Latina se enganche todavía más a la hegemonía estadounidense, en vez de diversificar sus relaciones económicas internacionales, aprovechando la presencia china como un muy necesario contrapeso, ante la asimetría de poder que significa la presencia de Estados Unidos en el continente americano.

Por otro lado, Biden y Trudeau se tuvieron que aguantar la larguísima perorata de AMLO sobre sus maravillosos programas sociales, que ya están también aplicándose en Centroamérica; y que según él, ayudan a detener la migración hacia Estados Unidos.

Biden no comprometió ni un dólar para la famosa estrategia mexicana que se enfoca en “las causas” de la migración (y Trudeau menos), pero eso sí comprometieron al gobierno mexicano a convertirse en “tercer país seguro” para obligar a todos los migrantes que van a Estados Unidos a pedir asilo en México primero, de lo contrario no podrán hacerlo en Estados Unidos. Es decir, el verdadero muro es la obligación de pedir asilo en México, porque si no, no están autorizados a hacerlo en Estados Unidos. Para todo efecto práctico, todos los migrantes que viajen por tierra, a través de México, serán deportados.

Si quieren visas, tendrán que pedirlas por internet y esperar la respuesta en sus países o en México.

México se convierte así en un campo de refugiados enorme, ya que los migrantes que buscan trabajo y asilo en Estados Unidos, no sólo intentarán aplicar por la visa de manera electrónica (que seguramente les será negada), sino que seguirán intentando cruzar la frontera hacia Estados Unidos; y el gobierno de este país los deportará “fast track” diariamente; con lo que México tendrá que asumir todos los costos de dicha marea humana en su territorio.

¿Por qué AMLO y Ebrard no exigieron una cantidad de dinero para mantener a esos migrantes en territorio mexicano?

Por ejemplo, por cada mil migrantes recibidos, un millón de dólares. Es decir, 365 millones de dólares al año.

Es una bicoca, si consideramos que Estados Unidos ha otorgado en menos de un año 106 mil millones de dólares de “ayuda militar” y de otro tipo a Ucrania; o los 4 mil millones de dólares que da al año a Israel en ayuda militar.

¿No puede dar a su vecino del sur menos del 1% de lo que le ha dado a Ucrania, considerando que le está haciendo el trabajo sucio en materia migratoria?

Claro que podría, pero nuestros impresentables gobernantes no se atreven a enfrentar al gigante del norte, y prefieren que sea el pueblo mexicano el que pague por el sostenimiento de miles y miles de migrantes que se quedan en México en condiciones deplorables, esperando pasar al otro lado.

Nuestro país, ilusamente propone una “integración” (tal como la impulsaron y promovieron los gobierno neoliberales) a Estados Unidos y Canadá, y estos le dan “atole con el dedo”, diciéndole que sí, algún día; pero mientras eso sucede, México debe asumir el costo de detener la migración ilegal; enfrentar a los cárteles para evitar el flujo de fentanilo a Estados Unidos; permitir que las empresas estadounidenses y canadienses hagan lo que les plazca en el país, por que así lo dice el T-MEC; y ya de pasada nada más, no incomodar a Washington en su estrategia anti rusa y anti china.

Es decir, nuestro débil e ingenuo gobierno propone una “integración entre iguales”; y Washington y Ottawa le responden, primero demuestra tu vasallaje y después (mucho tiempo después) veremos si te mereces “integrarte” a Norteamérica.

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