Concesiones migratorias
Jorge
Durand
https://www.jornada.com.mx/2023/01/15/opinion/012a2pol
El año que
recién terminó se superó la cifra de 2 millones de migrantes aprehendidos por
la Patrulla Fronteriza en la frontera con Estados Unidos. En mayo se llegó al
pico máximo, con cerca de 250 mil, y en diciembre capturaron a 200 mil
migrantes.
La migración
es un dolor de cabeza para los gobiernos estadunidense y mexicano, pero en el
caso de nuestro vecino es una migraña, con impactos serios en los campos
mediático, político, electoral y bilateral. No así en el ámbito demográfico. De
acuerdo con los especialistas que analizaron el censo de Estados Unidos de
2020, se requiere de unos 2 millones de personas anuales, adicionales, para
conservar su equilibrio poblacional.
Más allá de
esos números, la pandemia del covid-19 dejó un rastro de muerte de más de un
millón de estadunidenses y la deserción laboral retiró del mercado de trabajo a
más de 4 millones de personas. Reponer esta pérdida poblacional y laboral es
urgente para Estados Unidos, pero el discurso político antinmigrante está tan
arraigado en los medios y en las campañas electorales, que prácticamente es
imposible razonar sobre las consecuencias del envejecimiento y la urgencia de
tener trabajadores que coticen en la seguridad social.
Desde los
primeros meses de la administración de la 4T se ha realizado una serie de
concesiones en el tema migratorio, que van más allá del control fronterizo y
las medidas disuasivas y coercitivas para controlar el tránsito y tráfico de
migrantes. Estas nuevas prerrogativas se refieren a la devolución de migrantes
extranjeros al territorio nacional, algo totalmente inédito.
Primero se
adujeron razones humanitarias para recibir a migrantes centroamericanos
deportados; luego se puso en marcha el programa Quédate en México, que fue un
verdadero desastre; luego se tuvo que aceptar la disposición del Título 42, de
devolución en tiempos de pandemia, impuesta por Trump; una resolución que no se
ha podido cancelar, a pesar del interés en suspenderla por parte de la
administración de Joe Biden.
Lo peor de
todo es que las negociaciones y concesiones son totalmente opacas, no se sabe
si hay ciertos compromisos de la otra parte, la impresión que se tiene es que
estamos sujetos a que un juez de Texas pueda decidir sobre un asunto bilateral
de este calado y México ni siquiera respinga.
En la última
negociación México aceptó la deportación mensual de 30 mil migrantes
irregulares (360 mil al año) capturados por la Patrulla Fronteriza, que sean de
origen cubano, nicaragüense, venezolano y haitiano. La selección de estos
países no es fortuita: se trata de las naciones a las que Estados Unidos no
puede deportar a estos migrantes. En tres casos se trata de países dizque
socialistas, con los cuales el gobierno estadunidense tiene serias diferencias
y relaciones diplomáticas complicadas. Tres ejemplos donde el modelo
socialista, de viejo o nuevo cuño, genera flujos migratorios masivos. Tres
casos donde se puede aducir persecución política y amerita la consideración de
acceso al refugio.
En el caso
de Haití la situación es tan dramática que resulta inverosímil pensar en la
posibilidad de una deportación. Como quiera, en los cuatro casos, estas
naciones suelen negarse a aceptar a sus ciudadanos deportados o éstos corren un
riesgo.
México se
comprometió a recibir las papas calientes y a quemarse las manos
¿a cambió de qué? ¿En qué condiciones se va a recibir a estos migrantes, qué
tipo de regularización o documentación se les va a dar? ¿Se les va a dejar
abandonados y que busque cada cual la manera de sobrevivir?
No obstante,
hay que considerar dos cambios relevantes en cuanto a la política migratoria
estadunidense. Resulta una verdadera novedad que el argumento para la
deportación a México de los migrantes de estos países sea la posibilidad de
ingreso por la vía legal a ciudadanos de estas nacionalidades. Según se ha
notificado, el modelo se probó con Venezuela y se redujo el flujo notablemente
(habrá que ver los números). Es un cambio relevante, porque las puertas a la
migración legal estaban cerradas.
En segundo
término, la externalización de fronteras llega hasta Panamá. Los migrantes que
crucen por esa nación con la intención de llegar a Estados Unidos serán
supuestamente registrados y deportados a México, si intentan cruzar la
frontera. El cruce por Centroamérica ya no sería tan fácil y serviría como
medida disuasiva.
A los
migrantes de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití les quedan cuatro opciones:
buscar el trámite por la vía legal y buscar el apoyo de un familiar en Estados
Unidos que facilite la visa; regresar a su patria, lo cual resulta improbable;
intentar varias veces el cruce irregular con coyotes que aseguren el paso y,
quedarse en México, lo cual puede resultar un calvario si se impone la misma
política de desgaste y abandono que se da en la ciudad de Tapachula, Chiapas.
Es posible
que veamos caravanas de migrantes desde la frontera norte hasta la Ciudad de
México exigiendo lo mínimo, lo que no les dan: refugio.
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