EU: petróleo, litio, Emtrasur
Carlos
Fazio
https://www.jornada.com.mx/2022/08/22/opinion/019a1pol
En un mundo
que tiende a la multipolaridad, el actual choque entre potencias
capitalistas se libra en territorios de estados de menor peso mediante guerras
proxys o por delegación, como el conflicto de Estados Unidos/OTAN contra Rusia
en Ucrania −que podría reditarse en el espacio indo-Pacífico contra China con
epicentro en el estrecho de Taiwán−, e incluye a países e intermediarios
aliados, gobiernos títeres o cipayos y mercenarios. También
las reglas de Occidente, en particular
las sanciones (guerra comercial-económico-financiera) de carácter
extraterritorial que EU aplica a sus enemigos con apoyo de los gobiernos
serviles de la Unión Europea, Inglaterra, Japón y Australia, y que están al
margen del derecho internacional y los principios de la ONU.
Como
planteábamos en notas precedentes sobre EU y la geopolítica del petróleo, la
energía fósil ocupa un lugar central en la pugna intercapitalista por los
recursos naturales, a los que se suman en la coyuntura el agua dulce, las
tierras raras y el litio. Al respecto, en julio pasado, la generala Laura
Richardson, jefa del Comando Sur del Pentágono, reiteró en el Foro de Seguridad
de Aspen, en Colorado, y durante la sexta Cumbre Concordia de las Américas
2022, realizada en Miami, que buena parte del petróleo pesado y liviano, de las
reservas de agua dulce, las tierras raras y el litio están en
el vecindario del imperio. Y como responsable de
la opción militar de EU en el subhemisferio (las otras ramas de la
estrategia son la diplomacia de fuerza del Departamento de Estado y las
sanciones y judicialización de las acciones encubiertas de la CIA, la DEA y el
Pentágono por los departamentos del Tesoro, Comercio y Justicia), alertó sobre
la amenaza extrarregional que representan China y Rusia.
Con gran
fruición neomonroísta, la generala Richardson apuntó sus baterías sobre el
llamado triángulo del litio, región fronteriza que abarca territorios de
Bolivia, Chile y Argentina, y concentra 68 por ciento de las reservas mundiales
del oro blanco: Bolivia 30 por ciento, Chile 21, Argentina 17 del total. El
metal, que se usa para fabricar baterías de iones que alimentan vehículos
eléctricos, teléfonos inteligentes y dispositivos portátiles, armas y equipos
militares, estuvo detrás del golpe de Estado de EU y la OEA contra Evo Morales
en 2019 en Bolivia, país que tiene convenios con China, refinador número uno
del recurso y a la vanguardia de la fabricación de baterías. [México, que en
abril de este año nacionalizó la industria del litio, tiene la novena reserva
más grande del planeta, ubicada en la zona fronteriza con EU, donde también se
hallan las cuencas de Burgos y Sabinas, ricas en hidrocarburos.] A su vez, el
Acuífero Guaraní, que se extiende debajo de una parte de la superficie de
Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, es el tercer reservorio natural de agua
dulce del orbe (31 por ciento del total). De allí
las preocupaciones de Richardson, emitidas también en marzo último
ante el Comité de Servicios Armados del Senado en Washington, ante las alianzas
estratégicas e integrales de China con países latinoamericanos.
En ese
complejo juego de intereses geopolíticos, Venezuela, con las reservas más
grandes de hidrocarburos del mundo, es, desde siempre −en particular a partir
de los años 70, cuando el boicot petrolero de la OPEP a EU−, la presa más
codiciada de la presidencia imperial y el Estado profundo que controla la Casa
Blanca (junto con el petróleo de México, atrapado en los candados impuestos por
Washington en las letras chiquitas del TLCAN/T-MEC). Asimismo, ante
el escenario multipolar en ciernes, Venezuela cuenta con el oro suficiente para
instaurar un nuevo sistema monetario al margen del dólar.
En ese
contexto hay que ubicar el ilegal secuestro del Boeing 747-300M, matrícula
YV3531 de la empresa Transportes Cargo del Sur (Emtrasur), filial de la compañía
pública Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos
(Conviasa), por la justicia argentina, como parte de un montaje de
los aparatos de inteligencia y propaganda de EU, con la colaboración de los
ministerios de Defensa e Interior de los gobiernos de Paraguay y Uruguay y de
la embajada de Israel en Buenos Aires, y la presión del poderoso lobby sionista
en Argentina; la intoxicación político-mediática de la oposición macrista y la
prensa hegemónica adversa al vacilante presidente Alberto Fernández; y el
atenazamiento final de Washington a través de una acción conjunta,
extraterritorial −con base en la lógica punitiva de las medidas coercitivas
unilaterales que transgreden el derecho internacional−, de los departamentos
del Tesoro de EU (con su lista negra), Comercio y Justicia a través de la
guerra jurídica (lawfare) encomendada al Tribunal del Distrito de Columbia, en
Washington, DC.
Como
antecedente, en 2021 Conviasa compró el Boeing a la línea aérea iraní Mahan
Air, y después de haber navegado por 13 países sin contratiempos, llegó el 6 de
junio de 2022 al aeropuerto internacional de Ezeiza procedente de Querétaro,
México, con una carga de autopartes para la Volkswagen Argentina. Allí, Shell
se negó a cumplir el contrato prepagado para surtir combustible a la aeronave,
que voló a Montevideo, donde el ministro de Defensa uruguayo le negó el
aterrizaje, y regresó al aeropuerto argentino, donde fue retenido. Dado que
Emtrasur carecía de pilotos locales con licencia en 747-300, la tripulación
está integrada por cinco instructores iraníes y 14 sobrecargos venezolanos. Con
el ardid de la siempre renovada trama iraní −Venezuela, Cuba, Corea
del Norte, Irán et al. integran el eje del mal de sucesivas
administraciones de EU−, y el señuelo del terrorismo
internacional (aderezado con el partido libanés Hezbolá y las fuerzas Quds
pertenecientes a la Guardia Revolucionaria Islámica), se fraguó la matriz de
opinión: avión iraní-venezolano/guardia islámica/terrorismo, y utilizando a dos
funcionarios venales: el corrupto juez Federico Villena y la fiscal Cecilia
Incardona, ambos en contubernio con la embajada de EU en Buenos Aires,
Washington logró incautar el avión y retener a la tripulación. Objetivo:
intentar disciplinar a los gobiernos de Argentina, Venezuela e Irán, y seguir
robando bienes al Estado venezolano.
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