El T-MEC y las opciones de AMLO
Algo similar
a lo que se hizo con los inversionistas de los bonos del NAIM podría aplicarse
a las empresas del sector energético que solicitaron las consultas en el marco
del TMEC.
WASHINGTON
D.C.- En mi columna anterior expuse los escenarios en que el presidente López
Obrador estaría dispuesto a comenzar el proceso para que México saliera del
T-MEC. Comenté que para responder a esta interrogante tendríamos que analizarlo
considerando dos supuestos. Primero, que tendrían razón EU y Canadá alegando
que sí ha habido violación al tratado y, segundo, que el presidente López
Obrador ante ninguna circunstancia estaría dispuesto a dar marcha atrás en su
política energética. De ser ciertos estos dos supuestos, concluí que hay una
alta probabilidad que en cualquier momento López Obrador anuncie que se sale
del T-MEC.
Este anuncio
no lo hará el 16 de septiembre. De hecho, sería un error hacerlo ese día y él
lo sabe. Pero en su alocución seguramente preparara el camino advirtiendo que,
aunque remota, esa posibilidad existe. Es decir, doblará la apuesta. Así podrá
ir evaluando cómo va el proceso y en caso que no vaya de acuerdo con sus
expectativas, anunciaría la salida del T-MEC antes que el panel dictamine en
contra de México. El presidente López Obrador nunca aceptaría que una “potencia
colonizadora intervencionista neoliberal” le imponga condiciones o sanciones a
Mexico. Iría en contra de su discurso y lo que ha defendido durante toda su
vida. Esta estrategia le permitirá además aseverar que, como lo hizo con la
cancelación de NAIM, lo advirtió con suficiente antelación. En mi anterior
columna expliqué cuáles podrían ser las consecuencias y quién terminaría
pagándolas de tomar esta decisión.
¿Existen
otras alternativas? Sí, las hay. Una de ellas tiene que ver con una frase que
el presidente López Obrador utiliza con frecuencia: “reparación del daño”. Esta
alternativa le permitiría decir que no hubo violación al T-MEC y que México sí
es un país confiable para la inversión extranjera. ¿En qué consistiría esta
maniobra? ¿Cómo funcionaría? ¿Cómo se haría esta reparación del daño? El
gobierno mexicano podría ofrecer a los inversionistas extranjeros comprar sus
empresas.
¿Cómo se
determinaría el precio a pagar? Una forma de calcular éste incluiría el valor
de la inversión original más una tasa de retorno que podría ser o no la que
habían calculado los accionistas. Algo similar a lo que se hizo con los
inversionistas de los bonos del NAIM, que según entiendo, los extranjeros
quedaron satisfechos. Se les garantizaría a todas las empresas que realizaron
inversiones en infraestructura energética el pago durante los próximos 15 o 20
años de acuerdo con las estimaciones que hicieron cuando decidieron invertir.
Con esta estrategia se acabarían las reclamaciones y no habría sanción. Todos
felices. Esta maniobra tiene además la ventaja de poder demostrar que el
gobierno de México sí está produciendo energía limpia.
Por supuesto
queda la pregunta ¿de dónde saldrían los recursos para pagarle a los dueños de
las empresas? En el caso del retorno al capital, este saldría de los cobros que
haría la Comisión Federal de Electricidad a sus clientes empresariales, tal
como lo hubieran hecho las empresas extranjeras. En cuanto al pago de la
inversión original, el problema les quedaría a las siguientes administraciones.
Por supuesto que AMLO podrá decir que esto no es diferente a lo que sucedió con
el Fobaproa, donde el presidente Zedillo tomo una decisión que obligó a
administraciones posteriores a pagar. De hecho, ha mencionado que a la fecha su
gobierno sigue pagando esa deuda.
Una segunda
posibilidad, que es más compleja, sería que el gobierno mexicano se ponga de
‘acuerdo’ con el gobierno de Estados Unidos. ¿Cómo funcionaría esta estrategia?
A cambio de aceptar algo que le interese al gobierno estadounidense, Biden se
‘encargaría de convencer’ a los empresarios estadounidenses. Por supuesto todo
esto, incluyendo lo que aceptaría México, se haría por debajo del agua. La
página sigue abierta.
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