LA DESTRUCCIÓN DEL PRI Y DESPUÉS SU FUSIÓN CON MORENA
En estos
meses hemos presenciado en México como el gobierno de López Obrador (AMLO), a
través de diversos medios, está tratando de desmantelar definitivamente al que
fue durante más de 70 años en el siglo XX el partido hegemónico, el Partido Revolucionario
Institucional (PRI).
A lo largo
de su administración, AMLO ha jugado con “el palo y la zanahoria” con el PRI,
pues por un lado ha mantenido la amenaza de investigar la corrupción
desmesurada del pasado gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), que había
significado el regreso del PRI al poder, después de 12 nefastos años de
gobiernos panistas (Fox y Calderón).
Mientras por
otro lado, ha atraído hacia su gobierno a miembros de ese partido, ya sea
gobernadores y/o legisladores para que apoyen sus políticas públicas, con la
promesa de integrarlos a su administración, una vez que terminen sus encargos
públicos; y/o no perseguirlos por posibles actos de corrupción.
Varios han
sido “convencidos”, como los ex gobernadores de Sonora (ahora la cónsul en
Barcelona), Sinaloa (ahora embajador en España) y Campeche (ahora embajador en
República Dominicana), que aceptaron no intervenir en favor de los candidatos
del PRI en sus respectivos estados, dejándole el campo libre a los candidatos
de Morena (varios de ellos, en distintos estados, ex priistas reciclados como
morenistas), con lo que el partido en el poder ha logrado convertirse en el
dominante, con un total de 20 gubernaturas (más otras dos, gobernadas por partidos
aliados al gobierno de AMLO), de un total de 32.
Asimismo,
López Obrador intentó atraerse a los legisladores del PRI para que aprobaran su
propuesta de modificación constitucional en materia eléctrica; pero las
negociaciones con el dirigente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, fracasaron,
lo que motivó que la iniciativa no alcanzara los dos tercios de los votos
requeridos y fuera desechada en la Cámara de Diputados.
Ello detonó
las represalias contra el dirigente del PRI, a través de la actual gobernadora
de Campeche, Layda Sansores, dando a conocer grabaciones ilegales en las que el
dirigente del PRI se auto incrimina, al dar a conocer en las mismas, el uso de
recursos ilegales para campañas políticas y desvíos para sus cuentas
personales.
Así, AMLO
mandó el mensaje al PRI de que tiene dos opciones, o se subordina a las
prioridades de su gobierno, a cambio de lo cual los miembros prominentes de ese
partido pueden seguir en la impunidad por distintos casos de corrupción y abuso
de poder que plagan a los principales dirigentes y líderes priistas; o de lo
contrario, sufrirán las consecuencias, siendo investigados y eventualmente juzgados
por sus actos de corrupción.
En esa misma
tesitura, ayer en la conferencia “mañanera” del presidente, por órdenes de
AMLO, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de
Hacienda, Pablo Gómez, dio cuenta de una denuncia presentada ante la Fiscalía
General de la República contra el ex presidente Enrique Peña Nieto por la transferencia,
probablemente ilegal, de más de 26 millones de pesos a cuentas en el
extranjero; así como el hecho de que el ex presidente y familiares suyos forman
parte de un conglomerado de empresas, que durante su periodo presidencial
recibieron contratos del gobierno por más de 10 mil millones de pesos.
El mensaje
al grupo más poderoso que queda en el PRI, el grupo Atlacomulco en el Estado de México (del cual forma parte Peña Nieto), es que igual que otros
gobernadores del PRI, el actual, Alfredo del Mazo no debe operar en favor de
dicho partido en las elecciones del próximo año para renovar la gubernatura,
dejándole el campo libre a Morena; de lo contrario, la investigación contra
Peña Nieto podría ampliarse a buena parte de la clase política priista del
Estado de México.
En cambio,
si el grupo Atlacomulco acepta entregar la “plaza” sin pelear, tanto la
investigación contra Peña Nieto, como en caso de iniciarse, contra otros
miembros del mencionado grupo, significativamente el actual gobernador Del
Mazo, bien podrían llevar años en la muy complaciente Fiscalía General,
encabezada por Alejandro Gertz Manero, que una y otra vez es defendido por el
presidente, ante el cúmulo de evidencias de que el fiscal utiliza facciosamente
su puesto, para favorecer las causas que le son cercanas a él o para llevar los
procesos con tal lentitud y falta de interés que acaban favoreciendo los
intereses de aliados políticos y/o económicos del propio fiscal o del actual
gobierno federal.
Así, si el
gobierno de AMLO logra doblar al PRI, especialmente para las elecciones del
Estado de México y Coahuila el próximo año, y sigue la desbandada de priistas
hacia Morena, habrá logrado no sólo desmantelar a uno de los dos principales
partidos de oposición (el otro significativo es el PAN), sino que también podrá
disolver una posible alianza entre PRI, PAN y el ya casi desaparecido PRD, para
contender con un candidato presidencial para las elecciones del 2024.
De hecho, AMLO
está impulsando la candidatura de aliados suyos que nominalmente aún están en
el PRI, como los salientes gobernadores de Hidalgo (Omar Fayad) y Oaxaca
(Alejandro Murat), que entregaron sus estados sin dar pelea, a Morena; como
posibles “candidatos” presidenciales del PRI.
Con ello AMLO
desbarataría una posible alianza opositora en contra del candidato(a) de su
partido, y al mismo tiempo acabaría por desaparecer a un PRI que sería ampliamente
derrotado en las elecciones presidenciales.
Morena terminaría
absorbiendo a toda la estructura y a los políticos prominentes del PRI, con lo
que acabaría por fusionarse la clase política tradicional con la supuestamente
nueva de Morena, que en la realidad no existe, pues en su gran mayoría, el
partido gobernante está integrado por las estructuras y los grupos de interés
que dieron vida y poder al Partido Revolucionario Institucional.
Que todo
cambie, para que todo siga igual.
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