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Zapata

miércoles, 18 de mayo de 2022

 LA FRATERNIDAD UNIVERSAL Y AMLO

El pasado 9 de noviembre de 2021, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), al encabezar una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York, del cual México es miembro no permanente por el periodo 2021-2022, propuso la adopción por la Asamblea General de las Naciones Unidas del Plan Mundial de la Fraternidad y el Bienestar[1], con el objeto de garantizar el derecho a una vida digna a 750 millones de personas que viven en condiciones de pobreza en todo el mundo.

El Plan no sólo no ha sido tomado en serio por las principales potencias mundiales (dos de las cuáles, China y Rusia, criticaron en la misma sesión del Consejo de Seguridad que ese no era el foro apropiado para presentar dicha propuesta), sino que ha ido cayendo rápidamente en el olvido, ante la “operación militar especial” iniciada por Rusia en contra de Ucrania desde el 24 de febrero de este año, y las consecuencias geopolíticas, económicas, diplomáticas y sociales que han provocado en todo el mundo.

Sin embargo, con la persistencia que caracteriza a AMLO, desde la presentación del mencionado plan, no hay evento o reunión en la que el presidente mexicano no haga referencia a la necesidad de la “fraternidad”.

La última, fue cuando presentó, en términos generales, su visión de cómo deber ser la reforma educativa que propondrá su gobierno (una más), en donde insistió que un tema que debía tomarse muy en cuenta era la formación de los alumnos en el humanismo y la “fraternidad”[2].

¿De dónde sale este apego presidencial a ese término?

Con cierta frecuencia AMLO hace mención sobre la consigna principal de la Revolución francesa “Libertad, Igualdad y Fraternidad”; por lo que ese apego a la “fraternidad” podría venir de ahí.

También podría ser por la influencia del “cristianismo”, al que AMLO ya ha aceptado que se adscribe, es decir no es católico.

En este sentido, la Confraternidad de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) dirigida por el pastor cristiano Arturo Farela Gutiérrez ha estado sumamente cercana al gobierno de AMLO y a él en lo personal, como se ha hecho patente también con el apoyo que el Partido Encuentro Solidario (antes Encuentro Social) ha dado al gobierno de AMLO. Este partido fue fundado y está integrado por seguidores de las iglesias cristianas evangélicas (en las últimas elecciones de 2021, perdió el registro al no alcanzar el mínimo establecido por la ley de 3% de los votos válidos).

Ya tenemos dos fuentes que explicarían ese apego presidencial al término “fraternidad” y a su insistencia en incluirlo en casi todas sus intervenciones públicas.

Pero hay una tercera fuente, quizás menos conocida, pero que también es factible que haya influido poderosamente en el presidente para el uso reiterado del término aludido. Y esta fuente es la del novelista Luis Spota (1925-1985).

Spota fue un periodista y escritor mexicano (de padre italiano) muy conocido en los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado, que escribió una saga de novelas conocida como “la Costumbre del Poder”[3] (1975-1980) , en la que de manera novelada y con nombres inventados y en un país ficticio, explica la forma en que el presidente en turno (en ese entonces Luis Echeverría Alvarez) escogería a su sucesor; y posteriormente cómo dicho sucesor (José López Portillo) desarrollaría su campaña presidencial y su periodo presidencial.

En la última novela La Vispera del Trueno (perdón por el spoiler), el personaje principal, el presidente Víctor Avila Puig (supuestamente López Portillo), es convencido por sus principales asesores de buscar ganar un premio denominado “De la Fraternidad Universal”, sólo entregado cada 25 años a personajes mundiales de la talla de Gandhi, Churchill o Patricio Lumumba.

Para ese fin, todos los recursos financieros, materiales y humanos del gobierno son utilizados para convencer al Comité encargado de dar el premio (formado por 99 personalidades de todo el mundo), de que lo conceda a Avila Puig; y se usa para ello la recién descubierta “riqueza petrolera” del país, con la que se trata de comprar, convencer y hasta chantajear a gobernantes y personalidades mundiales para que el susodicho presidente, gane el mencionado premio.

Al final, es un obispo sudafricano (se supone que sería Desmond Tutu) el que gana el premio, con la consecuente frustración del presidente Avila Puig.

También en la misma novela, el mencionado presidente dirige su política para que en un referéndum, se le ratifique como presidente y así pueda estar otros 5 años en el poder.

Y para rematar, durante toda la novela se perfila la manera en que, ante la ineptitud, corrupción y desfiguros de los gobernantes civiles, los militares comienzan a asumir cada vez más y más funciones y roles en el gobierno, hasta que al final de la novela, acaban por establecer una especie de tutela sobre Avila Puig, quien no tiene otra opción más que hacer lo que las fuerzas armadas le ordenan.

Demasiadas coincidencias con lo que ha sucedido durante el gobierno de AMLO como para no pensar que el entonces joven funcionario López Obrador (como delegado del Instituto Nacional Indigenista en Tabasco, a fines de los años setenta y principios de los ochenta), no hubiera leído algunas de las entonces muy famosas novelas de Spota, y no se hubiera quedado con muchas de las ideas expresadas en las mismas. Es sólo una especulación.



[2] Fraternidad: Unión y buena correspondencia entre hermanos o entre los que se tratan como iguales.

Raluy Poudevida, Antonio; Diccionario Porrúa de la Lengua Española; Editorial Porrùa; México, 1976; 10ª edición.; p.338

[3] Retrato Hablado, Palabras Mayores, Sobre la Marcha, El Primer Día, El Rostro del Sueño y La Víspera del Trueno.

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