Hay que poner fin a la guerra de desgaste en Ucrania
Jeffrey
D. Sachs
https://www.jornada.com.mx/2022/05/14/mundo/020a1mun
Las guerras
suelen estallar y prolongarse por los errores de cálculo de ambos lados
respecto de su poder relativo. En el caso de Ucrania, Rusia cometió una enorme
torpeza al subestimar la determinación de lucha de los ucranios y la eficacia
del armamento provisto por la OTAN. Pero Ucrania y la OTAN también están
sobrestimando su capacidad para derrotar a Rusia en el campo de batalla. El
resultado es una guerra de desgaste, que ambos lados creen que ganarán, pero en
la que ambos perderán. Ucrania debe intensificar la búsqueda de una paz
negociada, como la que estaba sobre la mesa a fines de marzo y descartó al
aparecer pruebas de atrocidades cometidas por Rusia en Bucha (y tal vez, al
cambiar la percepción de sus posibilidades militares).
Los términos
de paz de fines de marzo pedían la neutralidad de Ucrania, sobre la base de
garantías de seguridad y un cronograma para la solución de temas en disputa
como la situación de Crimea y el Donbás. Los negociadores rusos y ucranios, así
como los mediadores turcos, habían declarado avances en las negociaciones. Pero
las noticias de Bucha llevaron a su fracaso, y el negociador ucranio afirmó
que la sociedad ucrania hoy tiene una actitud mucho más negativa respecto
de cualquier idea de negociación que implique a la Federación Rusa.
Sin embargo,
las razones para negociar siguen siendo urgentes y poderosas. La alternativa no
es la victoria de Ucrania, sino una devastadora guerra de desgaste. Para llegar
a un acuerdo, ambas partes tienen que recalibrar sus expectativas.
Cuando Rusia
atacó a Ucrania, era evidente que esperaba una victoria rápida y fácil.
Subestimó en gran medida la modernización del ejército ucranio tras el apoyo y
entrenamiento militar que le proveyeron desde 2014 Estados Unidos, Reino Unido
y otros países. También subestimó la capacidad de la tecnología militar de la
OTAN para contrarrestar la superioridad numérica rusa. Y el mayor error de
Rusia, sin duda, fue dar por sentado que los ucranios no iban a combatir, o
incluso que se pasarían de bando.
Pero ahora Ucrania
y sus aliados en Occidente sobrestiman las chances de derrotar a Rusia en el
campo de batalla. La idea de que el ejército ruso está a punto de derrumbarse
es una fantasía. Rusia tiene capacidad militar para destruir la infraestructura
ucrania (por ejemplo, las líneas ferroviarias que ahora son blanco de ataque) y
para capturar y retener territorio en la región del Donbás y sobre la costa del
Mar Negro. Los ucranios luchan con determinación, pero es muy improbable que
puedan forzar la derrota rusa.
Tampoco
pueden hacerlo las sanciones financieras de Occidente, que son mucho menos
abarcadoras y eficaces que lo que admiten los gobiernos que las impusieron. Las
sanciones de Estados Unidos contra Venezuela, Irán, Corea del Norte y otros
países no lograron cambios en la política de esos regímenes, y las aplicadas a
Rusia se están quedando muy cortas respecto de las promesas exageradas
originales. Excluir a los bancos rusos del sistema internacional de pagos Swift
no resultó la opción nuclear de la que muchos hablaban. Según el
Fondo Monetario Internacional, la economía rusa se contraerá 8.5 por ciento en
2022. Es un mal resultado, pero no tiene nada de catastrófico.
Además, las
sanciones generan graves consecuencias económicas a Estados Unidos y sobre todo
a Europa. La inflación estadunidense alcanzó un máximo en 40 años y es probable
que se mantenga, por los billones de dólares de liquidez que creó la Reserva
Federal estos últimos años. Al mismo tiempo, las economías de Estados Unidos y
Europa están en desaceleración (o incluso en contracción), mientras se
multiplican interrupciones en las cadenas de suministro.
La posición
política interna del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es débil, y es
probable que se debilite aún más en los próximos meses (y que disminuya el
apoyo público a la guerra) al empeorar las dificultades económicas. El
conflicto divide al Partido Republicano: la facción de Trump no está muy
interesada en un enfrentamiento con Rusia por Ucrania. Por su parte, los
demócratas lamentarán cada vez más la estanflación, que puede costarle al
partido la mayoría en una de las cámaras del Congreso (o ambas) en la elección
intermedia de noviembre.
Las
repercusiones económicas adversas de la guerra y del régimen de sanciones
también serán tremendas para numerosos países en desarrollo que dependen de la
importación de alimentos y energía. Los trastornos económicos en esos países
generarán en todo el mundo pedidos urgentes de que se ponga fin a la guerra y
al régimen de sanciones.
En tanto, el
enorme padecimiento de Ucrania en términos de muertes, trastorno y destrucción
no se detiene. El FMI prevé que la economía ucrania se contraerá 35 por ciento
en 2022, como resultado de la brutal destrucción de viviendas, fábricas,
instalaciones ferroviarias, equipos de almacenamiento y transporte de energía y
otras infraestructuras esenciales.
Lo más
peligroso es que hasta que no se ponga fin a la guerra el riesgo de escalada
nuclear será real. Si las fuerzas convencionales rusas quedaran realmente al
borde de la derrota (como pretende ahora Estados Unidos), puede que Rusia
contraataque con armas nucleares tácticas. También podría ocurrir que Estados
Unidos o Rusia derriben un avión de la otra parte en una misión sobre el Mar
Negro, lo que a su vez llevaría a un enfrentamiento militar directo. Informes
que hablan de la presencia de fuerzas encubiertas estadunidenses en el terreno
y la revelación de la comunidad de inteligencia estadunidense de que ayudó a
Ucrania a matar generales rusos y a hundir el buque insignia ruso en el Mar
Negro resaltan el peligro.
La realidad
de la amenaza nuclear implica que ambas partes deben mantener siempre abierta
la posibilidad de negociar. Es la enseñanza central de la crisis de los misiles
cubanos, de la que el próximo octubre se cumplen 60 años. En aquel momento, el
presidente John F. Kennedy salvó al mundo negociando un final para la crisis,
en el que Estados Unidos acordó no volver nunca a invadir Cuba y retirar sus
misiles de Turquía a cambio de que la Unión Soviética hiciera lo mismo con los
que tenía en Cuba. No fue ceder a un chantaje nuclear soviético, fue una
decisión prudente de Kennedy que evitó un armagedón.
Todavía es
posible lograr una paz en Ucrania según los parámetros que se negociaban a
fines de marzo: neutralidad, garantías de seguridad, un marco para la solución
de los problemas de Crimea y el Donbás y la retirada rusa. Sigue siendo la
única opción realista y segura para Ucrania, para Rusia y para el mundo. La
comunidad internacional apoyará un acuerdo de esa naturaleza; y por su propia
supervivencia y bienestar, lo mismo debe hacer Ucrania.
Traducción:
Esteban Flamini
Jeffrey
D. Sachs es profesor distinguido de la Universidad de Columbia y director de su
Centro de Desarrollo Sostenible. También es presidente de la Red de Soluciones
de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Copyright: Project Syndicate, 2022.www.project-syndicate.org
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