¿Por qué AMLO está feliz con su oposición?
Hasta ahora,
las encuestas han señalado que pese a todo, el presidente López Obrador sigue
teniendo el respaldo de la mayoría.
Enrique
Quintana
febrero 17, 2022
Los partidarios
más acérrimos de López Obrador están encantados y lo
expresan en redes sociales: perciben que la coyuntura actual obliga a
tomar partido.
Dicen que no
hay espacio para una tercera vía o para la neutralidad. O se apoya al
presidente López Obrador o se es partidario de la reacción.
Curiosamente,
en el otro extremo ocurre lo mismo. Muchos celebran que hayamos llegado a este
punto de encono social en el cual también piensan que no hay otra que
tomar partido y atacar al gobierno.
Señalan que
no hay espacio para terceras vías ni neutralidad: o se está claramente en
contra de López Obrador o se es parte de los grupos que lo respaldan.
Imaginemos
por un momento que esta polarización escala y que lo que hoy son
enfrentamientos en redes sociales, a la vuelta de los meses se reflejan
también en las calles.
Muchas veces
se ha dicho que la violencia verbal es el preludio de la violencia física y esa
afirmación no está lejana a la realidad.
A mi
parecer, el país no merece llegar a esos extremos.
Algunos de
los que respaldan al presidente de la República señalan que quienes
quieren la violencia y tienen un afán golpista son los
opositores.
Los que
cuestionan a López Obrador insisten en que el presidente
tiene afanes autoritarios y que eventualmente la violencia es
un recurso del cual puede echar mano para alcanzar su propósito.
Habemos
algunos, hoy en una completa minoría, vilipendiados por unos y otros, que
pensamos que el país no se merece ni esta polarización ni esta
crispación y necesita encontrar una salida al choque irreconciliable.
El
presidente de la República, sin duda, es el principal responsable de
que las cosas hayan llegado a este punto. Y lo será también si el ambiente
todavía se torna más violento.
Es el
principal, pero no es el único responsable.
Para haber
evitado este escenario le ha faltado, en mi opinión, a la oposición el
talento para construir una alternativa.
Sin ella, el
presidente y los dirigentes de Morena consideran que pueden elevar el tono sin
consecuencias.
Hasta ahora,
las encuestas han señalado que pese a todo, el presidente López Obrador sigue
teniendo el respaldo de la mayoría.
No está
claro aún cómo afectaría al presidente todo este episodio. Sin embargo, me
parece que los resultados no serán suficientes para cambiar la ecuación
política que hoy favorece a Morena.
Sigo
pensando lo que le he expresado en este espacio desde hace meses. Hay dos
factores que podrían cambiar las inclinaciones del electorado mexicano y que
hasta ahora no están sobre la mesa.
El primero
es la construcción de una nueva narrativa.
No se ha logrado
construir y posicionar una historia diferente a la que cuenta todas las mañanas
López Obrador.
El intento
de algunos de construir una historia sobre la base de la corrupción en esta
administración no va a ser suficiente.
No quiere
decir que no haya corrupción.
Lo que
significa es que esa historia no servirá para aglutinar a los electores descontentos,
como sí funcionó en la administración anterior, cuando ese fue el discurso
fundamental del entonces candidato López Obrador.
No habrá un
segundo capítulo de la misma historia. Se requiere otro argumento.
El otro
factor es la ausencia de protagonistas.
No hay
narrativa que pueda prosperar si los personajes están sin rostro.
Mientras no
exista alguien que sea el candidato visible de la oposición, probablemente
muchos de los esfuerzos para desacreditar al gobierno actual no van a
funcionar.
Esto no
puede ser sustituido por el respaldo a un periodista agredido. Se requiere
alguien que explícitamente aspire a competirle y ganarle a AMLO y a
Morena.
Sin una narrativa
alterna y con un gobierno con un presidente poderoso y ofuscado, pudiéramos
caer eventualmente en una crisis política como no la ha conocido el país en
muchos años.
Si queremos
evitarlo, justamente, lo que cuestionan los apologistas y los críticos de López
Obrador es lo que hace falta.
Se requiere
una salida que impida que este enfrentamiento destruya las
instituciones que hemos forjado en los últimos 25 o 30 años.
Lamentablemente,
los meses pasan y el país sigue caminando cada vez más cerca del precipicio.
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