LÓPEZ OBRADOR O EL DILUVIO
Ese fue el
título de un artículo publicado en el New York Times el 2 de diciembre
de 2018[1] por Diego Fonseca, en el
que se criticaba duramente al recién estrenado presidente de México, por
realizar “consultas” a modo para que el “pueblo” ratificara decisiones ya
tomadas por él, como cancelar la construcción del aeropuerto internacional en Texcoco;
o iniciar los trabajos del Tren Maya y los programas sociales que puso en marcha
su gobierno, aún antes de haber tomado posesión del cargo.
En el
artículo, Fonseca afirmaba lo siguiente: “El democratismo vacío de AMLO es
hijo de su cultura política: el hombre no acepta que lo contradigan, está
acostumbrado a tomar decisiones personalistas y descalifica a sus críticos. Es,
como la mayoría de sus pares, un egresado notable de la escuela política de
caudillos de México. El jefe está para mandar y ser obedecido. Y AMLO quiere
dejar una huella determinante en la Historia del país como gran jefazo
nacional. Nadie más que un mesiánico[2]
puede bautizar a su gobierno la Cuarta Transformación sin esperar el juicio
histórico”.
Hoy en el programa
de Carmen Aristegui en radio y televisión, el politólogo Sergio Aguayo criticó
duramente la propuesta de López Obrador en el sentido de que intentará
desaparecer a los órganos autónomos del Estado Mexicano, pues a su entender se
han convertido en “monstruos”, que además fueron creados durante el “régimen
neoliberal” para proteger los intereses de grupos económicos poderosos.
Para Aguayo,
la propuesta del presidente equivale a destruir un grupo de instituciones que
constituyen un contrapeso y una especie de “bisagra” entre la sociedad y el
Estado, por lo que consideró que las próximas elecciones intermedias del 6 de junio,
serán un verdadero plebiscito sobre el gobierno actual, al plantear si la
ciudadanía está de acuerdo en que el Poder Ejecutivo concentre casi todo el
poder del Estado; o que todavía existan contrapesos al mismo. De ahí que Aguayo
se manifestara en contra de que se consume dicha concentración de poder, por lo
que caracterizó la posición de AMLO como “el Estado soy yo”.
Recordemos
que esta frase se le atribuye a Luis XIV de Francia en el contexto de la
monarquía absoluta; mientras que la frase “Después de mí, el diluvio”, en la
que se basó el articulista Fonseca para su artículo, fue dicha por Luis XV,
cuando se iniciaba la Revolución Francesa.
En todo caso,
lo que los críticos de AMLO hacen notar desde su llegada al poder, es que se
considera una especie de predestinado para salvar al pueblo mexicano de sus
desventuras; y por lo mismo, cualquier oposición a sus designios, es un
atentado contra el pueblo, la democracia, la historia, etc.
Lo que está
claro es que AMLO se ha convencido que sólo él puede transformar al país; y
sólo sus ideas y políticas públicas pueden sacar a México del subdesarrollo.
Por ello, ya
sean sus propios subordinados o sus opositores, cualquiera que lo contradiga o
que ponga en duda sus propuestas e ideas o es un “corrupto”, o un “fifi” y “conservador”,
o representa al “antiguo régimen”. No hay medias tintas; como en su momento lo
planteara George Bush cuando inició su demencial “Guerra contra el Terror”, o
están con Estados Unidos o contra ellos.
Pues igual
AMLO, o están con él o en su contra; no puede haber posiciones intermedias. O
es blanco o negro.
De ahí que
todos los oportunistas, trepadores, esos sí corruptos, etc. del PRI, PVEM, PRD,
PAN, etc. que desean seguir dentro del presupuesto, se han acercado a Morena,
para que les regalen candidaturas a diputaciones, gubernaturas y alcaldías, a
cambio de su completa sumisión al “jefazo” AMLO.
Como ellos
sí estaban acostumbrados a ser los lamebotas de los anteriores presidentes,
porque sabían que así es como se ganaban los puestos políticos y los jugosos
sueldos y sobornos, se dieron cuenta que con AMLO es igual. Todo lo que hay que
hacer es decirle que sí a todo lo que diga y proponga el jefe, y de esa manera
nadie se acordará de su paso por el “neoliberalismo” o los investigará por su colaboración
en los corruptos gobiernos anteriores.
Esa es la
tragedia de este gobierno; está reproduciendo el mismo tipo de lacayuno
servilismo al jefe en turno de políticos y funcionarios, todo con tal de
mantenerse en el poder.
Nadie puede inconformarse
o poner en duda las políticas públicas del jefe. Todos tienen que apoyarlo, así
sean equivocadas.
Y en esta
temporada electoral, AMLO está más convencido que nunca de que o se les es leal
hasta la ignominia, o se es un traidor. La polarización absoluta y el
servilismo hasta la abyección.
[2]
Del hebreo mesiah, que significa ungido. El mesías representa la intervención
divina en los males del mundo terrenal, y su llegada supone la salvación del
pueblo escogido. https://www.significados.com/mesianico/
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