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Zapata

jueves, 15 de abril de 2021

 

Estados Unidos pretende “venezolizar” a Rusia

Después de que el presidente de Estados Unidos llamara por teléfono al de Rusia, Vladimir Putin (13 de abril), con objeto de hablar sobre las deterioradas relaciones entre ambas potencias, parecía lógico esperar un poco de prudencia de parte del gobierno estadounidense, antes de aplicar más sanciones a los rusos. Esta vez, relativas a la posibilidad de las autoridades rusas de colocar bonos en su moneda, en los mercados internacionales; además de la expulsión de diplomáticos.

Tal parece que la administración Biden, plagada de “halcones” y rusófobos, pretende acorralar por completo al gobierno de Putin, no sólo con las sabidas sanciones económicas, para estrechar cada vez más la capacidad de maniobra, ya bastante restringida, del gobierno ruso (ahí está la posibilidad de que el gasoducto Nord Stream 2 no pueda terminarse, debido a la amenaza de sanciones contra las empresas europeas que participan en él); sino también obligando a Rusia a definirse militarmente en el caso de Ucrania, en el que Occidente está empujando al régimen títere de Kiev a provocar una guerra abierta con Rusia, que así le dé el último pretexto que necesita Washington para que Ucrania sea aceptada en la OTAN y con ello, se puedan establecer bases militares e incluso misiles de corto y mediano alcance en ese territorio, apuntados hacia Rusia.

Por ello, el Kremlin está dispuesto a ocupar una parte importante del territorio ucraniano, en caso de que desde Kiev inicien las hostilidades con objeto de recuperar a las provincias rebeldes de Donetsk y Luhansk, para evitar que Occidente establezca en Ucrania una plataforma de permanente amenaza a la seguridad e integridad territoriales rusas.

Putin está en una posición muy difícil pues si con cualquier provocación, muerde el anzuelo de iniciar hostilidades contra Ucrania, esa será la llamada para que todo Occidente aplique un bloqueo completo en materia económica a Rusia; y al mismo tiempo, la OTAN tenga el pretexto perfecto para apoyar militarmente a los ucranianos y aumentar significativamente su presencia en Polonia y los países bálticos; además de que la marina estadounidense entraría al Mar Negro para generar una reacción rusa.

Obviamente todo lo anterior pondría al mundo al borde de una guerra nuclear entre Rusia y Estados Unidos, pero dadas las acciones y declaraciones irresponsables que Washington ha venido desarrollando y manifestando, está claro que el gabinete de neoconservadores y liberales intervencionistas que manejan a su antojo al senil Biden en Washington, están dispuestos a llevar el conflicto con Rusia al nivel al que llegó en 1962 con la URSS, en Cuba, y que provocó que Nikita Kruschev se desistiera de enfrentar a Estados Unidos, lo que dio una victoria estratégica a Kennedy en aquellos años.

Sin embargo, no estamos en 1962, y está claro que Putin tiene una claridad estratégica e inteligencia muy superiores a Kruschev, por lo que no es seguro que en el último momento decida “echarse para atrás” ante las provocaciones estadounidenses; en cuyo caso habrá que ver si los estadounidenses están preparados para llegar hasta la confrontación armada con los rusos, por Ucrania.

Mientras tanto, la estrategia de Washington es ir encerrando militar y políticamente a Moscú en su espacio geográfico; generar una oposición interna, lidereada por un títere manejado por Occidente, tal como lo hizo con Guaidó en Venezuela (en este caso pretende seguir apoyando al encarcelado Navalny); e ir cortando todas las relaciones económicas, financieras, militares, etc. de Rusia con Occidente y con los vasallos de Occidente, para generar una crisis económica interna y descontento social.

El problema con esto es que esa estrategia ha resultado un fracaso durante 62 años contra Cuba; durante 22 años contra Venezuela; durante 42 años contra Irán, etc. que si bien han sufrido enormemente con los bloqueos y sanciones económicas; con intentos de asesinato de sus líderes, sabotajes, intentos de golpe de Estados, ataques constantes en los medios de comunicación, etc. han prevalecido, a pesar de todo.

Pues bien, en los casos de Rusia y también de China, son países más poderosos que los anteriores, con armas nucleares y con gobiernos fuertes, que tienen el apoyo de la mayoría de su población, por lo que la estrategia estadounidense, si bien ocasionará problemas y un serio desgaste para los gobiernos ruso y chino, se ve casi imposible que pueda provocar la caída de dichos gobiernos, y menos aún que estén dispuestos a doblarse ante las exigencias y órdenes de la decadente superpotencia.

Pero mientras tanto, la irresponsabilidad de las élites occidentales pone nuevamente al mundo al borde de una guerra mundial y con ello de la extinción de la humanidad.

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