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Zapata

domingo, 17 de enero de 2021

 

MUNDO DIVIDIDO Y EN CRISIS PERMANENTE

El próximo miércoles Joe Biden tomará posesión de la presidencia de Estados Unidos, en medio de una de las crisis mundiales más profundas de los últimos 120 años[1], pues no sólo enfrenta la pandemia del Covid-19, con cientos de miles de muertos, millones de infectados y los hospitales saturados en numerosas ciudades, sino los efectos del obligado confinamiento y disminución de actividades económicas y sociales, por lo que su entrante administración tendrá que endeudarse por cerca de 2 millones de millones de dólares más, para dar algo de alivio a la población en general y a diversos sectores de la economía, mientras la distribución y aplicación de las vacunas aprobadas, logra su objetivo de detener la pandemia.

A lo anterior se suma una profunda división político-social entre los sectores de la población que apoyaron al saliente presidente Trump y la heterogénea coalición que apoyó a Biden en las últimas elecciones presidenciales, contextualizada por la irrupción de lo seguidores de Trump en el Capitolio el pasado 6 de enero, lo que ha sido aprovechado por el establecimiento político-militar de Washington para desatar una verdadera cacería contra los grupos más extremistas y movilizados del trumpismo y en general de la derecha estadounidense.

Ante ello, dichos grupos ya hablan abiertamente, en los pocos espacios de las redes sociales en los cuales aún tienen permitido manifestarse, de “rebelión”, “guerra civil”[2] y secesión”, lo que profundiza el sentido de alarma en el llamado Deep State, que prevé, para los próximos meses, un recrudecimiento de las divisiones dentro de la sociedad estadounidense, que apenas hace unos meses fue testigo de violentas manifestaciones de la “izquierda” en contra de la brutalidad policiaca dirigida contra las minorías raciales.

Por si fuera poco, Biden ha llenado su gabinete con los representantes del establecimiento político-militar más comprometidos con la nueva Guerra Fría contra Rusia y China, y con la estrategia de dominio completo del Medio Oriente por parte de Israel, con lo que es previsible que las medidas adoptadas por la administración Trump que recrudecieron la rivalidad entre grandes potencias, y que potenciaron las agresiones israelíes y las de sus nuevos aliados árabes en contra de Irán y en general en contra de la rama chiíta del Islam, no sólo no se detengan, sino que aumenten; con el riesgo de  que ello lleve a una conflagración militar mayor en los distintos escenarios en donde se confrontan las grandes potencias y especialmente en el Medio Oriente, en donde Israel no tiene obstáculo alguno en su estrategia de eliminación de los que considera sus enemigos (Irán, Siria y los palestinos).

La élite político-económico-militar de Occidente está obsesionada con detener al crecimiento económico, militar y tecnológico de China; y a la vez, evitar que Rusia desarrolle todo su potencial, lo que está exacerbando las diferencias entre ambos campos, dificultando así la búsqueda de puentes de entendimiento y colaboración para hacer frente a los retos que la humanidad tiene, como la pandemia del coronavirus, la crisis económica resultante, el continuado deterioro del medio ambiente, el aumento de la pobreza y las desigualdades; y con ello, los mayores flujos migratorios en todo el mundo.

Los países más avanzados del mundo se están convirtiendo en fortalezas para evitar que los “problemas” que según ellos vienen de otros países, los afecten más (enfermedades, migraciones, crimen organizado, competencia económica), con lo que sólo agudizan las crisis en distintas regiones del planeta como Africa, América Latina y partes del centro de Asia y del Medio Oriente, tal como lo demuestra el acaparamiento de las vacunas contra el Covid-19, dejando atrás a los países que no han desarrollado las vacunas o que no tienen los recursos suficientes para adquirirlas.[3]

Como vemos, la principal potencia mundial tiene enormes retos domésticos que le generarán un gran desgaste, y a la vez está obsesionada con mantener su hegemonía mundial, con la clara oposición de China y Rusia que no pretenden subordinarse a los dictados de Washington; todo ello en medio de una pandemia que aún no cede, pues el proceso de vacunación de cientos de millones de personas llevará meses (si no es que un par de años), la economía aún sigue en serios problemas para recuperarse y los estragos del cambio climático y la profundización de la pobreza y las desigualdades en varias partes del mundo, mantendrán las tensiones entre países y zonas desarrolladas y subdesarrolladas, así como por la competencia por recursos naturales y mercados.

En suma, un mundo cada vez más dividido, en medio de grandes problemas mundiales, a los que las miopes élites pretenden dar soluciones parciales y/o nacionales. Falta de visión, de inteligencia y de solidaridad. Más o menos lo de siempre.



[1] Primera Guerra Mundial (1914-1918), Revoluciones Mexicana (1910-17) y Rusa (1917), Pandemia de la Influenza (1918-1920), Depresión económica mundial (1929-1933), Surgimiento del fascismo y del nazismo (1922-1933), Expansionismo del nazismo y del nacionalismo japonés (1933-39), Segunda Guerra Mundial (1939-45),, Guerra Fría (1945-1990), Guerra de Corea (1950-53), Crisis de los misiles (1962), Guerra de Vietnam (1964-1975), Guerra de los Seis Días (1967), Crisis petrolera (1973-79), Guerra en los Balcanes (1991-2001), Primera Guerra del Golfo (1991-92), Genocidio en Ruanda (1994), Atentados terroristas del 11/S (2001), Segunda Guerra del Golfo (2003), Crisis económica (2008-09), Guerra en Siria (2011-2018), Pandemia de coronavirus (2019 2021), Cambio Climático y agudo deterioro ambiental.

[2] https://www.unz.com/proberts/is-americas-future-a-civil-war/?

[3] El mecanismo Covax sólo podrá ofrecer vacunas para el 20% de la población de los países que lo conforman. https://www.who.int/es/initiatives/act-accelerator/covax

 

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