MUNDO DIVIDIDO Y EN CRISIS PERMANENTE
El próximo miércoles Joe Biden tomará posesión de la presidencia de Estados Unidos, en medio
de una de las crisis mundiales más profundas de los últimos 120 años[1], pues no sólo enfrenta la
pandemia del Covid-19, con cientos de miles de muertos, millones de infectados
y los hospitales saturados en numerosas ciudades, sino los efectos del obligado
confinamiento y disminución de actividades económicas y sociales, por lo que su
entrante administración tendrá que endeudarse por cerca de 2 millones de
millones de dólares más, para dar algo de alivio a la población en general y a
diversos sectores de la economía, mientras la distribución y aplicación de las
vacunas aprobadas, logra su objetivo de detener la pandemia.
A lo
anterior se suma una profunda división político-social entre los sectores de la
población que apoyaron al saliente presidente Trump y la heterogénea coalición
que apoyó a Biden en las últimas elecciones presidenciales, contextualizada por
la irrupción de lo seguidores de Trump en el Capitolio el pasado 6 de enero, lo
que ha sido aprovechado por el establecimiento político-militar de Washington
para desatar una verdadera cacería contra los grupos más extremistas y movilizados
del trumpismo y en general de la derecha estadounidense.
Ante ello,
dichos grupos ya hablan abiertamente, en los pocos espacios de las redes
sociales en los cuales aún tienen permitido manifestarse, de “rebelión”, “guerra
civil”[2] y secesión”, lo que
profundiza el sentido de alarma en el llamado Deep State, que prevé, para los
próximos meses, un recrudecimiento de las divisiones dentro de la sociedad estadounidense,
que apenas hace unos meses fue testigo de violentas manifestaciones de la “izquierda”
en contra de la brutalidad policiaca dirigida contra las minorías raciales.
Por si fuera
poco, Biden ha llenado su gabinete con los representantes del establecimiento político-militar
más comprometidos con la nueva Guerra Fría contra Rusia y China, y con la
estrategia de dominio completo del Medio Oriente por parte de Israel, con lo
que es previsible que las medidas adoptadas por la administración Trump que
recrudecieron la rivalidad entre grandes potencias, y que potenciaron las
agresiones israelíes y las de sus nuevos aliados árabes en contra de Irán y en
general en contra de la rama chiíta del Islam, no sólo no se detengan, sino que
aumenten; con el riesgo de que ello lleve
a una conflagración militar mayor en los distintos escenarios en donde se
confrontan las grandes potencias y especialmente en el Medio Oriente, en donde
Israel no tiene obstáculo alguno en su estrategia de eliminación de los que
considera sus enemigos (Irán, Siria y los palestinos).
La élite
político-económico-militar de Occidente está obsesionada con detener al
crecimiento económico, militar y tecnológico de China; y a la vez, evitar que
Rusia desarrolle todo su potencial, lo que está exacerbando las diferencias
entre ambos campos, dificultando así la búsqueda de puentes de entendimiento y
colaboración para hacer frente a los retos que la humanidad tiene, como la pandemia
del coronavirus, la crisis económica resultante, el continuado deterioro del medio
ambiente, el aumento de la pobreza y las desigualdades; y con ello, los mayores
flujos migratorios en todo el mundo.
Los países
más avanzados del mundo se están convirtiendo en fortalezas para evitar que los
“problemas” que según ellos vienen de otros países, los afecten más (enfermedades,
migraciones, crimen organizado, competencia económica), con lo que sólo
agudizan las crisis en distintas regiones del planeta como Africa, América
Latina y partes del centro de Asia y del Medio Oriente, tal como lo demuestra
el acaparamiento de las vacunas contra el Covid-19, dejando atrás a los países
que no han desarrollado las vacunas o que no tienen los recursos suficientes
para adquirirlas.[3]
Como vemos,
la principal potencia mundial tiene enormes retos domésticos que le generarán
un gran desgaste, y a la vez está obsesionada con mantener su hegemonía
mundial, con la clara oposición de China y Rusia que no pretenden subordinarse
a los dictados de Washington; todo ello en medio de una pandemia que aún no
cede, pues el proceso de vacunación de cientos de millones de personas llevará
meses (si no es que un par de años), la economía aún sigue en serios problemas
para recuperarse y los estragos del cambio climático y la profundización de la
pobreza y las desigualdades en varias partes del mundo, mantendrán las
tensiones entre países y zonas desarrolladas y subdesarrolladas, así como por
la competencia por recursos naturales y mercados.
En suma, un
mundo cada vez más dividido, en medio de grandes problemas mundiales, a los que
las miopes élites pretenden dar soluciones parciales y/o nacionales. Falta de visión,
de inteligencia y de solidaridad. Más o menos lo de siempre.
[1]
Primera Guerra Mundial (1914-1918), Revoluciones Mexicana (1910-17) y Rusa
(1917), Pandemia de la Influenza (1918-1920), Depresión económica mundial (1929-1933),
Surgimiento del fascismo y del nazismo (1922-1933), Expansionismo del nazismo y
del nacionalismo japonés (1933-39), Segunda Guerra Mundial (1939-45),, Guerra
Fría (1945-1990), Guerra de Corea (1950-53), Crisis de los misiles (1962),
Guerra de Vietnam (1964-1975), Guerra de los Seis Días (1967), Crisis petrolera
(1973-79), Guerra en los Balcanes (1991-2001), Primera Guerra del Golfo
(1991-92), Genocidio en Ruanda (1994), Atentados terroristas del 11/S (2001),
Segunda Guerra del Golfo (2003), Crisis económica (2008-09), Guerra en Siria
(2011-2018), Pandemia de coronavirus (2019 2021), Cambio Climático y agudo
deterioro ambiental.
[2]
https://www.unz.com/proberts/is-americas-future-a-civil-war/?
[3]
El mecanismo Covax sólo podrá ofrecer vacunas para el 20% de la población de
los países que lo conforman. https://www.who.int/es/initiatives/act-accelerator/covax
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