Iconos

Iconos
Zapata

martes, 30 de abril de 2019

VENEZUELA


Hoy, como parte de la estrategia de “cambio de régimen” planeada, organizada, financiada y puesta en práctica por el gobierno de Donald Trump, para derrocar al Presidente Nicolás Maduro y poner en su lugar al títere Juan Guaidó, una parte (aún no se sabe que tan relevante) del Ejército, se pasó del lado de los golpistas, tratando de tomar la Base Aérea de La Carlota; liberando de su prisión domiciliaria a uno de los principales agentes golpistas de Estados Unidos, Leopoldo López (quien se escondió en la embajada española); y llevando a cabo deliberadamente atropellamientos de los manifestantes convocados por el espurio presidente Guaidó, con objeto de dar credibilidad a las acusaciones repetidas ad nauseam por la amarillista prensa y televisión estadounidense (y sus “minions” latinoamericanos y europeos) de que Maduro está "reprimiendo a su pueblo".
Ya el demente “halcón”, neoconservador y lacayo de Benjamín Netanyahu, John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Trump, señaló públicamente que habían hablado con el ministro de la Defensa Vladimir Padrino; con el presidente de la Suprema Corte, Mikel Moreno y con el jefe de la Guardia Presidencial, Rafael Hernández, quienes “confirmaron” que apoyarían al espurio Guaidó.
La realidad es que todo parece una trampa de Bolton y del secretario de Estado, Mike Pompeo, para generar confusión y desconfianza en el círculo cercano del Presidente Maduro, pues hasta la tarde-noche de este 30 de abril, los principales jefes de las fuerzas armadas públicamente habían dado su respaldo a Maduro.
Pero la realidad es que Maduro, desde la mañana, ya no ha salido a dar declaraciones en público, y una manifestación de apoyo que se organizaba en el Palacio de Miraflores, quedó en suspenso, o al menos los medios occidentales no la difundieron.
A su vez, por un lado Bolton, afirmando que los cubanos que asesoran a Maduro han impedido hasta ahora que las fuerzas armadas lo desconozcan y se pasen al bando del espurio Guaidó; y Pompeo, quien ha afirmado que Maduro ya estaba listo para dejar el país, pero los asesores rusos que están en Venezuela lo convencieron de no hacerlo; están tratando de generar más desinformación entre las fuerzas leales a Maduro y con ello darle más tiempo y margen de maniobra a los operativos de inteligencia estadounidenses que están en el terreno coordinando toda esta operación, a la que cínicamente han llamado “libertad” (sería de risa loca, si no fuera trágico para el pueblo venezolano), para movilizar a más personas que salgan a las calles a generar violencia y caos, que las televisoras occidentales puedan transmitir (como CNN), para que el resto de la población venezolana y la comunidad internacional se “convenzan” de que el gobierno de Maduro no tiene apoyo entre el pueblo.
Aún no se sabe hasta que punto Maduro mantiene el apoyo de las fuerzas armadas, las policías, el aparato burocrático, las bases del Partido Socialista Unificado de Venezuela y de los colectivos de apoyo a la revolución bolivariana.
El bloqueo económico de Occidente a Venezuela, las sanciones económicas, los sabotajes (a la infraestructura eléctrica del país, principalmente), los chantajes y los sobornos a miembros del aparato estatal y de los cuerpos de seguridad; las amenazas a los principales dirigentes de las fuerzas armadas y de las policías, en caso de no aceptar los sobornos (plata o plomo), incluso contra sus familias; y la incesante propaganda contra el gobierno venezolano y quienes los apoyan (que son “terroristas, narcotraficantes, corruptos, usurpadores, tiranos, violadores de los derechos humanos”, etc.), han ido minando y desestructurando al gobierno, su partido y las bases sociales de apoyo en las que se asienta, lo que ha abierto grietas por donde se han infiltrado los golpistas y saboteadores, que cuentan con cientos de millones de dólares provenientes de los Estados Unidos para lograr su objetivo de derrocar a Maduro y volver a poner a Venezuela y sus enormes reservas de petróleo, oro y otros minerales, al servicio de las trasnacionales estadounidenses y del Pentágono.
El inicio de un bloqueo completo a las ventas de petróleo venezolano, principal fuente de ingresos del gobierno, seguramente golpeó duramente al núcleo duro de apoyo a Maduro, tanto entre los civiles, como entre los militares.
La única forma de aguantar ese bloqueo era con el apoyo de otras superpotencias que pudieran comprar el crudo venezolano. Y esas potencias sólo podían ser Rusia y China, quienes de alguna manera han intentado apoyar a Maduro, pero que definitivamente no desean enfrentarse a Estados Unidos en la que se considera su “zona de influencia”, en donde lleva la ventaja geográfica, en donde cuenta con apoyos políticos y diplomáticos (casi toda Latinoamérica es vasalla de Washington, a excepción de Cuba, Bolivia y Nicaragua), y en donde los estadounidenses están dispuestos a utilizar la fuerza militar para hacer valer su poder.
Ante estas dos realidades, la falta de recursos económicos para seguir pagando a las fuerzas armadas, las policías y al aparato burocrático; y la imposibilidad de que Rusia y China pudieran jugar el papel que la URSS jugó en su momento apoyando y manteniendo a la revolución en Cuba, es que varios miembros del equipo de Maduro estén pensando o ya lo hayan hecho, rendirse ante los estadounidenses y pedirles una salida (a Cuba, Rusia o China), para no ser procesados y enviados a la cárcel, o aún asesinados (hay que recordar lo que le pasó a Gaddaffi en Libia).
Se ve cuesta arriba que el gobierno de Putin quiera o pueda disponer de ingentes recursos económicos y militares para mantener a Maduro en el poder, ya que la distancia geográfica, la evidente ventaja estadounidense sobre los rusos en este hemisferio y la incertidumbre sobre cuánto tiempo tendría que durar este apoyo, que quizás no sería secundado por el gobierno chino, son factores demasiado relevantes como para buscar otra salida a la crisis, que al menos pueda limitar el margen de maniobra de los estadounidenses.
En ese sentido, es posible que Moscú podría buscar una negociación entre los representantes de la revolución bolivariana y la oposición golpista, creando un frente internacional (con China, Cuba, Bolivia, Turquía, Irán, Nicaragua), para que la transición sea pacífica; que Maduro y su entorno puedan salir de manera segura del país a Cuba o Rusia; que no se lleven a cabo represalias militares, jurídicas y económicas contra los funcionarios de gobierno y simpatizantes de la revolución bolivariana; que se garantice el pago de las deudas a todos los acreedores (Rusia y China entre ellos); que se conforme un gobierno paritario de miembros de las fuerzas armadas, de la oposición, pero no de aquélla más identificada con Washington y de personalidades de la sociedad que no se hayan comprometido con alguno de los dos bandos; y un comité internacional encargado de coordinar y entregar junto con el gobierno de transición, la ayuda internacional. Después se vería la forma de organizar unas elecciones en las que los simpatizantes chavistas tuvieran la oportunidad de competir sin restricciones, ni limitantes.
Es decir, si en las próximas horas, días o semanas, es más costoso mantener a Maduro, que crear una alternativa que no le dé el completo triunfo y manejo de Venezuela a Washington, habría que irla conformando y negociando desde ya.
Ahora bien, si Maduro se logra mantener en el poder después de este intento, es seguro que los dementes neoconservadores de Washington intenten un magnicidio o incluso la intervención militar abierta, a través de algún ataque focalizado a los centros de mando del gobierno venezolano y a sus principales jefes.
De ahí que si lo que se busca por parte de los representantes de la revolución bolivariana y sus simpatizantes, así como de sus aliados en el ámbito internacional, es su sobrevivencia, habrá que poner la inteligencia, los recursos, la planeación, la organización y la audacia necesarios para lograrlo, de lo contrario los dementes de Washington dirán que triunfaron en su operación de “cambio de régimen” y eso los envalentonara para intervenir abiertamente en Bolivia, Cuba y Nicaragua, barriendo así los últimos ejemplos de lucha por la independencia, la soberanía y la integridad territorial en nuestra América.

No hay comentarios:

Publicar un comentario