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Zapata

viernes, 5 de abril de 2019

LA POLÍTICA EXTERIOR DE AMLO

En esta semana, ante las continuas amenazas de Donald Trump de cerrar la frontera si el gobierno de México no detiene a los miles de indocumentados de todo el mundo que pasan por el país en su camino a los Estados Unidos; y sobre la posible imposición de aranceles a la venta de autos y autopartes dentro de un año, si no se detiene el flujo ilegal de drogas, el presidente de México ha tenido que delinear, en trazos muy largos y generales, lo que es y será su política exterior durante su período gubernamental.
López Obrador ha insistido en que México desea ser amigo de todos; no confrontarse con nadie. Que nuestro país no debe entrar en disputas entre bloques (por ejemplo, en las disputas entre China y Estados Unidos), ni plantearse como “mediador” en conflictos internacionales, en los que no tiene jurisdicción ni interés directo alguno.
Insistió también en que la mejor política exterior, es la interior; esto es, resolviendo nuestras muchas insuficiencias y problemas internos, seremos más respetados en el exterior y enfrentaremos menos problemas en el ámbito internacional.
Y en materia de comercio exterior, se pronunció en favor del libre comercio, de cumplir los pactos ya acordados, de seguir adelante en la ratificación del Acuerdo Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, y en no tomar medidas que afecten ese libre comercio, como el anunciado cierre de la frontera por parte de Trump.
Ya se ha analizado en este blog la política exterior de AMLO, pero vale la pena hacerlo de nuevo, ya que ha manifestado en estos días los trazos generales de la misma, una vez más.
AMLO está convencido de que si no inmiscuye al país en problemas internacionales y disputas ajenas, estas no repercutirán de ninguna manera en el desarrollo político, económico, social y de seguridad del país.
Es como si AMLO deseara establecer una especie de “no alineamiento”, al estilo del que se impulsó por varios países de Asia y Africa en los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, para distanciarse de la disputa bipolar Este-Oeste, lidereada respectivamente por la URSS y Estados Unidos.
Y eso está muy bien, si AMLO tomara medidas para que ese “no alineamiento” se concretara en los hechos, en la actual disputa que hay entre Estados Unidos y sus aliados, por un lado; y el eje China-Rusia por el otro.
Pero da la casualidad de que México sigue formando parte de la Iniciativa Mérida, que constituye un compromiso de seguridad y de combate al crimen organizado, entre Estados Unidos y México;  compromiso que por ejemplo, nuestro país no tiene con China y Rusia.
Las fuerzas armadas mexicanas tienen una estrecha relación con el Comando Norte del Ejército de Estados Unidos, algo que no existe con chinos y rusos.
Así también, las compras de material y equipo militar a Estados Unidos llegan a más de mil millones de dólares por año, lo que ni de lejos sucede en los casos de China y Rusia.
Así que AMLO podrá decir todo lo que quiera sobre que nuestro país no forma parte de grupos de países o alianzas que lo pongan en uno u otro lado de disputas internacionales, en las cuales no desea participar; pero en los hechos, las políticas públicas que en materia de defensa y seguridad sigue México, lo sitúan inequívocamente en el campo de los Estados Unidos; y por lo tanto, cuando este país considere que sus adversarios China y Rusia pudieran ambicionar una relación más estrecha con México, seguramente que presionará lo suficiente para que ello no suceda.
De hecho, en el tratado comercial, aún no ratificado entre Estados Unidos, México y Canadá, se especificó que el país que establezca tratados de libre comercio con países que no tienen sistemas políticos “democráticos” (llámese China, desde la óptica de los tomadores de decisión de Washington), será expulsado del tratado norteamericano de libre comercio.
De ahí que la aceptación de AMLO del tratado negociado por Peña Nieto con sus dos socios norteamericanos, es también la aceptación de que México está firmemente dentro del área de influencia económica estadounidense, y que por ningún motivo se adherirá a la Belt and Road Initiative que impulsa China.
Así, el gobierno de AMLO señala que no quiere inmiscuirse en las disputas internacionales, pero en materia de seguridad y defensa y en comercio exterior, toda su política pública está orientada a seguir siendo un aliado de Estados Unidos en esos ámbitos.
Y con respecto a que México no desea meterse en problemas que no le corresponden; pues ya lo ha hecho al proponerse como mediador en el conflicto interno venezolano. Si efectivamente nuestro país desea mantener una posición aislacionista en términos de política exterior, pues debería retirar su propuesta de ser mediador en ese asunto, y simplemente señalar que seguirá reconociendo al gobierno de Maduro, hasta que deje de reconocerlo; o sea, hasta que Maduro caiga (si es que cae), y entonces reconocerá al gobierno que lo sustituya, sin hacer valoración política o ideológica alguna sobre el actual gobierno o el que le suceda.

En suma, el discurso de AMLO pretende reflejar una política exterior prudente (otros la llamarían pasiva o aislacionista), para no inmiscuir al país en problemas y disputas internacionales que lo distraigan de su agenda de política interior, pero la realidad es que los hechos reflejan que este gobierno sigue enganchado con la potencia hegemónica actual (Estados Unidos), con sus prioridades y con sus exigencias. En suma, en política exterior y comercio internacional, no hay Cuarta Transformación, todo sigue igual.

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