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Zapata

viernes, 5 de octubre de 2018

OCCIDENTE V.S. CHINA, RUSIA E IRAN

El gobierno títere[1] de Donald Trump y sus lacayos (Gran Bretaña, Canadá, Australia, Francia y los Países Bajos) están lanzando una nueva ofensiva contra Rusia, China e Irán, en distintos frentes.
Con China, Estados Unidos ha elevado la apuesta, no sólo con su “guerra comercial”, sino también provocando a Beijing en el Mar del Sur de China, haciendo navegar a sus buques de guerra cerca de las islas artificiales que ha construido la armada china; y ahora ordenando a su flota del Pacífico para que haga maniobras en esa zona.
Washington está enviando el mensaje a Beijing de que no le pareció la participación china en las maniobras militares rusas Vostok 2018; ni tampoco la compra del sistema anti-misiles ruso S-400 y los aviones Su-35, por lo que el gobierno de Trump aplicó sanciones a la agencia china encargada de dichas compras.
Todo lo anterior ha provocado la cancelación de las conversaciones entre altos mandos militares chinos y estadounidenses; y la venta de más armamento a Taiwán, con el obvio rechazo y condena por parte de Beijing.
Para los “halcones” del gobierno de Trump, la creciente cercanía militar y política de Beijing y Moscú representa un alto riesgo, y pretende con estas medidas elevar el costo de ella. Sin embargo, dicha cercanía ha sido propiciada por Estados Unidos, que lo que ha buscado desde hace más de una década es mantener a China y Rusia como países subordinados a su hegemonía; algo que ni Moscú, ni Beijing están dispuestos a aceptar.
Ahora los lacayos europeos de Washington, junto con Canadá y Estados Unidos, están acusando a Rusia de un conjunto de “ciberataques”, con objeto de profundizar las sanciones y el aislamiento de Moscú en la arena internacional.
Pero lo que realmente reflejan estas acusaciones, sacadas de un sombrero de mago (ahora utilizando al obsequioso gobierno holandés para realizarlas, en vista del desgaste y el desprestigio que ha acumulado el gobierno de Theresa May a raíz de sus acusaciones del supuesto “envenenamiento” realizado por operativos rusos en territorio británico), es el enojo y la impotencia de Occidente para evitar que Rusia siga avanzando en su estrategia de acercamiento con diversos países, como por ejemplo la India, a la que le acaba de vender el sistema anti misiles S-400 y otras armas, por valor de 5 mil millones de dólares. Y así también, acaba de entregar al gobierno sirio el sistema más actualizado del S-300, para contrarrestar los continuos ataques aéreos israelíes.
Por lo que respecta al cada vez más débil gobierno de Macron, ahora se inventó un supuesto “complot urdido por los iraníes”, para cometer un “atentado terrorista” en Francia; todo con el objeto de tener una nueva justificación para aplicar más sanciones al gobierno de Teherán e incluso posibles ataques de las potencias occidentales a dicho país. Quizás por ese tipo de inventos de Macron, se confrontó con su ministro del Interior, Gerard Collomb, quien acabó renunciando a su puesto.
Así también, se ha elevado la presión contra el gobierno de Maduro en Venezuela, con una operación de propaganda concertada en todos los medios de Estados Unidos y América Latina (especialmente en esta última), sobre la crisis humanitaria “provocada por el gobierno de Maduro”; todo con el objeto de justificar un posible golpe de Estado (está claro que cada vez hay más contactos entre el Comando Sur de Estados Unidos y militares venezolanos, que están dispuestos a traicionar a su país, a cambio de dirigir el gobierno y de jugosos pagos en dólares); o incluso, ya en la desesperación, llevar a cabo una invasión militar por parte de Estados Unidos, con todos los costos humanitarios, materiales y políticos que ello implicaría para Washington y sus impresentables aliados latinoamericanos (entre ellos el lacayuno gobierno mexicano).
En suma, las clases dirigentes de Occidente e Israel, están dispuestas a usar todo el arsenal con que cuentan (incluso las armas nucleares, como amenazó la embajadora de Estados Unidos en la OTAN, Kay Bailey Hutchinson, al señalar que podrían destruir los misiles nucleares rusos), con tal de detener el surgimiento de China como la primera potencia económica mundial en la siguiente década; la reafirmación de Rusia como potencia militar y económica de primer orden en Eurasia; y la consolidación del régimen de Teherán.
Sin embargo, todas estas irresponsables medidas de Occidente e Israel para detener y doblar a los países que consideran riesgos para su hegemonía, bien pueden salirse de control y llevar a la humanidad al borde de la extinción, pues con este tipo de escaladas retóricas, sanciones y confrontaciones políticas, que después se convierten en militares, iniciaron las dos grandes guerras del siglo pasado; pero ahora podría ser la última, pues las potencias que se enfrentarían, lo harían con armas de destrucción civilizacional.





[1] Del complejo militar industrial; del Deep State; de los neoconservadores, del lobby pro Israel y del gobierno israelí.

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