Hoy Vladimir
Putin será reelecto presidente de Rusia por 6 años más, y ello ha elevado la
histeria anti rusa en Occidente, que en las últimas dos décadas han visto como
este país, al que tenían sojuzgado después de la desaparición de la Unión
Soviética (en diciembre de 1991); y explotado y devastado económicamente, a
través del gobierno títere de Boris Yeltsin; se levantó a través del liderazgo
de Putin, quien detuvo la expoliación que los oligarcas proccidentales[1] y las trasnacionales realizaban
sin freno en su país; reconstituyó el poder militar ruso; defendió sin miedo la
soberanía y se opuso al cerco militar que Occidente ha tratado de
establecer alrededor de su territorio (expansión de la OTAN hacia el Este;
rompimiento por Estados Unidos del tratado para limitar los misiles balísticos en
el 2002; establecimiento de sistemas anti misiles alrededor de Rusia, etc.).
Así también,
Putin apoyó a su aliado Bashar el Assad en Siria ante la agresión orquestada
por Occidente, Israel y los países sunnitas de la región, para balcanizar a ese
país: respondió a la operación de “cambio de régimen” en Ucrania y el intento
por “des rusificar” las provincias del Este de ese país por parte del régimen
pro occidental de Kiev, al apoyarlas logística y militarmente; así como ocupando
la península de Crimea, mayoritariamente rusa, ante la amenaza ucraniana de
desalojar la base naval de Sebastopol.
En resumidas
cuentas, el gobierno de Putin, aún con el interregno del gobierno de Medvedev
(2008-2012), durante el cual fue el Primer Ministro; evitó primero la
destrucción económica y social de Rusia por parte de los neoconservadores de Washington
y los oligarcas pro occidentales; se opuso al unilateralismo y a la “unipolaridad”
de Estados Unidos, reivindicando los intereses rusos, ya ni siquiera en otros
continentes, sino solamente alrededor del territorio ruso, para evitar quedar
cercada con regímenes hostiles, pro occidentales; conformó una alianza
económica y política con China para balancear las ambiciones hegemónicas de
Estados Unidos y sus aliados; evitó la destrucción de un aliado importantísimo
en el Medio Oriente, el régimen sirio, en donde además Rusia mantiene bases
militares (Tartus y Latakia); y ha comenzado un lento y complicado proceso de
mejoramiento económico y social al interior de Rusia, a pesar de las innumerables
sanciones económicas de Occidente, por su atrevimiento al negarse a apoyar la
hegemonía estadounidense en el mundo, con infinidad de pretextos e invenciones
(el último de los cuales es el supuesto ataque a un ex espía ruso, refugiado en
Inglaterra).
Ahora Putin
enfrenta un desafío mayúsculo en los próximos meses, cuando varios retos se conjunten,
que pueden poner a Rusia en una situación sumamente riesgosa.
Primero,
después de las elecciones presidenciales, vendrán todos los ataques concertados
de la prensa occidental, considerando que las elecciones no fueron libres y
acusando a Putin de haberse convertido en un dictador vitalicio. No se descarta
que las ONG pro occidentales y los grupos políticos opositores a Putin,
financiados por Estados Unidos y la Unión Europea, inicien movilizaciones
violentas, con objeto de ser “reprimidos”; y con ello, mostrar en los medios de
comunicación occidentales el supuesto repudio de la población rusa a Putin.
Así también,
las sanciones contra Rusia por lo del ex espía envenenado en Inglaterra, apenas
comienzan; y la narrativa en medios de comunicación, e incluso las acusaciones
directas a Putin, como irresponsablemente lo hizo el Ministro de Asuntos
Exteriores de la Gran Bretaña, Boris Johnson, irán en aumento, con objeto de
que antes del inicio del Mundial de Futbol de Rusia, en el mes de junio, la
masa crítica de ataques y denostaciones a Putin logren disminuir significativamente
el número de visitantes que vaya a tierras rusas; y así se compense la buena
prensa que iba a recibir por la organización del mundial y la hospitalidad que
los rusos están dispuestos a brindar a los turistas.
Al mismo
tiempo, recordemos que ya en dos ocasiones en eventos deportivos
trascendentales, como los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008, a los que
asistía Putin como invitado a la inauguración; y los Olímpicos de Invierno en
Sochi, Rusia, en donde era el anfitrión, Washington ha orquestado sendas agresiones
contra el régimen de Putin. En 2008, lanzando a Georgia a ocupar Osetia del
Sur, mayoritariamente rusa, y por lo tanto apoyada por Moscú (así como
Abjasia), reclamándola como propia; lo que llevó a la firme respuesta rusa,
derrotando rápidamente al ejército georgiano.
En el caso
de Sochi, se dio el golpe de estado en Ucrania contra el presidente pro ruso
Yanuckovich, con el apoyo estadounidense y de Europa Occidental y la agresión
del gobierno ucraniano a las provincias mayoritariamente rusas del Este
(Donetsk y Lugansk); así como el riesgo de desalojo de la base naval rusa en
Sebastopol, en la península de Crimea, lo que llevó a Moscú a dar apoyo a las
mencionadas provincias y a ocupar militarmente Crimea (con población
mayoritariamente rusa).
Por ello es
muy factible que en un nuevo evento deportivo en Rusia, como el Mundial del
Futbol, que obligará a todo el aparato ruso de seguridad a estar atento, se
lleve a cabo otra agresión contra Moscú. Puede ser que el gobierno de Kiev
lance una nueva ofensiva contra las provincias del Este, aprovechando que el
gobierno de Trump le acaba de vender armamento ofensivo (qué por cierto, el de
Obama se había negado a hacerlo). Y al mismo tiempo, que los yihadistas controlados
por Occidente, Israel y las monarquías sunnitas de Medio Oriente decidan realizar
uno o varios atentados terroristas contra la población civil rusa y contra los
turistas que asistirán al mundial (por algo Estados Unidos quedó sorpresivamente
eliminado del Mundial en la última fecha; y ahora la Gran Bretaña, con el
pretexto del ataque al ex espía ruso, ha cancelado la participación de cualquier
autoridad británica en el Mundial).
A lo
anterior se suman los recientes cambios en el gobierno de Estados Unidos para
sumar a más “halcones” anti rusos y anti iraníes, como Mike Pompeo en el
Departamento de Estado, Gina Haspel en la CIA y se habla de la llegada del neoconservador
John Bolton como Consejero de Seguridad Nacional. Con todo ello, lo que se prevé
es que en mayo[2]
Estados Unidos salga del acuerdo nuclear con Irán, marcando así el inicio de
nuevas sanciones y provocaciones al régimen de Teherán; el muy probable inicio
de ataques al ejército sirio, por las inventadas acusaciones de uso de armas
químicas en el Este de Gouhta; y la escalada de agresiones israelíes a
Hezbollah y probablemente al ejército libanés en el sur de este país. Todo ello
planteará un nuevo reto a Rusia para seguir ayudando a Assad, después de que ya
había logrado avances en las negociaciones con algunos grupos rebeldes sirios,
y se habían establecido ceses al fuego en diversas partes del país.
Se va a
obligar a Moscú a reiniciar hostilidades en todo el territorio sirio
nuevamente, pero ahora con la posibilidad de encuentros directos con fuerzas
armadas occidentales e israelíes, que ante el fracaso de sus mercenarios y
terroristas (que aún no han desaparecido del todo) en su intento por derrocar a
Assad, ahora lanzarán a sus propios ejércitos para realizar la tarea, con la
posibilidad del inicio de hostilidades directas contra fuerzas rusas.
Si a esto se
le suma el aumento de las presiones y
sanciones por parte de los miembros de la OTAN (especialmente en la zona del
Mar Báltico), contra Rusia; se puede uno dar cuenta de que las élites
occidentales están decididas a arrinconar y debilitar todo lo que puedan al gobierno
de Vladimir Putin, tratando de generar una situación similar a la que han provocado
en Venezuela contra el régimen de Maduro. Esto es, ir aislando en todos los campos
a Rusia (ahí está el caso paradigmático del supuesto doping de todos los atletas
rusos en competiciones olímpicas); aumentar las sanciones económicas, para ir
minando aún más el nivel de vida del ruso promedio; obligar a Rusia a mantener
ocupadas a sus fuerzas armadas y de seguridad en numerosos frentes (Ucrania,
Siria, el Báltico, internamente; incluso en la península coreana), para
desgastarlos y hacerlos caer en nuevas provocaciones, para además acusarlas de “crímenes
de guerra”; y todo ello con objeto de que internamente crezca la insatisfacción
contra Putin, y los aliados pro occidentales puedan tener la oportunidad de
generar un “cambio de régimen”, como el que realizaron en Ucrania, en donde sin
tener la mayoría del apoyo ciudadano, pudieron generar una crisis a través de
movilizaciones pagadas y concertadas por las ONG pro occidentales; el uso de
francotiradores y mercenarios encargados de asesinar por igual a opositores,
ciudadanos y fuerzas de seguridad; y finalmente, lograr la “neutralidad” de las
fuerzas armadas, que permita que una facción pro occidental tome el poder en un
”putsch”. Si bien ese esquema les resultó muy bien en Ucrania, en Venezuela no
han podido culminarlo, aunque sí han logrado, con el boicot concertado entre
las potencias occidentales y la oligarquía venezolana, poner contra la pared al
gobierno de Maduro.
Se ve mucho
más complicado que puedan lograrlo en una potencia como Rusia, pero eso no
importa a Washington y sus aliados; el objetivo es desestabilizar, desangrar,
acorralar y desgastar al gobierno de Putin, para al menos evitar que se
consolide como una potencia ascendente, y en el mejor de los casos dejarla como
una potencia, sí opositora, pero en permanente crisis.
De ahí que
para Putin es indispensable afianzar la alianza con China y no permitir que
Occidente invente divisiones y disputas entre Beijing y Moscú, porque de eso
depende romper el aislamiento en que Washington y sus aliados pretenden dejar a
Putin.
Grandes
desafíos en todos los órdenes, lo que implica que Putin y sus aliados internos
deberán hilar muy fino, mantener el apoyo del pueblo y las fuerzas armadas rusas
y continuar fortaleciendo las alianzas con China y con las ex repúblicas
soviéticas del centro de Asía, pues constituyen su “hinterland”, que le puede
dar los recursos y el espacio suficiente para aguantar la agresión permanente
de Occidente.
[1]
http://www.lasegunda.com/Noticias/Internacional/2013/03/834454/como-amasaron-su-fortuna-con-la-ayuda-de-los-amigos-correctos
[2] Mes en el que Trump debe
decidir si sigue firmando la suspensión de las sanciones a Irán, o las
reestablece.
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