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Zapata

viernes, 16 de marzo de 2018

OCCIDENTE QUIERE PROVOCAR UN ENFRENTAMIENTO ARMADO CON RUSIA

Está claro que Washington, Londres, Paris y Tel Aviv quieren provocar a Rusia para obligarla a que responda de manera impulsiva, y ello dé el pretexto a las potencias occidentales para primero, aislar completamente a Moscú (al menos respecto a Europa, América y parte de Asia y Africa); incluso ya se habla de “expulsarla” de la ONU; segundo, tener los pretextos para escalar las agresiones contra Siria, Irán y los palestinos (ya están hablando de que está surgiendo un nuevo grupo radical islámico en Irak, es decir otra creación de la CIA, el MI6 y el Mossad); y tercero, incluso atacar posiciones o aviones rusos en Siria, para medir la respuesta de Putin a un enfrentamiento abierto con las potencias occidentales.
Todo el cuento de que Putin, a unos días de las elecciones presidenciales en su país (en donde es amplio favorito para arrasar); y a menos de 100 días del inicio del Mundial de futbol, iba a ordenar el “asesinato” de un ex espía ruso en Gran Bretaña, que ni siquiera había sido condenado a muerte en su país (sólo se le condenó a 13 años de cárcel); y por lo tanto ya no significaba ningún riesgo para la seguridad rusa, es tan ridículo, que sólo las ignorantes masas de Occidente, absolutamente zombificadas por los medios de comunicación, manejados por la oligarquía internacional, lo pueden creer.
Claro que la acusación de la arrinconada primer ministro británica Theresa May, quien no puede lograr un acuerdo de salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea que convenga a su país; y que enfrenta una dura oposición del Partido Laborista, que por primera vez en décadas tiene un líder comprometido con las clases trabajadoras británicas, Jeremy Corbyn; la han llevado hacia esta “fuga hacia adelante”, subiéndose al carro de la provocación contra Rusia, que está dirigida por el establecimiento político-militar de Washington, dominado por los neoconservadores y el complejo militar-industrial; así como por los sionistas (Adelson, Singer, Saban; y el “presidente” francés Macron), que le quieren cobrar a Putin el haber detenido (al menos momentáneamente) su plan de caos y balcanización del Medio Oriente; y por Netanyahu y el lobby pro Israel, que buscan aprovechar el que ahora cuentan con el presidente estadounidense más pro Israel de la historia (y eso ya es decir, pues todos lo han sido), para lograr la destrucción del pueblo palestino, la anexión de sus territorios, la conformación del Gran Israel (desde el Eufrates hasta el Sinaí); la continuación de las hostilidades contra Siria y el aislamiento y el inicio de una guerra contra Irán.
Con el asunto del ex espía, los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania se alinearon para condenar a Rusia y aprobar más sanciones contra ella (adicionales a las que le han aplicado desde la anexión de la península de Crimea); más las que está escalando Washington, por la fabricada “intervención rusa” en las elecciones estadounidenses del 2016.
Así también, estos países ya preparan acciones contra Siria, por el inexistente ataque con armas químicas del régimen de Bashar el Assad contra los habitantes del Este de Gouhta, en donde los mercenarios y terroristas pagados por Occidente e Israel, mantienen como rehenes a cientos de miles de civiles, que usan como escudos, para protegerse de los ataques sirios y rusos.
Como lo hemos venido comentando aquí desde 2014, Occidente y la oligarquía mundial, no están dispuestos a permitir que Rusia recupere su estatus de gran potencia (militarmente no ha dejado de serlo); ni que interfiera en los planes de desestabilización y balcanización que han aplicado en el Medio Oriente, con el objetivo de seguir depredando los recursos naturales de esa región (petróleo y gas); dividir y eliminar a los enemigos de Israel; y expulsar definitivamente de esa zona a cualquier potencia que pueda poner en riesgo la hegemonía occidental (es decir a Rusia y China).
Putin ya advirtió el primero de marzo pasado que de seguir las agresiones y provocaciones a Rusia, ésta tiene el arsenal suficiente para responder. Irresponsablemente eso es lo que quieren las élites de Occidente, pues en las últimas dos décadas su maravilloso plan de “unipolaridad”, mediante el cual iban a explotar a placer al planeta sin interferencia alguna, teniendo a Estados Unidos como el policía de todo el esquema, se les ha venido abajo con el resurgimiento geopolítico y militar ruso; y con la aparición de China como superpotencia económica y con una presencia geopolítica relevante en distintas partes del mundo.
Quieren revertir la actual multipolaridad, para regresar al dominio completo de las élites depredadoras de Nueva York, Washington y Londres, contando con el aparato militar estadounidense, como garante de este esquema de explotación ad infinitum.
Las élites rusas y chinas intentaron durante dos décadas sumarse a dicho plan de dominación mundial como “socios”; pero con una visión más cooperativa, intentando sumar países y regiones al esquema, y no sólo devastándolos económica y socialmente; y mucho menos destruyéndolos, con objeto de supuestamente “democratizarlos” (casos de Irak, Libia, Siria, Afganistán, Somalia, etc.).
Ni por un momento se afirma que Moscú y Beijing no pretendieran obtener beneficios económicos y políticos de esa asociación; pero con todo, significaba una sociedad para tratar de que el mundo tuviera un modelo económico más integrador de países y regiones, y menos inclinado a la burda dominación por la vía de la imposición (financiera, a través del FMI, BM y Wall Street; y, militar, con miles de bases alrededor de todo el mundo, para asegurar la hegemonía occidental).
Las élites occidentales no están dispuestas a “compartir”, ni tampoco a “incluir” a nadie en su estructura hegemónica depredadora. El mundo es de “ellos”, y toda aquella potencia que no se subordine a dicho plan (Rusia, China, Irán, Siria, Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Bolivia, por ej.), serán aislados, sancionados, combatidos y eventualmente destruidos, en caso de que no acepten las órdenes de las élites occidentales.
Por ello, ni Moscú, ni Beijing, ni Teherán, ni Pyongyang, ni La Habana, ni Caracas, pueden esperar comprensión, negociación, acuerdos o distensión con Occidente e Israel. Puede haber períodos de arreglos temporales, de ciertas divisiones en materia de tácticas (el caso del acuerdo nuclear con Irán); o de crisis económicas (que son recurrentes) en el sistema capitalista, que obliga a estos países a entrar en un “impasse”, mientras recuperan el crecimiento (que se va haciendo más lento, en la medida en que el capitalismo ya no encuentra salidas fáciles a sus contradicciones). Pero en última instancia, no van a dejar de presionar y de confrontar a las potencias y países que se niegan a caer bajo su dominio; que no están dispuestos a ver como depredan sus recursos naturales; ni están de acuerdo en participar en guerras interminables (como contra el “terrorismo”), que sólo son medios para mantener a un disfuncional sistema capitalista, que ya depende cada vez más del gasto militar y de la ficción que implica la creación de dinero de la nada, como lo han venido haciendo en la última década la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el de Japón y el de Inglaterra.

Lo que se puede esperar para los próximos meses y años, es una agudización de esta estrategia de provocación y de arrinconamiento de Rusia e Irán primero, y después de China; que en algún momento empujará a las dos potencias nucleares a responder militarmente, con lo que la irresponsabilidad de Occidente e Israel, llevarán a la humanidad al borde de la extinción.

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