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Zapata

sábado, 10 de febrero de 2018

¿QUIÉN TIENE LA RAZÓN?

¿Cómo es posible que la izquierda más radical, que acude a la violencia y que es considerada sectaria; y la derecha más rancia, que defiende y ha defendido el statu quo, coincidan casi de manera idéntica en el mismo diagnóstico sobre el candidato presidencial puntero en el proceso electoral mexicano?
Así, Jesús Silva-Herzog Márquez, que aparenta de liberal, pero que realmente es un rabioso neoliberal, criticó a López Obrador por su extremo pragmatismo, en un artículo en el periódico Reforma, por el cual el candidato presidencial de Morena reaccionó visceralmente y ello le ha costado duros cuestionamientos que lo han llevado a “disculparse” con Silva Herzog, y con quien salió a defenderlo, el “intelectual” al servicio de Televisa y pseudo historiador, Enrique Krauze.
Esta es la primera “caída” de López Obrador en su disputa con el régimen neoliberal, que ante la mediocre campaña del tecnócrata títere que pusieron como candidato del PRI, José Antonio Meade, ahora está recurriendo a sus intelectuales orgánicos y a tratar de conformar una sola candidatura “independiente” (posiblemente en torno a Jaime Rodríguez Calderón), para quitarle votos a López Obrador.
Veamos algo de lo que dijo Silva Herzog que enfureció a López Obrador, y después lo obligó a rectificar:
Del extremo del sectarismo, López Obrador se ha desplazado al punto contrario: el oportunismo. Su coalición no es ya ni sombra de su base política. Morena ha sido traicionado antes de ganar el poder. El caudillo lo ha entregado al cálculo de sus ambiciones. La lealtad de hoy puede vencer a la deshonestidad de ayer; los mafiosos pueden transformarse en abanderados de la regeneración nacional, los bandidos pueden ser perdonados por la infinita bondad del prócer. Morena ya ha sido sacrificada. Al caudillo le sirven los foxistas, los calderonistas, los zedillistas, los salinistas. Todos caben, ha dicho la presidenta de Morena. Si en el escenario nacional destaca un político pragmático, si resalta un político sin nervio ideológico ni criterio ético para entablar alianzas, ese es el candidato de Morena. Su política no es nueva. La conocemos en México como priismo. López Obrador ha vuelto a sus orígenes: ha fundado un partido con la ambición de recoger a todos los ambiciosos, un partido en el que las ideas no importan. Ha fundado un partido para que la política no castigue a nadie.
Ahora veamos lo que apuntó el “Ejército Popular Evolucionario “ (EPR) en el último número de su órgano de difusión, “El Insurgente”:
MORENA-PT-PES rumbo a la presidencia del 2018: En esta alianza pesa más el pragmatismo individual que los principios políticos de los organismos que la conforman. Morena surge de una escisión del PRD, así como éste se origina de una ruptura del PRI, la Corriente Democrática, a la que se suma otras organizaciones políticas electorales y no electorales de derecha e “izquierda”. La misma forma de hacer política que desarrollaba en el PRI se llevó al PRD sólo matizada en discurso, colores y formas. A Morena se lleva las prácticas que se han ejercido durante todos los años de vida de este partido: el fraccionalismo; la disputa grupal por los cotos de poder internos y de puestos de elección; la existencia de una élite; el pragmatismo exacerbado que se materializa en la incorporación de todo expulsado, resentido, desertor, chapulín y tránsfuga electoral, del PRI, PAN, PT... Dicha alianza más que representar un verdadero cambio para el pueblo, marcha en dirección contraria a los intereses populares, en tanto que incorpora a su propuesta de gabinete a todo tipo de políticos de oficio y agentes del régimen, miembros de la oligarquía y policías responsables de crímenes de lesa humanidad. Su proyecto de país se ajusta oportunamente a las exigencias del régimen y el imperialismo, como lo hacen todos los partidos políticos electorales, pero en Morena es cuestionable porque se autonombra de izquierda, defensor del pueblo y propaga la falsa esperanza de la liberación. El PT, se encuentra fraccionado en su práctica pues en cada región que se encuentra tiene un proceder político distinto, en algunos se alía con los partidos de derecha y en otros es solidariza con las luchas populares, como gobierno no ha hecho la diferencia recicla y encubre a políticos de oficio en la mayoría de los casos. Morena exhibe su gabinete a manera de mensaje para los oligarcas nacionales, al poder transnacional y al imperialismo, diciéndoles “serenense” su régimen y modo de producción quedará intacto, seremos una junta administrativa más a su servicio.  El insurgente Año 22 Nº 182 Enero de 2018 Pág. 15
Ambas lecturas establecen que el pragmatismo es el que domina a Morena y a su candidato presidencial; ambas señalan que Morena ya no se diferencia de la forma como ha actuado el PRI a lo largo de su historia, sin principios y sólo guiado por la ambición del poder.
Muy grave que desde ambos extremos ideológicos se vea de esa manera a Morena.

Más allá de que a tales críticas se les pretenda descalificar por venir de actores interesados y con agendas específicas (quién no las tiene en política), debería ser motivo de reflexión; y en su caso, de corrección dentro de Morena y en la campaña presidencial de López Obrador, el que se les esté viendo sólo como un vehículo para acceder al poder sin ideología, sin principios, sin ética. Cuidado.

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