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Zapata

jueves, 8 de febrero de 2018

DESAPARECER EL CISEN

El 6 de febrero pasado, el precandidato a la presidencia de la República por la coalición “Juntos Haremos Historia” (Morena-PT-PES), Andrés Manuel López Obrador, afirmó ante representantes de medios de comunicación, durante una gira por Santa Rita Tlahualpan, Puebla, que tenía informes de que el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) ha investigado a todos los integrantes de su familia para dañar su imagen[1]. Y al respecto señaló que “no es venganza”, pero cuando llegue a la presidencia de la República, desaparecerá al CISEN.
Comentó que “…hay expedientes y han investigado a mis hijos, a toda mi familia desde el Cisen, por eso no es venganza, es poner orden y que se acabe el espionaje a los opositores, va a desaparecer el Cisen”.
Señaló que tiene expedientes sobre la investigación que han hecho de él y de su familia, proporcionados por miembros del CISEN que simpatizan con Morena; y que al desaparecer al CISEN, su personal se ocupará de otras tareas.
Efectivamente, desde hace 100 años, esto es desde 1918, el entonces presidente de la República, Venustiano Carranza, creó dentro de la Secretaría de Gobernación lo que denominó “sección primera”, con objeto de anticipar las acciones de sus adversarios políticos.[2]
En 1929, durante la presidencia de Emilio Portes Gil, esa “sección primera” fue renombrada como “Departamento Confidencial”, contando con una división encargada de la información política.
El General Lázaro Cárdenas, después de la Expropiación Petrolera (1938), y ante las presiones e injerencia extranjeras con motivo de dicha decisión, cambió el nombre al de “Oficina de Información Política”, con la principal encomienda de anticipar acciones contra el país de las potencias contrarias a la expropiación y de sus aliados dentro del territorio nacional.
En 1942, durante el gobierno de Manuel Avila Camacho, se renombró a la oficina como “Dirección de Investigación Política y Social” (DIPS), poniendo énfasis en la anticipación de acciones de los servicios de inteligencia de las potencias del Eje (Alemania, Japón e Italia), durante la Segunda Guerra Mundial; en vista de que México había entrado al conflicto aliándose con Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.
Es en el gobierno de Miguel Alemán, en 1947, cuando se crea la Dirección Federal de Seguridad (DFS), sumándola a la DIPS ya existente, que además de mantener la atención en el seguimiento de los opositores políticos al régimen, se enfocó también en la “lucha anticomunista”; empatando así sus objetivos y su creación misma, con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, creada ese mismo año por el presidente Harry Truman, en el inicio de la Guerra Fría con la Unión Soviética.
Los excesos, abusos e incluso el involucramiento con el narcotráfico de la DFS llevaron al gobierno de Miguel de la Madrid a transformarla nuevamente (1985), esta vez como Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional, al fusionar las funciones de análisis de la DIPS, con las operativas de la DFS.
Finalmente, en 1989 en la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, se crea el Centro de Investigación y Seguridad Nacional.
El CISEN es formalmente el “..órgano de inteligencia civil al servicio del Estado Mexicano cuyo propósito es generar inteligencia estratégica, táctica y operativa que permita preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado Mexicano, dar sustento a la gobernabilidad y fortalecer el Estado de Derecho”.[3]
Obviamente los objetivos formales del CISEN están vinculados a la seguridad nacional del país, a su marco normativo (Ley de Seguridad Nacional, que regula al Sistema de Seguridad Nacional y dentro de él, al CISEN; diferente a la recientemente aprobada Ley de Seguridad Interior que regula las acciones de las fuerzas armadas, en materia de seguridad interior); y a los planes y programas que el gobierno en turno establece para cumplir con sus obligaciones constitucionales y con su plataforma de gobierno (Plan Nacional de Desarrollo y programas sectoriales).
Sin embargo, en todos los países en donde existen órganos de inteligencia civil, los excesos y abusos son costumbre por parte de los gobiernos, pues utilizan a estas instituciones para controlar o ensuciar a sus opositores políticos, e incluso para mantener permanentemente vigilada a la población (por ej. en Estados Unidos con la Ley Patriota, después del 11/s) más allá de que cumplan otras funciones, como en el caso de México en materia de contrainteligencia (proteger al Estado de actos hostiles); la elaboración de la Agenda Nacional de Riesgos[4]; las relaciones y cooperación con otros servicios de inteligencia en el mundo; y la operación de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional.
Sin duda alguna, uno de los objetivos principales del órgano de inteligencia civil del Estado Mexicano en los últimos 20 años, por lo menos, ha sido Andrés Manuel López Obrador, debido a que se ha constituido en el opositor más conocido al régimen neoliberal que ha depredado al país durante 35 años; y por ello ha sido considerado, no sólo electoral y discursivamente como un “peligro para México”, sino operativamente se le ha señalado como una amenaza al sistema económico y político prevaleciente, por lo que es absolutamente cierto que ha sido un objetivo prioritario permanente del CISEN.
Sin embargo, el afirmar categóricamente qué por haber sido él y su familia hostigados e investigados ilegalmente por esta institución -que en todo caso es un instrumento de los gobernantes y de los oligarcas que se sienten dueños de México- desaparecerá la misma; puede generar en los hechos, más problemas que soluciones.

Ya un presidente prometió desaparecer al CISEN, porque lo habían investigado a él y a su familia durante años: Vicente Fox. Sin embargo, cuando llegó a la presidencia y se le presentó directamente el trabajo que hacía la institución para mantener al sistema económico (neoliberal) y político (semi autoritario) existente, decidió mejor “reformarla”.
Esta pretendida reforma resultó un sonoro fracaso, ya que sólo se cambiaron de nombre algunas áreas; se nombraron algunos inexpertos recomendados de los oligarcas en otras (entre ellos el propio director general inicial de ese sexenio, el actual Ministro de la Suprema Corte, Eduardo Mediana Mora, que venía del grupo DESC); y se pretendió abrir la información del pasado, especialmente de la “Guerra Sucia”, poniéndola a disposición de investigadores y periodistas en el Archivo General de la Nación, lo que no resultó en ninguna mejora sustancial en materia de respeto a los derechos humanos o de castigo a los culpables de tan nefasta época (recordemos el fiasco de la Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, al fracasar en su intento por procesar al ex presidente Luis Echeverría, por los sucesos del 68).
Así, si López Obrador llega a la presidencia, primero tendrá que tener una mayoría en el Congreso de la Unión, para poder modificar la Ley de Seguridad Nacional, estableciéndose en ella la desaparición del CISEN, y en su caso, las instituciones que absorberían algunas de sus funciones; en caso de que otras, se estime conveniente eliminarlas.
Así también, habrá que definir en esa modificación legal, si existirá o no algún órgano de inteligencia civil, pues en caso de que no suceda así, muchas de las funciones que realiza el CISEN acabarán absorbiéndolas, sino por reforma legal, sucederá de facto, las áreas de inteligencia militar (Sección Segunda) y naval; así como la Coordinación de Inteligencia en el área de seguridad pública (en caso de que se vuelva a instituir una secretaría de Seguridad Pública Federal).
Por ejemplo, las relaciones y cooperación en materia anti terrorista que existe con los servicios de inteligencia civil de otros países ¿qué instancia se hará cargo de ello? Si no hay ninguna, los militares y los marinos lo harán, con lo que la concentración de información y por consiguiente de poder en las fuerzas armadas, se incrementará. Puede ser bueno o malo, según la visión del gobierno en turno, pero por algo existe en todo el mundo un contrapeso a las instancias de inteligencia militar, con un órgano civil.
Así también, hasta ahora, los gobiernos neoliberales consideran una amenaza a la seguridad nacional a los grupos armados como el EZLN, EPR, ERPI, etc.
Estos grupos y sus organizaciones sociales (que los órganos de inteligencia denominan “fachada”) son seguidos, infiltrados y monitoreados por los órganos civiles y militares de inteligencia. ¿Ya no serán considerados amenazas? ¿Se les ofrecerá una “amnistía”, que en todo caso tiene que ser aprobada en el Congreso de la Unión? ¿Y si no la aceptan, qué pasará con ellos; seguirán siendo considerados como una amenaza?
Por ejemplo, en el mes de enero de este 2018 apareció un nuevo número de “El Insurgente”, órgano de difusión del Ejército Popular Revolucionario (EPR), en el que claramente identifica a Morena y a su alianza electoral como representantes de la misma forma de hacer política como el PRI, PAN y PRD.[5]
De la misma forma ¿qué hará un gobierno de Morena con toda la información que ha acumulado el CISEN desde 1989? Sobre todo, tomando en cuenta que ahora varios miembros de los gobiernos neoliberales y de la oligarquía son aliados de Morena. ¿Estarán conformes y dispuestos a que se dé a conocer esa información, que podría muy bien desnudar las complicidades de gobernantes, oligarcas y miembros del crimen organizado en actos de corrupción, lavado de dinero, fraudes, secuestros, etc.?
Se entiende el enojo de López Obrador por los abusos que se cometen en su contra desde el poder político, pero una vez en el gobierno se tendrá que sopesar muy bien ese tipo de decisiones, a riesgo de abrir una “caja de Pandora”, que después no se sepa como cerrar.



[4] Ibidem. “Es un producto de inteligencia y un instrumento prospectivo que identifica riesgos y amenazas a la Seguridad Nacional, la probabilidad de su ocurrencia, las vulnerabilidades del Estado frente a fenómenos diversos y las posibles manifestaciones de los mismos. Asimismo, permite orientar las labores de inteligencia, así como las acciones, los mecanismos de coordinación y las políticas en materia de Seguridad Nacional encaminadas a dar continuidad al proyecto de Nación en el corto, mediano y largo plazos”
MORENA-PT-PES rumbo a la presidencia del 2018 En esta alianza pesa más el pragmatismo individual que los principios políticos de los organismos que la conforman. Morena surge de una escisión del PRD, así como éste se origina de una ruptura del PRI, la Corriente Democrática, a la que se suma otras organizaciones políticas electorales y no electorales de derecha e “izquierda”. La misma forma de hacer política que desarrollaba en el PRI se llevó al PRD sólo matizada en discurso, colores y formas. A Morena se lleva las prácticas que se han ejercido durante todos los años de vida de este partido: el fraccionalismo; la disputa grupal por los cotos de poder internos y de puestos de elección; la existencia de una élite; el pragmatismo exacerbado que se materializa en la incorporación de todo expulsado, resentido, desertor, chapulín y tránsfuga electoral, del PRI, PAN, PT... Dicha alianza más que representar un verdadero cambio para el pueblo, marcha en dirección contraria a los intereses populares, en tanto que incorpora a su propuesta de gabinete a todo tipo de políticos de oficio y agentes del régimen, miembros de la oligarquía y policías responsables de crímenes de lesa humanidad. Su proyecto de país se ajusta oportunamente a las exigencias del régimen y el imperialismo, como lo hacen todos los partidos políticos electorales, pero en Morena es cuestionable porque se autonombra de izquierda, defensor del pueblo y propaga la falsa esperanza de la liberación. El PT, se encuentra fraccionado en su práctica pues en cada región que se encuentra tiene un proceder político distinto, en algunos se alía con los partidos de derecha y en otros es solidariza con las luchas populares, como gobierno no ha hecho la diferencia recicla y encubre a políticos de oficio en la mayoría de los casos. Morena exhibe su gabinete a manera de mensaje para los oligarcas nacionales, al poder transnacional y al imperialismo, diciéndoles “serenense” su régimen y modo de producción quedará intacto, seremos una junta administrativa más a su servicio.  El insurgente Año 22 Nº 182 Enero de 2018 Pág. 15

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