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Zapata

miércoles, 8 de noviembre de 2017

MEADE

Como lo afirmamos en este blog hace prácticamente dos años, las precandidaturas de los “políticos” en el PRI; es decir, Osorio Chong y Narro ahora; en su momento Eruviel Avila y Manlio Fabio Beltrones, siempre estuvieron condenadas a servir de comparsas a los verdaderos precandidatos, que lo fueron todo el tiempo, es decir los tecnócratas; primero, el alter ego de Peña, Luis Videgaray, que se cayó debido a la comedia de equivocaciones con la visita de Trump a México; seguido de Aurelio Nuño y finalmente de José Antonio Meade.
Como nunca antes, el eje tecnócratas-oligarcas-trasnacionales requieren a uno de los suyos al frente del proyecto neoliberal, que se enfrentará nuevamente al que ellos llaman “populismo”, encabezado por tercera elección presidencial consecutiva, por Andrés Manuel López Obrador; y a una escisión sistémica, que si bien no representa un peligro para el proyecto de dominación actual, sí constituye una indeseable desviación de las directrices establecidas por los autoproclamados “dueños de México”; es decir el frente “ciudadano”.
Meade es hijo de un abogado y economista por la UNAM, Dionisio Meade[1], que fue funcionario en la Secretaría de Hacienda y en el Banco de México.
Como lo ha venido haciendo la tecnocracia desde mediados de los años 40 del siglo pasado, funcionarios altos y medios (como el papá de Meade) de las Secretarías de Hacienda, Economía (o Comercio, pues ha cambiado continuamente de nombre) y el Banco de México, preparan a sus hijos en instituciones privadas (generalmente el Instituto Tecnológico Autónomo de México y en menor medida el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Panamericana, la Iberoamericana o la Anáhuac), en la carrera de economía; y en ocasiones los inducen a estudiar Derecho (a veces en la UNAM, pues durante mucho tiempo la Facultad de Derecho fue el “alma mater” de presidentes y secretarios de Gobernación, hasta que los tecnócratas tomaron el poder a principios de los años 80). Y posteriormente, a pesar de tener recursos suficientes para pagar por los estudios de posgrado de sus hijos en el extranjero, se aprovechan de las becas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), para enviarlos a estudiar a Estados Unidos (Harvard, Yale, Princeton, MIT, Stanford, Chicago, etc.); y después les van armando una carrera eminentemente técnica en Hacienda, Economía y/o el Banco de México, hasta que alrededor de los 40 ó 45 años los impulsan a puestos en el gabinete; en donde, desde hace más de medio siglo, compiten por la candidatura presidencial (recordemos que ya en el sexenio de López Mateos, Antonio Ortiz Mena, “padrino” de los tecnócratas mexicanos, compitió como “presidenciable” en la sucesión de 1964).
Meade[2] siguió el guion religiosamente, pues estudió Economía en el ITAM; Derecho en la UNAM y obtuvo sus posgrados (Maestría y Doctorado) en la Universidad de Yale.
Cabe mencionar que durante sus años en el ITAM entabló amistad o al menos alternó con otros compañeros de la carrera, tales como Luis Videgaray, Ernesto Cordero (de ahí las versiones de que Cordero apoya su precandidatura presidencial, más que la de cualquier panista); Raúl Murrieta Cummings (subsecretario de Infraestructura en SCT); Andrés Conesa (director general de Aeroméxico); José Yunes (senador priísta); Guillermo Babatz (directivo de Scotiabank); Francisco González (director de pro México); Luis Miguel Montaño, Abraham Zamora, Alejandro Karam, Guillermo Solomon, entre otros[3].
Inició como analista en la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas y después de terminar su doctorado, tenía asegurado un puesto de primer nivel, a la edad de 28 años, como Director General de Planeación Financiera de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR) entre 1997 y 1999[4].
Después fue el secretario adjunto de Protección al Ahorro Bancario, el IPAB (sucesor del Fobaproa); y ya con Fox en la presidencia (lo que claramente refleja que la tecnocracia tiene aseguradas sus posiciones en gobiernos priístas o panistas por igual), fue nombrado Director General de Banca y Ahorro de la SHCP (a los 31 años), hasta el 2002; cuando fue nombrado Director General del Banrural, para pasar a convertirlo en la Financiera Rural, en donde terminó el sexenio foxista.
Al inicio del sexenio calderonista fue nombrado el coordinador de asesores del secretario de Hacienda, Agustín Carstens; y a principios de 2008, subsecretario de Ingresos (39 años de edad); y en 2010, subsecretario de Hacienda.
Al iniciar 2011 Calderón lo nombró en el gabinete como secretario de Energía, desde donde comenzó a planearse y conformarse la reforma energética que después sería lanzada por Peña Nieto.
No duró ni un año en Energía, cuando Calderón lo regresó a Hacienda como titular, en septiembre del mismo 2011.
Como se puede apreciar, Meade es el “ajonjolí de todos los moles”; y no precisamente por su eficacia, pues en todas las posiciones que ha ocupado se ha encargado de seguir la corriente, es decir de “nadar de muertito”, sin “hacer olas” y aplicando a rajatabla las indicaciones del manual neoliberal, sin salirse un centímetro.
Eso es justamente lo que le ha valido la “confianza” de sus jefes, pues ha estado en posiciones de altísima responsabilidad, en donde seguramente se debió dar cuenta de distintos actos de corrupción (caso Odebrecht,[5] caso Monex, etc.) durante la campaña presidencial del 2012, o de los negocios turbios que el calderonismo realizó con empresas españolas en el sector energético; pero en ningún caso fue un obstáculo o una molestia para las reiteradas prácticas corruptas de los presidentes panistas o priístas, sin distinción (ahí están los casos de la "papeles de Panamá" y los "papeles del Paraíso", en los que Meade no ha levantado un dedo para castigar a los evasores fiscales). Es esa “discreción” en la que confían los que ahora impulsan desaforadamente su precandidatura presidencial en el PRI.
Al llegar Peña, Meade regresó al “corral priísta” (aunque formalmente nunca se ha afiliado ni al PRI, ni al PAN), y como “mil usos” que es, fue nombrado Secretario de Relaciones Exteriores, en donde siguió las directrices de Washington, sin pestañear.
Después Peña, quizás ya viéndolo como un posible precandidato presidencial, trató de darle un poco de “baño de pueblo” y lo mandó como secretario de Desarrollo Social (2015-2016), para que se enterara de que en el país todavía hay pobres, y que aquella famosa frase de otro de los “gurús” de la tecnocracia, Pedro Aspe, de que la pobreza en el país era un “mito genial”, pues no lo es tanto.
Y finalmente, el año pasado, Peña lo regresó a Hacienda, para prepararlo como plan B, en caso de que su principal prospecto para la candidatura presidencial, Luis Videgaray, no pudiera consolidarse como su probable sucesor.
Ahora Videgaray es el principal promotor de la candidatura de su amigo Meade, y a menos que en el último momento Peña decida que Nuño Meyer podría ser mejor candidato que Meade (pues se significa por ser “peleonero”, y eso puede servir en los debates presidenciales), el titular de Hacienda se encamina a ser el candidato, no del PRI, pues este sólo es el vehículo para acceder a la presidencia, sino de la tecnocracia internacional (y sus minions nacionales); de los oligarcas, de las trasnacionales y del grupo compacto del peñismo, que está seguro (sic) de que Meade le cubrirá las espaldas, por la corrupción desatada y las ligas con el crimen organizado, que han caracterizado a este gobierno.
El problema para Peña es controlar la inconformidad de los “políticos”; significativamente de Osorio Chong y de Manlio Fabio Beltrones, pues a Eruviel Avila ya lo puso en la misión imposible de sacar al PRI del “país de los muertos” en la ciudad de México, y lo más probable es que le haya prometido algún puesto en el siguiente gabinete (a reserva de que esto lo confirme el candidato), y de que sus muchos cientos (o miles) de millones de pesos acumulados como gobernador del estado de México, le serán “respetados”.
Hay versiones que señalan que Osorio podría ir como presidente nacional del PRI, lo que sería una muy mala noticia para Meade, ya que recordemos que poner a un “perdedor” al frente del partido (el caso de García Paniagua en 1981, después de que fue “destapado” como candidato Miguel de la Madrid), genera más choques e inconformidades, que buenos resultados. Y dejarlo en Gobernación, podría repetir lo que sucedió en 1988, cuando el “perdedor” Manuel Bartlett dejó crecer a la oposición, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, y la elección presidencial de ese año fue una pesadilla para de la Madrid y para el candidato Carlos Salinas.
Así también, corre la versión de que Nuño se haría cargo de la campaña de Meade, lo que sería una muy buena noticia para sus oponentes, dado que el joven “peleonero” Nuño, muy probablemente llegue más frustrado que motivado a ese encargo, y muy bien podría repetirse la comedia o tragedia de 1994, cuando otro perdedor, el “Doctor Z”, Ernesto Zedillo; se hizo cargo de la campaña de Colosio y prácticamente la llevó al desastre, hasta que surgió un “loco solitario” que mató al candidato presidencial priísta; abriéndole así, milagrosamente la puerta de la candidatura a Zedillo.
Además, Meade llega sumamente débil a la candidatura, sin tener un grupo que lo apoye dentro del PRI. En todo caso sería Peña, y entonces quedaría como rehén del grupo peñista, y eso lo debilitaría más internamente y ante sus contrincantes, que fácilmente lo calificarían como una marioneta del actual presidente.
Aun así, Meade o en su caso Nuño, están dispuestos a “sacrificarse” por el país, con tal de mantener este sistema depredador, que sólo beneficia a una minoría y que está subordinado a las directrices de los usureros-especuladores de Nueva York, de la tecnocracia trasnacional y de las grandes corporaciones internacionales.




[1] Nació en 1944 en la ciudad de México (su apellido es de origen irlandés); estudió Derecho y Economía en la UNAM; fue jefe del departamento de asuntos internacionales en el desaparecido Instituto Mexicano de Comercio Exterior (1972); jefe de Negociaciones Comerciales en la SHCP (1973); subdirector de Industria en la Secretaría de Comercio (1976); subgerente de Política Financiera y Comercial en el Banco de México (1979); Director de Asuntos Internacionales en la SHCP (1980); coordinador general en el Infonavit (1982), Director General de Promoción Fiscal en la SHCP (1988); director de la División de Servicios del Banco Somex (1992); diputado federal por el PRI (1997-2000); y, director General de Contraloría y Administración del Banco de México, en donde se jubiló. Dionisio Meade fue muy cercano de Jesus Silva Herzog Flores y del papá del actual gobernador de Baja California Sur, el panista Carlos Mendoza Davis (su papá fue gobernador por el PRI en Baja California Sur, Angel César Mendoza Aramburu); Meade hijo lo es de Jesús Silva Herzog Márquez y del gobernador Mendoza Davis.
[2] Nació en la ciudad de México en 1969, está casado, tiene tres hijos y como dato familiar resalta que es nieto (por parte de madre) del abogado y escultor José Kuri Breña, miembro de la comunidad libanesa en México.

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