Frente, de frente, enfrente
Gustavo Gordillo
La Jornada 1º de Julio de 2017
Un frente opositor que disputa electoralmente
el acceso al poder requiere ser legítimamente la fuerza predominante de frente
al statu quo.
En México. De suerte que un frente opositor en
México sólo funcionaría si incluyera a MORENA y su dirigente principal, AMLO.
Si el Frente Opositor se convierte en un tercer polo corre el riesgo de perder
sus votantes a favor del status quo que por el momento encarna el PRI o el
cambio que por el momento encarna MORENA. Todo depende de cómo se vean las
principales coordenadas de las disputa en 2018.
Los dos polos. La coyuntura actual define dos polos
basados en el anti: anti-priísmo y anti-AMLO. Ambos polos desde luego admiten
matices. De un lado, esta el discurso de la mafia en el poder. De otro lado, se
encuentra el discurso del populismo. Ambas narrativas busca articular una
coalición de fuerzas frente a la fragmentación política que experimentamos. Se
busca jalar al votante independiente que aparecería según algunos sondeos como
un segmento del electorado cada vez más amplio. También se apela al extendido
sector abstencionista o al mucho menor que es anulista. Finalmente y no menos
importante se apela a los votantes tradicionales de los otros partidos grandes,
PAN y PRD, en una determinada versión de voto útil. Sobre todo entre los
independientes, los abstencionistas, los analistas y los votantes tradicionales
de oposición, lo que contará por encima es que tan en contra del statu quo o
del populismo están como para ir realmente a votar.
Las estrategias del más alto de los chaparros. Así
bautizó Loret de Mola la estrategia que el PRI utilizó para ganar en el Estado
de México. Amplías la fragmentación existente, torpedeas alianzas, golpeas
sucesivamente a tus contrincantes y esperas que tu voto duro sea mayor que el
de los demás. Para una estrategia como ésta, el Frente Opositor no es una buena
idea porque se corre el riesgo real que para el votante panista y para el
votante perredista pese más el antipríismo que el antipopulismo como aconteció
en parte, en las zonas densamente pobladas del Estado de México. Para esta
estrategia le conviene mas que se mantengan separadamente el PAN y el PRD de
forma que eviten la migración de los votantes de ambas formaciones hacia
MORENA.
La estrategia inversa. Tanto se ha hablado de esta
estrategia que a veces se olvida darle su peso específico a la contraria que
consiste en fragmentar a la coalición del statu quo. Esto viene siendo
implementado de manera consistente por MORENA y su líder principal. Consiste en
jalar a militantes y dirigentes con peso en los ámbitos locales y regionales al
margen de su filiación, y, en realidad en contra de sus partidos de origen. Se
trata de ganar adeptos –sobre todo operadores políticos- de manera molecular.
El supuesto central. Ambas estrategias son su
anverso. La estrategia del statu quo basa su éxito en perder por poco en las
concentraciones demográficas más densas y ganar mucho en las zonas menos
pobladas. La estrategia de llamado populismo –regresaré en otra entrega a las
discusión sobre el populismo-, que en realidad parece extraña a las estrategias
populistas europeas o estadounidenses, consiste en ganar por mucho en las zonas
densamente pobladas. Así es que para una estrategia es importante fragmentar el
voto urbano y para la otra debería ser, fragmentar el voto rural. Aquí entramos
en una discusión que continuaré en mi próxima entrega. ¿Qué es lo rural hoy en
México?
Superar la inercia. Hasta el momento estas son las
estrategias predominantes y no aparece en el horizonte una situación que
pudiera alterarlas. Sigue siendo peligroso para la gobernabilidad apostar a la
fragmentación. Desde luego pueden existir factores exógenos ligados a crisis
económicas, guerras o sobre todo al futuro de la relación de México y Estados Unidos,
que alteren la inercia.
Aunque pienso que el punto clave es cambiar la
narrativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario