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Zapata

lunes, 24 de julio de 2017

El Frente Amplio “Democrático” ¿Cómo enfrentar los retos de su conformación?

Se acercan las fechas de las definiciones para los diferentes grupos que se disputan el poder y las candidaturas dentro del PAN y PRD, pues en septiembre de este año inicia el proceso electoral del 2018 y para ese mes deberán tener plasmada su propuesta de coalición ante el Instituto Nacional Electoral (INE).
La propuesta de los presidentes de ambos partidos para conformar una alianza o coalición para enfrentar en las elecciones federales del 2018 al PRI y a Morena, no plantea las principales preguntas que un frente así debería proyectar hacia la ciudadanía, por ejemplo:
¿Será sólo un frente electoral, es decir con candidatos comunes -a nivel federal y estatal- y después cada partido seguirá sus propios objetivos? ¿O será un frente con objetivos a mediano y largo plazos para seguir una agenda común legislativa y de gobierno? Y de ser así, se deberán definir la repartición de cargos en los gobiernos estatales y eventualmente en el federal (de triunfar), entre los partidos que formen el frente.
Aún no se sabe si en el frente estarán PAN y PRD solamente, o si se sumarán otros partidos, como PVEM, PANAL, PES y especialmente el Movimiento Ciudadano.
Mientras más grande sea la composición del frente, más difíciles las negociaciones para conformar una plataforma común y para integrar listas de candidatos que satisfagan a todos.
Como se sabe, la “joya de la corona” es la candidatura presidencial, y ahí ya están apuntados en cada partido varios precandidatos, más los independientes que bien podrían intentar encabezar este frente, como supuesta opción para evitar divisiones entre perredistas y panistas.
Así, en el PAN están en precampaña el propio presidente del partido Ricardo Anaya, más la esposa del expresidente Calderón, Margarita Zavala; el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle; el ex gobernador de Guanajuato, Juan Carlos Romero Hicks; el ex gobernador de Baja California, Ernesto Ruffo; el actual gobernador de Guanajuato, Miguel Márquez; y el ex canciller y ex secretario de Economía, Luis Ernesto Derbez.
Por el PRD, sin estar formalmente adherido al partido, encabeza la lista el jefe de gobierno de la ciudad de México, Miguel Angel Mancera; y también han manifestado su interés en la candidatura presidencial, los gobernadores de Michoacán, Silvano Aureoles; y de Morelos, Graco Ramirez.
Por los externos que podrían intentar encabezar el frente, están el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón; el senador “chapulín” (ha estado en casi todos los partidos) Armando Ríos Piter; el ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la ciudad de México, Emilio Alvarez Icaza; el comunicador, Pedro Ferriz de Con; el ex secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente; y el actual alcalde de Guadalajara, que forma parte del Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro.
Es cierto que muchos de estos precandidatos se apuntan en la lista sólo para negociar después su declinación, a cambio de que se les prometa algún puesto en el siguiente gobierno (si el frente llegara a triunfar) u otro puesto de elección popular (por lo general a través de las candidaturas plurinominales).
Sin embargo, aún está por verse cómo procesarán los dirigentes de los partidos que conformen el frente los egos, ambiciones y hasta chantajes de todos estos precandidatos, para evitar que ataquen el proceso o lo boicoteen, si no consiguen, aunque sea medianamente, sus objetivos.
¿Se realizará una primaria, que sería costosísima para los partidos? ¿Las cúpulas de los partidos definirían por “consenso” al candidato presidencial, arriesgándose a provocar la ira y las acusaciones de "antidemocracia" de todos los que quedaran desplazados? ¿Se irán por la encuesta; en cuyo caso, qué encuestadora o encuestadoras tendrán la confianza y credibilidad de todos los precandidatos? Y una vez definida la candidatura presidencial, habrá que hacerlo con otras candidaturas importantes, como la de jefe de gobierno en la ciudad de México y las gubernaturas; además de diputaciones federales y senadurías. ¿Se irán otra vez por encuestas o decidirán a los candidatos tomando en cuenta la fuerza de cada partido en las diferentes entidades y ciudades?

La última encuesta de Consulta Mitofsky (10 de julio) sobre preferencias electorales para la elección presidencial del 2018 señala que una alianza PAN-PRD, sin mencionar candidato, aglutina una preferencia de 25.3% (18.6% del PAN y 6,7% del PRD). El Movimiento Ciudadano sólo tiene una preferencia de 1.3%, así que sumándola al 25.3% de PAN-PRD, el posible frente alcanzaría 26.6%.
Por su parte Morena y PT, que se supone irán juntos suman 18.7% (17.7% de Morena y 1% del PT); y por su parte el PRI, suponiendo que mantenga su alianza con el PVEM, PANAL y PES suma el 19% (PRI 16.6%; PVEM 1.1%; Panal 0.7% y PES 0.6%).
Sin embargo, no declara preferencia el 32.1% de los encuestados, por lo que si bien por ahora un frente entre PAN-PRD-MC parecería hacer sentido en términos electorales, aún queda un amplio sector del electorado sin definirse, que bien puede cambiar las tendencias actuales, a medida que el proceso electoral se ponga formalmente en marcha y ya existan candidatos a los diferentes puestos de elección popular.
De ahí que los retos para conformar el mencionado frente son mayúsculos, puesto que conformar una plataforma que unifique a todos implicará un nivel de generalidad, que bien puede evitar rispideces entre los miembros del frente, pero decir nada o prácticamente nada a la ciudadanía; bajar a detalles más finos, puede llevar a los miembros del frente a arriesgarse a  criticar la política económica actual y las reformas estructurales que ellos han apoyado tan resueltamente y hacerlos caer en evidentes contradicciones.

El asunto de las candidaturas, especialmente la presidencial, no va a dejar satisfechos a todos, y ello puede generar rupturas y divisiones que comiencen a afectar las preferencias del electorado hacia un frente que en principio pretende nacer sólo como una alianza electoral para intentar derrotar al PRI y a Morena. Sin duda, un objetivo muy pobre ante la magnitud de los problemas que tiene el país.

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