¡Ríndanse!
John M. Ackerman
La Jornada 19 de Junio de 2017
“¡Pinches oaxacos, ríndanse!’’,‘‘¡Viejas chapulineras, váyanse a hacer
tortillas!’’, ‘‘¡Putos huarachudos!’’, gritaban los cientos de agentes
federales, estatales y gendarmería enviados por Miguel Ángel Osorio Chong y
Gabino Cué mientras invadían, como si se tratara de una fuerza de ocupación
terrorista y colonial, al pueblo mixteca de Nochixtlán, Oaxaca, hace
exactamente un año, el 19 de junio de 2016. Ocho miembros de la comunidad
cayeron abatidos y más de 100 civiles fueron heridos de bala ese día
(véase: http://ow.ly/g1PO30cFGQ4). Desde entonces, los
gobiernos federales y estatales han amedrentado, encarcelado e intentado
infructuosamente dividir y comprar a las víctimas. Hoy las dignas víctimas se
mantienen absolutamente firmes en su exigencia de lograr justicia plena para
los deudos y para toda la comunidad.
Con cada nueva masacre, represión y
fraude, el poder despótico busca enseñarnos que la dignidad y la resistencia
son fútiles, que simplemente no vale la pena seguir luchando. Exigen
que aceptemos la derrota y que cambiemos de estrategia, aliándonos
con nuestros verdugos, si queremos tener alguna esperanza de lograr nuestros
objetivos. Nos tildan
de soberbios, locos, puristas o intransigentes por
no dejarnos humillar, por insistir tercamente en el camino de la honestidad, la
democracia y la justicia.
Quienes siguen de frente, a pesar de la
sistemática violencia mediática y de Estado, son verdaderos héroes, incluyendo
los padres de familia de Ayotzinapa, las madres de la guardería ABC, las
víctimas de Nochixtlán, los maestros y los estudiantes normalistas en todo el
país y también, desde luego, los dignos militantes del partido Morena.
Espero que después de la garrotiza que
les pusieron por allá en Aguascalientes ya le piensen un poco estos
jóvenes. Son las palabras de Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán,
unos días después de que policías del estado de Aguascalientes reprimieron
brutalmente a los normalistas de Tiripetío, Michoacán, que habían acudido en
apoyo a las protestas de sus colegas de la normal de Cañada Honda en contra de
la reducción arbitraria de su matrícula. Pero esta nueva represión contra los
estudiantes normalistas del país solamente ha fortalecido su convicción de
luchar todos los días por la dignificación de los maestros y la defensa de un
proyecto de educación pública humanista y crítica.
“No hay que exigirles [a las
elecciones] lo que no nos pueden dar… evitemos una sobrecarga de expectativas y
de demandas a la democracia’’, afirmó hace unos días el consejero presidente
del INE, Lorenzo Córdova. Siguiendo el ejemplo de Aureoles, en lugar de
responder a las exigencias ciudadanas de justicia y nuevas elecciones, Córdova
pide más bien la anulación de la esperanza ciudadana, que aprendamos la
lección y que aceptemos la derrota.
El pasado 4 de junio se operó un
auténtico fraude de lesa humanidad en el estado de México. Por medio de
agresiones y amenazas contra militantes y representantes de Morena, el
despliegue de una guerra sicológica de miedo contra toda la población, la
alteración directa de resultados electorales y la operación de una enorme red
de crimen organizado para la compra y coacción del voto, se logró arrebatar de
los mexiquenses su derecho a decidir quién los gobernaría durante los próximos
seis años.
En ese contexto, surge el clamor
envenenado de parte de una larga fila de intelectuales, escritores y
periodistas alineados con el régimen, de que Andrés Manuel López Obrador ahora
tendría que aliarse con uno de los partidos firmantes del Pacto por México para
poder ganar las elecciones presidenciales del próximo año. Estas voces juegan
el mismo papel que Roberto Campa Cifrián, cuyo trabajo cotidiano es intentar
convencer a las víctimas de la violencia del Estado que dejen su lucha por la
justicia y mejor pacten con el gobierno para recibir algunas dádivas desde el
poder.
Pero ni López Obrador ni las víctimas
se dejan tentar por las mieles del poder corrupto. Los grandes luchadores
sociales jamás traicionan la memoria de los caídos pactando con sus verdugos.
El tabasqueño tiene perfectamente claro
que la única victoria que vale la pena en 2018 sería una conquista pacífica del
poder desde abajo y afuera del sistema putrefacto. Una victoria pactada con la
cúpula del poder sería pírrica, en realidad una derrota, ya que dejaría intacta
el mismo sistema de siempre.
Quienes nunca se rinden no
son soberbios ni puristas, sino grandes líderes que inspiran a
los demás a también deshacerse del yugo del miedo y la complacencia. Sigamos
todos el ejemplo de dignidad rebelde del pueblo de Nochixtlán, de los padres de
Ayotzinapa, de Emiliano Zapata, de Lázaro Cárdenas y de López Obrador. Es mejor
morir de pie, que vivir toda una vida de rodillas.
Twitter: @JohnMAckerman
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