Una vez que se han robado las elecciones del Estado de México
y Coahuila (por parte del PRI) y la de Veracruz (por parte del PAN), los
corruptos de siempre están demostrando todo su desprecio por la población
mexicana y toda su arrogancia.
No sólo afirman que ganaron “y punto”, (Aurelio Nuño,
secretario de Educación Pública), sino ahora demandan una rápida aprobación de
la autoritaria y represiva Ley de Seguridad Interior (César Camacho, coordinador
de diputados del PRI), para así asegurar que ninguna protesta postelectoral
pueda cuestionar sus mal habidos “triunfos”.
De la misma forma los empresarios (Consejo Coordinador
Empresarial) aprovechan para mandar el mensaje de que no habrá aumentos
adicionales al salario mínimo, hasta que no baje la inflación. Es decir, que
los pobres de este país (80%), se aguanten con la miseria que ganan,
precisamente en momentos en que la inflación está desbocándose y por lo mismo
requerirían aumento de sus ingresos para poder hacerle frente.
Esto es, la subclase política corrupta (con sus socios del
crimen organizado) y los oligarcas están demostrando que no les importa cometer
los más escandalosos fraudes electorales (en vista de que al resto del mundo le
importa un pepino lo que pase en México) y aplicar la mano dura contra quien se
atreva a protestar, sino también están dispuestos a apretar aún más la
explotación sobre la mano de obra mexicana, y continuar con la depredación de
los recursos naturales y el saqueo de las finanzas públicas, pues ya
demostraron en los recientes comicios locales que uniéndose para delinquir y
robar las elecciones, sin ceder nada, es la fórmula que les permitirá mantener
su sistema político corrupto, así como el modelo económico de explotación demencial
y de vasallaje a Estados Unidos.
Además, se manda el mensaje a los ciudadanos que hartos de
dicha situación, se atrevieron a votar por la oposición al sistema (significativamente
los que votaron por Morena), que de nada les sirve eso, pues el sistema puede
alterar los resultados a su gusto y evitar con amenazas y/o la represión
abierta, cualquier inconformidad.
En suma, el sistema se queda y se profundizará, y cuidado con
aquél que intente cambiarlo, así sea pacíficamente. El mensaje está claro hacia
las elecciones presidenciales del 2018; no se permitirá la llegada al poder de
Morena, ni de su candidato Andrés Manuel López Obrador. Se utilizará cualquier
medio para evitarlo, incluyendo el asesinato del candidato, si así se
requiriera; y nada evitará la imposición del candidato oficial del PRI, o como
emergente, la opción panista que resulte de las luchas internas entre la mafia
calderonista y los otros precandidatos de ese partido.
¿Qué hará López Obrador? Si inicia movilizaciones, tomas de
edificios públicos y “plantones” se le acusará, como siempre, de violento, de
no aceptar los resultados de la “democracia”, de querer acabar con las
instituciones y en suma, se le señalará con el ya consabido “es un peligro para
México”.
Pero si sólo se mantiene en el canal “institucional”,
demandando anulación de la elección en 5 distritos del estado de México y
siguiendo los pasos que prevé la legislación electoral, es seguro que le
negarán sus peticiones y entonces el sistema se habrá “legitimado”, pues las
instituciones le habrán demostrado a López Obrador y a su partido que “perdieron”.
Así que cualquier decisión conlleva pérdidas en la imagen y
en la credibilidad de López Obrador y de Morena, pero deberá tomar una de las
dos.
Lo que queda claro es que Morena por sí solo no ganará las
elecciones del 2018. Lo más probable es que el PRI mantenga la alianza con los
minipartidos “paraestatales” PVEM, PANAL y PES, para tratar de reeditar lo
sucedido en el Estado de México y en Coahuila; es decir, lograr una votación
(ayudado por las prácticas fraudulentas antes, durante y después de la
elección) de entre 33 y 35%.
Si el PAN y el PRD, junto con Movimiento Ciudadano (MC) deciden
ir juntos, entonces muy probablemente podrían alcanzar un 30% de los votos y
convertirse en una opción, pro sistema, pero diferente al PRI. Pero si van
separados, es muy probable que el PAN logre un porcentaje de entre 25 y 27% y
el candidato PRD-MC lograría entre 15 y 18% de los votos, lo que dejaría al PRI
en mejor posición de lograr el triunfo.
Morena y PT (si finalmente decide aliarse con este partido),
podrían alcanzar una votación de entre 30 y 33%, de acuerdo a lo que se vio en
él Estado de México.
En suma, la elección de Estado que ya está preparando el PRI
para el 2018, más todas sus tácticas fraudulentas que le permiten acomodar los
resultados electorales a su gusto; sumado a la fragmentación del voto opositor
y al tsunami de propaganda negra que lanzará el sistema (todavía más de lo que ha
lanzado en los últimos años), contra Morena y López Obrador; así como la
aplicación de la represiva Ley de Seguridad Interior para inhibir y reprimir
las protestas postelectorales, pintan un panorama desolador para la población
mexicana que ha decidido intentar un cambio en el sistema político corrupto y
del sistema económico depredador que ha destruido al país por décadas.
Si la mayoría de la población no se organiza (con el
liderazgo de Morena) para combatir pacíficamente este negro escenario, con
objeto de defender su voto y de sustituir a quienes usufructúan a su favor el
sistema político mexicano, lo que va a suceder es que la arrogancia y desprecio
de esa subclase política corrupta, sus socios del crimen organizado, la
tecnocracia, los oligarcas nativos y las trasnacionales van a acabar de
destruir al país y los únicos perdedores serán los ciudadanos que no hicieron
nada para defenderlo.
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