El cínico es aquel que “miente con descaro y defiende o practica de
forma descarada, impúdica y deshonesta algo que merece general desaprobación”.
Eso es el impresentable secretario de
Relaciones Exteriores de México Luis Videgaray, quien ayer en la eterna Reunión
de Consulta de la OEA (realizada en Cancún), que se mantiene abierta desde el
31 de Mayo pasado, con objeto de condenar al gobierno de Nicolás Maduro en
Venezuela, encabezó el intento de 20 gobiernos vasallos de Estados Unidos por
cancelar las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente convocadas por el
gobierno; detener la “violencia” que en general ha sido provocada por los
opositores al gobierno, apoyados por francotiradores enviados por Estados
Unidos (tal como lo hicieron en el golpe de Estado contra Yanuckovich en
Ucrania en el 2014); respetar a la golpista Asamblea Nacional y liberar a los
presos políticos.
Videgaray se presenta como un
defensor de la democracia y los derechos humanos, cuando México es uno de los
ejemplos más claros de la falta de ambos; cuando es considerado por la
organización Reporteros Sin Fronteras como el tercer país del mundo con más
periodistas asesinados en los últimos tres lustros, sólo después de Siria y
Afganistán[1]; es asimismo considerado
uno de los países más peligrosos para los defensores de los derechos humanos en
el mundo[2], pues en los últimos 5
años ya van 25 asesinatos en este sector; y qué puede hablar de la violencia,
cuando en los últimos diez años se han registrado en México más de 200,000 mil
asesinatos; 28,000 desaparecidos y 280,000 personas se han visto forzadas a
dejar sus hogares por la violencia[3].
Y en relación a la democracia, de qué
se puede ufanar Videgaray, cuando el gobierno de Peña Nieto utilizó todo el
poder y los recursos del Estado para imponer el triunfo del PRI en contra de
los partidos de oposición, en las recientes elecciones locales del Estado de
México y Coahuila, lo que incluso llevó a los aliados del régimen, PAN y PRD a
pedir al vasallo secretario general de la OEA, Luis Almagro, que dicha
organización intervenga con observadores en el proceso electoral del 2018, pero
con siete meses de anticipación, para evitar el uso faccioso de todos los
recursos estatales en favor de los candidatos oficiales del PRI.
Ya para que el PAN y el PRD se
atrevan a denunciar abiertamente el fraude a nivel internacional, a pesar de
ser aliados de Peña, es que el nivel de ilegalidad y trampa al que ha llegado
este gobierno es de una magnitud escandalosa.
Y
éste cínico habla de democracia, cuando justo ayer, cuando él se llenaba la
boca con sus denostaciones contra Venezuela, periodistas y defensores de los derechos
humanos en México denunciaban al gobierno mexicano por espiarlos a través de
sus teléfonos celulares, mediante un programa desarrollado por una empresa
israelí, que le vendió una licencia al gobierno mexicano.
México
es considerado, aún por la neoliberal revista The Economist, que siempre ha
apoyado la expoliadora política económica de los gobiernos priístas y panistas,
como una “democracia imperfecta”, en su índice de las democracias, con un
mediocre resultado de entre 6 y 7 puntos.
Así
que, con qué autoridad moral este vasallo del gobierno estadounidense viene a
exigir y condenar a un gobierno latinoamericano que ha intentado recuperar la
soberanía de su país y evitar que la oligarquía nativa y las trasnacionales
acaben por devastar los recursos naturales y financieros de su nación.
Que
el vasallo gobierno mexicano siga regalando las riquezas del país (siguen las
rondas de “concesiones” de campos de exploración y explotación petrolera) y
ahora también (como lo anticipamos en este blog), sacrificando al sector
agroalimentario en la “renegociación” del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte, es su antidemocrática decisión; pero otros gobiernos como los de
Venezuela, Bolivia o Ecuador que no están dispuestos a ello, no tienen por qué
aceptar las órdenes del imperio, a través de su ministerio de colonias, es
decir la OEA, para hacer lo mismo.
Afortunadamente
un pequeño grupo de naciones caribeñas decidieron demostrar que tienen más dignidad
que México, Brasil, Argentina o Colombia y pudieron evitar, con su voto en
contra, que se aprobara una resolución intervencionista en contra de Venezuela.
Pero desgraciadamente es tan sólo una pausa, pues Washington ha instruido a sus
subordinados latinoamericanos que mantengan la presión y por lo tanto no se ha
cerrado la tal Reunión de Consulta, que podrá ser retomada en cualquier momento
para intentar el cambio de régimen, una vez más, en Venezuela.
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