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Zapata

miércoles, 31 de mayo de 2017

LA PRESIDENCIA DE PEÑA Y LAS ELECCIONES DEL 2018

Este domingo 4 de junio el sistema político mexicano y el modelo económico neoliberal enfrentan una de sus más importantes pruebas en los últimos cinco años (desde las elecciones presidenciales del 2012), cuando se realicen los comicios para gobernador en el Estado de México, cuna del grupo político que encabeza Peña Nieto (el Grupo Atlacomulco), que ha sido gobernado por el Partido Revolucionario Institucional (con sus distintas denominaciones), ininterrumpidamente por más de ocho décadas.
El PRI lleva como candidato a Alfredo Del Mazo, hijo y nieto de quienes también fueran gobernadores del estado (su padre y abuelo del mismo nombre), y ambos también secretarios en los gabinetes de los presidentes Miguel de la Madrid (1982-88) y Adolfo López Mateos (1958-64), y en su momento aspirantes a la candidatura presidencial del PRI.
Así que para Peña, el Grupo Atlacomulco y el PRI mismo, el Estado de México es el símbolo, la presea suprema dentro de los 32 estados de la República, que representa el poder y la continuidad de esta subclase política que se ha caracterizado a lo largo de todos estos años por la corrupción[1], el abuso de poder, el clientelismo político y los acuerdos con grupos de poder empresariales (como Televisa), así como la protección y colusión con organizaciones del crimen organizado.
Si bien ha sido el conservador y al igual que el PRI, impulsor del neoliberalismo económico, Partido Acción Nacional el que ha sido normalmente el principal contendiente del PRI en el Estado de México, ahora se levanta como su principal contrincante la nueva formación de izquierda, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con su candidata a la gubernatura, la diputada federal con licencia, ex presidenta municipal de Texcoco y maestra de escuela, Delfina Gómez, quien según diversas encuestas disputa el primer lugar de las preferencias electorales a Del Mazo.
Para la presidencia de Enrique Peña, una derrota en el Estado de México significaría la finalización anticipada de su gobierno (que termina el 30 de noviembre del 2018) y especialmente, el fortalecimiento de la precandidatura presidencial del líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, para los comicios presidenciales del 2018.
De ahí que todo el aparato del Estado se ha volcado para comprar electores (les dan dinero a cambio de que voten por el PRI), intimidarlos (se les dice que perderán los beneficios de los programas sociales si no votan por el candidato oficial), engañarlos (los gastos de propaganda del PRI son multimillonarios y se han enfocado a ensuciar la imagen de la candidata de Morena) y presionarlos (continuas visitas domiciliarias para “convencer” a los electores a votar por el PRI), con objeto de no perder esta elección estratégica, con miras a las presidenciales del 2018.
Aún con la muy escasa inteligencia de Peña y de sus asesores, el aparato político del gobierno federal y del PRI está concentrado completamente en la elección del Estado de México, pues ahí se probará la capacidad del sistema para enfrentar el reto de la izquierda comandada por Morena, para las presidenciales del 2018.
Y el neoliberalismo mexicano está siendo atacado desde dos flancos en estos momentos, pues por un lado, el proteccionismo estadounidense encabezado por Trump está obligando a reestructurar el vasallaje de México a la superpotencia, en el sentido de ceder todavía más recursos naturales y financieros, capacidad de decisión y lo que resta de soberanía (incluso partes del territorio nacional)[2]; y por otro lado, los desastrosos resultados que para el 80% de la población ha tenido el modelo neoliberal desde hace 35 años, ha ido convenciendo, lenta pero firmemente a por lo menos la tercera parte de la población, que es necesario cambiar dicho modelo, y las elecciones presidenciales del 2018 es la oportunidad; especialmente cuando el líder de Morena, López Obrador, sigue siendo el único político de oposición que plantea cambios (que ni siquiera son drásticos) al modelo económico, con objeto de favorecer en alguna medida a la mayoría de la población, y no sólo a la minoría depredadora y a las trasnacionales, que concentran la mayor parte del ingreso nacional.
Y si bien es factible un fraude del gobierno y del PRI para evitar el triunfo de Morena en el Estado de México, ello puede iniciar una protesta e indignación nacionales, que bien puede crecer (siempre y cuando Morena la pueda canalizar organizadamente) hacia las presidenciales del 2018. La moneda está en el aire.



[1] El más conocido líder del grupo, Carlos Hank González (gobernador del estado, regente de la ciudad de México, secretario de Agricultura y de Turismo en el gobierno de Carlos Salinas) pues el fundador del grupo fue Isidro Fabela, acuñó la frase que pinta de cuerpo entero al priísmo: “Un político pobre, es un pobre político”.
[2] Ya cedió México sus playas, al permitir que extranjeros puedan comprarlas; desde 2006, con la construcción de las vallas fronterizas entre Estados Unidos y México, nuestro país ha perdido 80 mil hectáreas de territorio, y con la construcción del muro fronterizo es factible que pierda aún más.

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