Este domingo 4 de junio el sistema político mexicano y el
modelo económico neoliberal enfrentan una de sus más importantes pruebas en los
últimos cinco años (desde las elecciones presidenciales del 2012), cuando se
realicen los comicios para gobernador en el Estado de México, cuna del grupo
político que encabeza Peña Nieto (el Grupo Atlacomulco), que ha sido gobernado
por el Partido Revolucionario Institucional (con sus distintas denominaciones),
ininterrumpidamente por más de ocho décadas.
El PRI lleva como candidato a Alfredo Del Mazo, hijo y nieto
de quienes también fueran gobernadores del estado (su padre y abuelo del mismo
nombre), y ambos también secretarios en los gabinetes de los presidentes Miguel
de la Madrid (1982-88) y Adolfo López Mateos (1958-64), y en su momento
aspirantes a la candidatura presidencial del PRI.
Así que para Peña, el Grupo Atlacomulco y el PRI mismo, el
Estado de México es el símbolo, la presea suprema dentro de los 32 estados de
la República, que representa el poder y la continuidad de esta subclase
política que se ha caracterizado a lo largo de todos estos años por la
corrupción[1],
el abuso de poder, el clientelismo político y los acuerdos con grupos de poder
empresariales (como Televisa), así como la protección y colusión con
organizaciones del crimen organizado.
Si bien ha sido el conservador y al igual que el PRI,
impulsor del neoliberalismo económico, Partido Acción Nacional el que ha sido
normalmente el principal contendiente del PRI en el Estado de México, ahora se
levanta como su principal contrincante la nueva formación de izquierda, el
Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con su candidata a la
gubernatura, la diputada federal con licencia, ex presidenta municipal de
Texcoco y maestra de escuela, Delfina Gómez, quien según diversas encuestas
disputa el primer lugar de las preferencias electorales a Del Mazo.
Para la presidencia de Enrique Peña, una derrota en el Estado
de México significaría la finalización anticipada de su gobierno (que termina
el 30 de noviembre del 2018) y especialmente, el fortalecimiento de la
precandidatura presidencial del líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador,
para los comicios presidenciales del 2018.
De ahí que todo el aparato del Estado se ha volcado para
comprar electores (les dan dinero a cambio de que voten por el PRI),
intimidarlos (se les dice que perderán los beneficios de los programas sociales
si no votan por el candidato oficial), engañarlos (los gastos de propaganda del
PRI son multimillonarios y se han enfocado a ensuciar la imagen de la candidata
de Morena) y presionarlos (continuas visitas domiciliarias para “convencer” a
los electores a votar por el PRI), con objeto de no perder esta elección
estratégica, con miras a las presidenciales del 2018.
Aún con la muy escasa inteligencia de Peña y de sus asesores,
el aparato político del gobierno federal y del PRI está concentrado
completamente en la elección del Estado de México, pues ahí se probará la
capacidad del sistema para enfrentar el reto de la izquierda comandada por
Morena, para las presidenciales del 2018.
Y el neoliberalismo mexicano está siendo atacado desde dos
flancos en estos momentos, pues por un lado, el proteccionismo estadounidense
encabezado por Trump está obligando a reestructurar el vasallaje de México a la
superpotencia, en el sentido de ceder todavía más recursos naturales y
financieros, capacidad de decisión y lo que resta de soberanía (incluso partes
del territorio nacional)[2];
y por otro lado, los desastrosos resultados que para el 80% de la población ha
tenido el modelo neoliberal desde hace 35 años, ha ido convenciendo, lenta pero
firmemente a por lo menos la tercera parte de la población, que es necesario
cambiar dicho modelo, y las elecciones presidenciales del 2018 es la
oportunidad; especialmente cuando el líder de Morena, López Obrador, sigue
siendo el único político de oposición que plantea cambios (que ni siquiera son
drásticos) al modelo económico, con objeto de favorecer en alguna medida a la mayoría
de la población, y no sólo a la minoría depredadora y a las trasnacionales, que
concentran la mayor parte del ingreso nacional.
Y si bien es factible un fraude del gobierno y del PRI para
evitar el triunfo de Morena en el Estado de México, ello puede iniciar una
protesta e indignación nacionales, que bien puede crecer (siempre y cuando
Morena la pueda canalizar organizadamente) hacia las presidenciales del 2018.
La moneda está en el aire.
[1]
El más conocido líder del grupo, Carlos Hank González (gobernador del estado,
regente de la ciudad de México, secretario de Agricultura y de Turismo en el
gobierno de Carlos Salinas) pues el fundador del grupo fue Isidro Fabela, acuñó
la frase que pinta de cuerpo entero al priísmo: “Un político pobre, es un pobre
político”.
[2]
Ya cedió México sus playas, al permitir que extranjeros puedan comprarlas;
desde 2006, con la construcción de las vallas fronterizas entre Estados Unidos
y México, nuestro país ha perdido 80 mil hectáreas de territorio, y con la
construcción del muro fronterizo es factible que pierda aún más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario