Antes de su primer viaje al extranjero, para visitar a sus “aliados”
en Medio Oriente, Israel y Arabia Saudita; y al Papa y a sus vasallos de la OTAN
en Europa, Trump tenía que ser constreñido y chantajeado por los verdaderos
detentadores del poder político en Washington: los neoconservadores, el
complejo-militar-industrial, el “Deep State” y el lobby por Israel.
¿Qué no ya estaba Trump en el puño de estos actores desde su
cambio de política en Siria, el endurecimiento de sanciones a Irán y el aumento
de la rusofobia?
Se presentaron señales inquietantes que los manipuladores de
Trump consideraron que generaban la posibilidad de riesgos para ellos. Por
ejemplo, las conversaciones de Tillerson con Putin y Lavrov en Rusia reabrieron
el diálogo directo que supuestamente ya habían logrado cerrar los neoconservadores
y sus aliados, con el ataque a la base aérea de Sharyat en Siria.
El hecho de que Trump no renunciara del todo a la posibilidad de
cooperar con Rusia en Siria contra el Estado Islámico y contra Al Nusra, sobre
todo recibiendo a Lavrov en la Casa Blanca, prendió los focos rojos del “Deep
State” y de los neoconservadores.
Así también, un enviado del Departamento de Estado que fue a
Israel como avanzada antes del viaje de Trump, hizo comentarios que
enfurecieron a Tel Aviv, como señalar que el muro que separa a palestinos e
israelíes en cientos de kilómetros, está construido sobre “territorios ocupados”
palestinos; y de la misma forma siguen las dudas sobre lo que Trump dirá
respecto a los asentamientos ilegales judíos en esos territorios; además de que
por ahora, no se contempla el cambio de la embajada de Estados Unidos de Tel
Aviv a Jerusalén.
Todo ello tiene nervioso y enfadado a Netanyahu, quien ha
decidido enviarle un mensaje a Trump, para que siga alineado con la política
expansiva del Estado sionista, y no ponga en duda de ninguna forma, su
subordinación a las directrices de Tel Aviv en el Medio Oriente.
Ese mensaje se coordinó con los aliados neoconservadores y
del “Deep State”, para por un lado poner contra la pared a Trump, nuevamente en
el asunto de Rusia, acusándolo de que había develado información clasificada a
Lavrov, sobre el Estado Islámico, la cual coincidentemente había sido
proporcionada por Israel (por lo cual es casi seguro de que sea falsa), con objeto
de dejar a Trump en la posición de “pedir permiso” o al menos indulgencia a
Israel sobre dicha develación; lo que por supuesto Tel Aviv ya concedió
graciosamente, diciendo que “no hay problema”, y que el intercambio de
información no se verá afectado. Pero el favor, al estilo “el Padrino”, ya fue
otorgado y por lo tanto requerirá del consiguiente pago.
La otra pinza es la filtración que hizo el “Deep State” al
New York Times, sobre el memorándum del destituido director del FBI, James Comey
acerca de la conversación en la que Trump le pidió “dejar ir” la investigación
acerca de los contactos del general Michael Flynn con los rusos durante la
campaña presidencial y después de las elecciones.
Con esto, nuevamente se pone a Trump a la defensiva, con
objeto de que su reiterado intento de acercamiento con Rusia fracase y las
tensiones entre ambos países se mantengan en su máxima expresión.
Está claro que cada vez que Trump, ya sea por torpeza o por
instinto quiere zafarse, así sea mínimamente del control de los neoconservadores,
el complejo militar-industrial, el “Deep State”, Tel Aviv, Riyad y sus lobbies,
surgen filtraciones, investigaciones, acusaciones, etc., para descarrilar
cualquier tímido intento por cambiar las políticas de caos, guerra permanente,
presupuestos militares estratosféricos y en suma, mantenimiento por la fuerza
de la hegemonía estadounidense en la mayor parte del planeta.
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