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Zapata

viernes, 12 de febrero de 2016

SIRIA: ¿CAMINO A LA PAZ O GUERRA PERMANENTE?

El anuncio de John Kerry y Sergei Lavrov sobre el cese al fuego entre las tropas de Bashar el Assad y varios de los grupos que se le oponen (principalmente los apoyados por Estados Unidos y sus aliados europeos, israelíes y árabes sunnitas), a comenzar en una semana, así como la entrega de ayuda humanitaria a la población civil, principalmente en la ciudad de Aleppo, constituye un reconocimiento por parte de Washington, de que Moscú y Damasco están ganando en el terreno militar, y por lo tanto los rebeldes apoyados por las potencias occidentales, Israel y los países contrarios a Assad se vieron obligados a pedir una tregua (seguramente para reorganizarse y continuar la batalla posteriormente), disfrazada como "cese al fuego".
El frente anti Assad se encuentra debilitado, dividido y confundido con distintos objetivos. Primero, la supuesta prioridad de la coalición reticentemente lidereada por Estados Unidos es destruir al Estado Islámico.
Sin embargo, los principales aliados de Estados Unidos en la región, como Israel, Arabía Saudita, las petromonarquías del Golfo Pérsico, Turquía, Jordania e incluso Egipto, ven como su principal amenaza el fortalecimiento de los regímenes chiítas (la famosa "creciente chiíta" que iría de Teherán a Beirut), lidereados por Irán, por lo que su prioridad no sólo no es destruir al Estado Islámico, sino incluso ayudarlo a combatir a las fuerzas de Assad, de Irak, de Irán y Hezbollah, tal como lo han estado haciendo indirectamente Turquía, Arabia, Qatar, Israel, Bahrein y los Emiratos Arabes Unidos.
Al entrar Rusia en el conflicto en favor de Assad, y establecer una alianza explícita con Teherán, Bagdad y Hezbollah, la balanza de fuerzas cambió, especialmente porque los rusos han concentrado sus ataques aéreos en los grupos rebeldes apoyados por Occidente y la coalición anti Assad, y en mucha menor medida en contra del Estado Islámico; de ahí las protestas constantes de los gobiernos occidentales en contra de los ataques rusos y las acusaciones de que están matando a la población civil, generando aún más flujos de refugiados.
Si los rusos, sirios y sus aliados de Hezbollah, las milicias chiítas de Irak e Irán están logrando avances importantes contra los rebeldes, pareciera una concesión excesiva detener los ataques contra los rebeldes en estos momentos, permitiendo que se reorganicen, e incluso que puedan recibir ayuda a trasmano de sus patrocinadores, con el pretexto de que se está dando ayuda humanitaria a la población civil.
Putin está consciente de los riesgos de detener la ofensiva militar en estos momentos, pero también está consciente de que para acabar de tomar Aleppo, se va a requerir una ofensiva mayúscula que efectivamente va a generar muchos miles de muertos y desplazados más, y ello le va a costar en apoyo interno a Assad, y en imagen a nivel internacional a Rusia, lo que pudiera ganar en materia militar.
De ahí que Putin esté tomando una decisión difícil y arriesgada con el cese al fuego, siempre y cuando éste no se extienda por demasiado tiempo, ya que ello hará perder la ventaja militar que han ganado en el terreno los rusos y sus aliados.
Por otro lado, la coalición anti-Assad está en un momento de crisis ya que Turquía considera como su principal enemigo a los kurdos, y en segundo lugar a Assad, sin que realmente le importe gran cosa lo que suceda con el Estado Islámico. De ahí que Erdogan mantenga la presión sobre Estados Unidos en el sentido de rechazar el apoyo que está dando a las fuerzas kurdas que combaten principalmente al Estado Islámico, pero también a los otros rebeldes radicales islámicos, a los que por cierto también apoya Estados Unidos.
Así, Washington no puede armar una coalición coherente, con un objetivo preciso (por ejemplo, destruir al Estado Islámico), ya que sus aliados en la región tienen otros objetivos que consideran más importantes. En cambio Rusia, Assad e Irán tienen muy claros sus objetivos, muy claros sus enemigos y muy claro quienes son los aliados, lo que facilita la instrumentación de una estrategia política y militar que sus contrincantes no encuentran por ningún lado.
El problema es que mientras ninguna de los bandos logre un triunfo decisivo en materia militar, la guerra entre los distintos participantes del conflicto continuará por años, por ello el esfuerzo para lograr solución a alguno de los enfrentamientos puede significar un camino largo, difícil, pero indispensable para conseguir la paz y cierta estabilidad en Siria.

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