Morelos nos abandonó
27/07/2015
RICARDO RAPHAEL
EL UNIVERSAL
Al cierre
del año pasado, Aurelio Nuño, jefe de la Oficina de la Presidencia, comparó a
Enrique Peña Nieto con José María Morelos y Pavón. Durante el último acto
oficial que tuvo el gobierno en 2014 dijo que su jefe, al igual que el héroe de
la Independencia, asumió la responsabilidad de cambiar una realidad en la que
prevalecen los privilegios de unos cuantos.
Lo que
entonces sonaba a metáfora apresurada hoy es falsedad. Las políticas de ingreso
y gasto del gobierno peñanietista no han servido para combatir los privilegios,
y la calidad de vida de los mexicanos desposeídos continúa desbarrancándose.
No dejan
espacio para la ambigüedad la evaluación del Coneval sobre la política social,
ni el pronunciamiento que a propósito de ella hará hoy la organización Acción
Ciudadana Frente a la Pobreza.
En México
hay 12 millones de personas que deben sobrevivir con 15.2 pesos diarios; un par
de años atrás, en 2012, esos mismos seres humanos contaban con 17 pesos por
día. Sus ingresos bajaron. Así es imposible alimentarse, vestirse, contar con
un techo, curarse, educarse.
Doce
millones de personas es el doble de la población que habita en Dinamarca,
cuatro veces el número de residentes que tiene Uruguay, un tercio más de los
individuos que viven en Hungría.
En revancha,
hay 12 mil mexicanos que tienen ingresos por 22 mil 700 pesos diarios. A pesar
de todo lo que se quejaron, a ellos la reforma fiscal apenas si les hizo
cosquillas.
De acuerdo
con cálculos de Oxfam-México, elaborados por Gerardo Esquivel, el 10% de la
población mexicana que vive en el penthouse del edificio nacional se está
quedando con 60 de cada 100 pesos de la riqueza producida anualmente por la
economía mexicana.
Mientras
tanto, 63.8 millones de mexicanos —poco más de la mitad de la población— padece
la experiencia de vivir por debajo del umbral de bienestar.
Es falso que
la política fiscal del actual gobierno mejore la distribución, es mentira que
haya afectado de manera eficaz los privilegios, es equivocado decir que sirve
para reducir la desigualdad.
El problema
va más allá de la recaudación porque el mayor desastre se encuentra del lado
del gasto. Como Acción Ciudadana Frente a la Pobreza advierte, el gobierno
federal eroga todos los años 129 mil millones de pesos en 50 programas,
supuestamente dirigidos a mejorar el ingreso de los mexicanos más pobres.
Entre los
programas estrella están Progresa (antes Oportunidades) y la Cruzada contra el
Hambre. Además de la Secretaría de Desarrollo Social, también las de
Agricultura, Economía y Medio Ambiente son responsables de administrar buena
parte de ese gasto.
Si entre
2012 y 2014 la pobreza creció en México, ¿para qué sirvió la inversión de casi
260 mil millones de pesos? En estos dos años, ¿a dónde fue a parar todo ese
dinero?
Probablemente
se perdió en una coladera enorme, forjada por la ineficiencia burocrática, la
distribución clientelar de los recursos, la corrupción y el mal diseño de los
programas. Un hoyo inmenso de impunidad que hoy solo sirve para pronunciar
discursos cargados de demagogia.
Uno de cada
cinco mexicanos padece hambre, uno de cada dos vive en condiciones de pobreza,
la clase media desaparece en México y los que viven en la cúspide del
Mirreynato no se dan cuenta de la violenta tragedia que significa la fractura
de nuestra sociedad.
Y sin embargo
en el Palacio Nacional siguen postrados ante el altar de las reformas
estructurales, a pesar de que fuera de esa capilla privilegiada la fe en el
futuro del país se nos va de entre las manos.
ZOOM: La comparación no debería ser con Morelos, sino con Carlos Hank González
que cuenta con una inmensa e insultante estatua en el Paseo Tollocan de Toluca.
Él es el emblema de esos privilegios que un día habrían de ser derrocados.
@ricardomraphae
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