Cuando todo termine, ¿Se perdonará la burla?
Las futuras generaciones se preguntarán cómo pudo haber
sido posible que en 2018 sus padres, abuelos o quizá bisabuelos hubieran sido
tan bobamente engañados por un audaz encantador de serpientes.
Juan Antonio García Villa
diciembre 29, 2023
Cuando todo esto termine, porque algún día habrá de
terminar, sea dentro de nueve meses o en treinta años, aunque desde luego,
cuanto más pronto mejor, sin remedio, la presente generación de mexicanos
quedará marcada. Marcada de manera negativa, con huella difícil de borrar. Tan
indeleble así, que medio siglo después de que aquello haya concluido, las
futuras generaciones se preguntarán sorprendidas, sin encontrar explicación
razonable alguna, cómo pudo haber sido posible que en 2018 sus padres, abuelos
o quizá bisabuelos hubieran sido tan bobamente engañados por un audaz
encantador de serpientes.
Porque ya para ese año, 2018, se sabía sin sombra de duda,
por más que los hechos se trataron de ocultar, que aquel audaz, en
circunstancias misteriosas jamás aclaradas, había dado muerte a su propio
hermano y en un arranque de ira, tan característico en él, en cobarde ataque a
mansalva había dejado paralítico a otro joven de su pueblo.
Se conocía también que para concluir sus estudios
profesionales en la UNAM, había necesitado más del doble del tiempo que
ordinariamente se requiere y sus calificaciones escolares habían sido menos que
mediocres.
Igualmente, cómo tantos pudieron ser engañados, si con
insistencia y toda oportunidad se dejaron escuchar voces de alerta, que
públicamente preguntaban de qué había vivido aquel audaz los doce años
anteriores a su gran aventura. Salvo alguna tomadura de pelo, como tantas
otras, jamás hubo respuesta sensata sobre este punto.
Con esos antecedentes, sólo un embaucador verdaderamente
profesional, ahora lo sabemos, pudo haber sido capaz de engañar a treinta
millones de ciudadanos, salvo a los que con él formaron parte de esa gran
máquina de falsificación y engaño.
Ya en el poder, el ejercicio de éste se caracterizó por un
constante mentir, según se demuestra con la puntual contabilidad y registro que
de tales falsedades alguien lleva (Luis Estrada). No le va a la zaga, como nota
esencial de gobierno, la escandalosa corrupción, en magnitudes nunca antes
vistas.
Y como tercer elemento, cada vez más notorio: la alianza
cuasi institucional del gobierno con la delincuencia organizada. Lo anterior,
cuando todo haya terminado, seguramente habrá de quedar debidamente probado y
documentado. Será en su oportunidad materia no de un libro blanco sino negro,
integrado por numerosos tomos y un prontuario.
Las mentiras, la corrupción y las alianzas inconfesables a
nadie sorprenden. Lo novedoso de esta etapa ha consistido en que, a lo
anterior, se ha sumado ahora la burla. No hay precedentes al respecto.
Van rápidamente cuatro botones de muestra: Afirmar una y
otra vez que en un año, en seis meses o en menor tiempo, el país tendrá un
servicio público de salud superior al de Dinamarca, tiene más sabor a burla que
a otra cosa. Dos: haber recomendado estampitas religiosas para protegerse del
Covid, tiene no sólo el tono de burla a la población, sino también a las
creencias religiosas de muchos mexicanos.
Tercera: tratar de hacer creer que con la instalación de
una súper farmacia, en la que estarán almacenados y siempre disponibles para
surtirse todos los medicamentos que hay en el mundo, se terminará por
definición su desabasto, tiene todas las características de humor negro. Y
cuarta, quizá la peor de todas las burlas, mencionar que se tienen “otros
datos” para negar la realidad, patente e inocultable, confirmada incluso por la
información procedente de las propias fuentes gubernamentales, es burla y sarcasmo
a la vez.
Quizá muchos perdonen y perdonarán casi todo. Pero no la
burla.
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