EMPRESAS ISRAELÍES DE ESPIONAJE COLUDIDAS CON EL GOBIERNO DE PEÑA NIETO
Se acaba de dar a conocer la
declaración de un testigo protegido de la Fiscalía General de la República[1] en el caso que se sigue
por el espionaje realizado en la administración del entonces presidente Enrique
Peña Nieto (2012-2018), a través del software Pegasus.
Este software fue adquirido
por varias dependencias del gobierno mexicano para espiar a opositores
políticos, empresarios, activistas sociales, periodistas y defensores de los
derechos humanos (e incluso a funcionarios del propio gobierno) de manera
ilegal; esto es, sin haber solicitado las respectivas autorizaciones a los
jueces.
Lo más preocupante de las
declaraciones de este testigo, no es sólo que haya confirmado que se espiaba a
grandes empresarios como Carlos Slim o Germán Larrea; o a periodistas como
Carmen Aristegui y Carlos Loret de Mola (de hecho el testigo pudo comprobar que
había más de 1500 “objetivos”; es decir, personas de diversos ámbitos de la
vida pública nacional, que eran espiados con Pegasus); sino que quien realizaba
el “trabajo” era una compañía israelí de nombre KBH, representada en México por
el ciudadano de esa nacionalidad, Uri Emmanuel Ansbacher.
Este individuo, Ansbacher,
tenía comunicación directa con Peña Nieto y con su secretario de Gobernación,
Miguel Angel Osorio Chong, con quienes definía los “objetivos” a ser espiados.
Y con quien mantenía una
comunicación permanente, hablando en hebreo todo el tiempo, era con el entonces
director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) -hoy
renombrado como Centro Nacional de Inteligencia- de nombre Eugenio Imaz Gispert
(hermano del ex esposo de Claudia Sheinbaum, Carlos Imaz Gispert).
Que el jefe de la inteligencia
mexicana se comunicara, según dichos del testigo protegido, mediante medios no
oficiales, con un particular, de nacionalidad extranjera, representante de una
compañía privada de espionaje, y en un idioma foráneo, implica que el tal Imaz Gispert era un socio o empleado de la mencionada compañía; o peor aún, un sayyanim,
esto es, un judío de la diáspora que está dispuesto a ayudar a Israel, aún por
encima de la lealtad que le debe al país del cual tiene la nacionalidad (en
este caso México). Desconocemos si Imaz tiene doble nacionalidad (mexicana e
israelí), pero lo que este caso refleja es el riesgo que individuos que tienen
compromisos de negocios o lealtades cruzadas, sean designados como altos
representantes en las áreas de la inteligencia, la política exterior y/o las
finanzas del gobierno mexicano.
Ya se sabe del caso del
miembro de la inteligencia de la Marina estadounidense, Jonathan Pollard, que
estuvo enviando información confidencial a Israel por años, y después de ser
descubierto y pasar cerca de 30 años en la cárcel, se le permitió regresar a
Israel, donde fue recibido como héroe (vaya con el principal aliado de Estados
Unidos).
Se sabe que la Secretaría de
la Defensa Nacional del actual gobierno de López Obrador sigue utilizando el
software Pegasus, por lo que es factible que individuos del perfil de Imaz y
Ansbacher se mantengan como “enlaces” con las empresas israelíes de
inteligencia, que como bien se sabe, son extensiones del aparato de
inteligencia y seguridad de los gobiernos israelíes; por lo que la muy pobre y
deficiente “inteligencia” mexicana seguramente está completamente infiltrada
por el Mossad y de paso por su agencia vasalla, la CIA.
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