Control total
AMLO, en su megalomanía,
pretende control total para no rendir cuentas a nadie, para fomentar la
opacidad administrativa, para evadir la transparencia y el acceso a la
información.
Leonardo Kourchenko
diciembre 14, 2023
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/leonardo-kourchenko-la-aldea/2023/12/14/control-total/
“Andrés Manuel no es un
demócrata, no es liberal,
bueno, no es ni de
izquierda”
Roger Bartra
La ambición del presidente
López Obrador es eliminar todo equilibrio, contrapeso, institución u organismo
del Estado mexicano, que limite o contenga los excesos del Ejecutivo.
Es, se ha dicho hasta el
exceso, la nostalgia del hiperpresidencialismo de los años 60 y 70. Cuando los
presidentes no solo ejercían la titularidad ejecutiva del país, sino que eran
lo más cercano a los monarcas, tlatoanis, autoridades absolutas de la nación.
Todas las dimensiones eran
manejadas desde el Ejecutivo, el Congreso, la Corte, las gubernaturas
estatales, el gabinete, el servicio exterior, bueno, hasta los sindicatos y sus
líderes.
Control total, absoluto, sin
cortapisas ni contrapesos.
Eso hoy se llama autoritarismo
exacerbado; se llama una incipiente dictadura, como la célebre frase de Mario
Vargas Llosa en los 90, en aquel Coloquio de Invierno: “la dictadura perfecta”,
es la que ejercía el PRI sin ambages ni disimulo.
Eran los amos. A eso quiere
regresar López Obrador.
Él y los suyos, controladores
totales del país.
Pero las contradicciones son
enormes, porque buena parte de las instituciones creadas en los últimos 25
años, la autonomía del INE (piso parejo y autoridades independientes para las
elecciones, no el gobierno administrando los triunfos y las derrotas), la
Comisión Nacional de Derechos Humanos (demanda ciudadana) y todos los que
vinieron después: INAI, Cofece, Cofetel —hoy IFT—, CRE, CNH, etc. Buena parte
de estos contrapesos del Estado con categoría —varios de ellos— de autonomía
constitucional, fueron creados, promovidos, diseñados y votados por la
izquierda.
Desde la izquierda se
construyeron —junto con otras fuerzas políticas— estos mecanismos democráticos
para evitar a un presidente amo y señor del país. Vaya traición a esa izquierda
progresista.
Eso es lo que hoy AMLO quiere
eliminar.
Control total para no rendir
cuentas a nadie, para fomentar la opacidad administrativa, para evadir la
transparencia, la competencia libre, el acceso a la información, a la
regulación de la energía.
Andrés, en su megalomanía,
pretende bajo la entelequia del pueblo y del servicio al pueblo, y del pueblo
primero —puras patrañas— que él designe, controle y administre todo: los
contratos —ya lo hace, 83 por ciento de los contratos con el gobierno son de
asignación directa, sin concursos ni licitaciones— los cargos, los puestos, los
jueces y magistrados, los ministros, los senadores, todo. El país entero.
La falacia de la elección
popular de jueces y ministros no es otra cosa que un vulgar instrumento de
control y manipulación: su partido y sus jerarcas aprobarán las listas y
exigirán —como hoy— lealtad absoluta. Adiós a jueces independientes o que se
atrevan, como AMLO ataca todas las mañanas, a fallar en contra del gobierno.
Hay algunos ingenuos, siempre
tranquilizadores del “calma, no pasa nada… no es un peligro para México”, y
esas expresiones de desconocimiento e ignorancia, que afirman que la democracia
no está en riesgo.
Juzgue usted: cómo se le llama
a un régimen donde el titular del Ejecutivo posee, controla, administra todos
los hilos del poder, los nombramientos, los fallos, el gasto del presupuesto:
Congreso sometido, organismos autónomos en peligro de desaparecer —cero
contrapesos, cero diques que limiten los excesos— y también Corte y Poder
Judicial a modo. Se acabó. Ya no hay democracia, hay la voz de un solo hombre,
partido, movimiento.
Eso no es una democracia, no
es una República en respeto y tolerancia de minorías y mayorías, en la búsqueda
de balances y equilibrios.
Control total es lo que
pretende imponer el presidente, y si ya no para sí mismo —porque
afortunadamente el tiempo de su gobierno se le agota—, para su sucesora o
sucesores.
Nada de que el Congreso no
aprueba, o de que la Corte rechaza por inconstitucional una iniciativa —”no me
vengan con que la ley es la ley”—.
Aquí la ley es lo que yo digo
que es… pareciera parafrasear a Trujillo, a Vargas y a tantos otros profetas
del liderazgo popular latinoamericano, convertidos en caciques y dictadores de
cuarta… transformación.
En la defensa de la
democracia, el futuro político de 2024 deberá incluir en la agenda prioritaria,
el rechazo total a su reforma al Poder Judicial para convertirlo en un
instrumento administrativo del Ejecutivo; y la defensa a carta cabal de los
organismos autónomos. Todos.
Construir esta incipiente e
imperfecta democracia ha tomado poco más de tres décadas. No podemos
traicionarla y tirarla a la basura por el deseo absolutista de un solo hombre.
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